Capítulo 25

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Parecía una noche perfecta. La nieve cesó finalmente, dejando el paisaje cubierto por una sábana blanca. El fuego ardía en la chimenea, y Megan estaba sentada en el suelo jugando Monopoly con Harry y Louis. Liam apagó el ordenador y deambuló perezosamente hasta sentarse detrás de Megan.

Acarició su pelo, disfrutando de verla entretenida con sus hermanos. Sí, era una noche perfecta. Por lo tanto no debería haberse sorprendido cuando el teléfono sonó.

Suspiró con disgusto y quitó la mano del pelo de Megan.

—No contestes —dijo ella roncamente, sonriéndole con dulzura.

Por un momento, él casi atendió su pedido. Pero podía ser Cal llamando con noticias, o podían ser sus padres.

—Vuelvo enseguida —dijo, dándole un beso en los labios.

Terminó de levantarse del suelo justo cuando el teléfono dejó de sonar. No había llegado a acomodarse de nuevo cuando su celular empezó a zumbar.

Mierda. Lo que quiera que fuera, debía ser importante.

Se sentó en la silla del ordenador y abrió el teléfono.

—Liam — dijo.

— ¿Liam? Soy Danielle. Mira, necesito tu ayuda. La de todos, si pueden. Tengo un niño desaparecido. Con toda esta nieve fresca es imposible encontrar el rastro. Me vendría bien su experiencia.

Liam suspiró y se pasó una mano por el pelo. Maldición. Lo último que quería hacer era salir con aquel frío, pero no podía dejar que un niño perdido se congelara hasta la muerte.

— ¿Dónde debemos ir? —preguntó con resignación.

—Encuéntrenme en la ciudad. Estamos organizando la búsqueda aquí, en el cuartel general. Y escucha, Liam. Traigan sus rifles. Tenemos razones para creer que se trata de un rapto.

Liam cerró el teléfono y se encontró con tres pares de ojos fijos en él.

Megan estiró las piernas y se levantó. Caminó hacia él, la preocupación frunciendo su frente.

— ¿Qué está mal? —preguntó.

Detrás de ella, Louis y Harry también se levantaron, toda su atención puesta en Liam.

—Era Danielle—dijo él. Observó la reacción de Megan.

Frunció ligeramente el ceño, pero no dijo nada.

— ¿Qué quiere? —preguntó Harry.

—Necesita nuestra ayuda. Están buscando un niño perdido y con la nevada, no consiguen hallar el rastro.

—No sé... —comenzó Louis.

—Tienen que ir —dijo Megan suavemente—. Quiero decir, tienen que encontrar al niño.

Liam asintió.

—Vayan. Yo estaré bien —continuó, abrazándose a sí misma.

—Uno de nosotros debería quedarse —Liam esperó la aprobación de los hermanos—. Megan no puede quedarse sola.

No quería alarmarla, pero de ningún modo la dejarían desamparada con su esposo suelto por ahí. El incidente en Denver estaba aún muy fresco en su memoria.

—Yo me quedaré —se ofreció Harry—. Tú y Louis pueden ir.

Liam asintió.

—De acuerdo.

Envolvió a Megan en sus brazos.

—Volveremos en cuanto podamos, muñeca.

Ella se irguió en puntas de pie y lo besó.

La Mujer de Nuestras VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora