Capitulo 26

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El frío cortante atravesó el pesado abrigo de Liam.Finalmente fueron capaces de encontrar una ligera huella en la nieve, a casi una milla fuera de la ciudad. Él y Louis alumbraron el terreno con las linternas, moviéndose tan rápido como podían a través de la ventisca.Caían copos húmedos, cubriendo las huellas casi tan rápido como las descubrían.—Hay una choza justo delante —le gritó Liam a Danielle, quién venía en la retaguardia.Avanzaron la distancia restante, por la fuerte ventisca, hasta llegar a la vieja choza que estaba a pocos pasos. Cogió el rifle y se lo echó sobre el hombro, preparándose para disparar.Kevin caminaba detrás de él, apuntando la puerta con el rifle.—Ilumina la puerta, entraré —ordenó Liam.Contó hasta tres y embistió la vieja puerta de madera. Se rompió y Liam tropezó hacia dentro.Louis se apresuró detrás de él, iluminando, mientras tenía el arma preparada.— ¡Allí, en el rincón! —exclamó Liam.Danielle entró detrás de ellos, con la pistola en la mano.— ¿Encontraron algo? —preguntó ella jadeante.Liam no contestó. Su atención estaba enfocada en el pequeño niño acurrucado en el rincón de la choza. Arrodillándose en frente del niño, Liam alcanzó y tocó la fría piel del niño.Para su alivio, el niño se meció y abrió sus ojos.—Gracias a Dios —murmuró Liam.Inmediatamente, Danielle empezó a dar órdenes por el radio, mientras daba su posición. Pidió EMS y pidió al operador que informe los padres que el niño había sido encontrado.—Sean —dijo Liam suavemente—. Hemos llegado a llevarte a casa.—El hombre malo dijo que no podía volver a casa —tartamudeó Sean—. No hasta...— ¿No hasta qué? —exigió Danielle.Con la ceja fruncida en confusión y los labios temblando por el frío, Sean contestó:—Dijo que tenía que cumplir mi objetivo. ¿Qué significa?Liam miró a los otros y encogió los hombros. ¿Qué loco raptaba a un niño y lo dejaba para morir de frío?Se agachó y cogió a Sean, acunándole en los brazos.—Te llevaremos a casa, Sean. Tu madre estuvo muy preocupada.—No dejes que el hombre malo le haga daño —murmuró Sean contra la camisa de Liam.—No te preocupes, hijo. No podrá herir a tu madre.Sean levantó la cabeza.—No a mamá. La mujer. El hombre malo dijo que iba a ocuparse de una mujer.Helados escalofríos de miedo empezaron a recorrer el cuerpo de Liam. Miró a los otros, y el terror empezó a llenarle.—tomalo —ordenó a Louis.Después de que Louis tomó al niño en los brazos, Liam buscó su teléfono. Marcó el número de la casa y esperó mientras sonaba. Dejó sonar veinte veces antes de renunciar. Juró por lo bajo.—Es medianoche —dijo Danielle—. Probablemente están durmiendo.—Ya, y mi señal es mala —dijo Liam, intentando disipar la horrible premonición que sentía—. Volveré a intentarlo cuando lleguemos a la ciudad.— ¿Preparados para irse? —preguntó Danielle mientras aseguraba la cuerda del trineo.Louis dejó a Sean en el trineo y lo arropó con el edredón. Después, él y Liam cogieron la cuerda y empezaron a empujar el trineo por la nieve. Había como una hora hasta la ciudad, y Liam estaba muy preocupado.Cuarenta cinco minutos más tarde, sin aliento y avanzando lentamente por la nieve, Louis y Liam se pararon un momento para descansar.—Ya no queda mucho —dijo Danielle.Liam asintió, sin aliento para contestar. Su móvil sonó, acabando con el silencio de la noche. Liam dejó la cuerda y buscó frenéticamente el teléfono y contestó:—Liam.—Liam... —la voz de Megan, débil y trémula, se escuchó por la línea.—¿Megan? —se sentía aliviado.—Liam, gracias a Dios —la voz parecía un poco más fuerte—. No tengo mucho tiempo. —Podía oír lágrimas en su voz, y se sintió aterrado—. Mató a Harry —sollozó ella. La sangre de Liam se heló. —Megan, Megan, ¿cariño, dónde estás? ¿Estás bien? —gritó. —No sé donde estoy —contestó, la voz estaba desesperada—. Él me llevó. Por favor ven a buscarme —la voz se rompió. — ¡Maldita perra, dame esto! Liam apretó el teléfono, paralizado, mientras oía la escena del otro lado del teléfono. Megan llorando. Liam oyó una bofetada. Y el teléfono se colgó — ¡Dulce Jesús! Louis lo agarró por el hombro. — ¿Qué demonios está pasando? —Megan—Liam dijo sofocado—. Dijo que Harry está muerto. Y que alguien la tiene. Louis dejó la linterna que llevaba. —Tenemos que ir a la cabaña. Harry. Dios mío. —Liam no podía formar otro pensamiento coherente. —Pueden marcharse —dijo Danielle —. Puedo llevar a Sean de aquí. Irán más rápido sin el trineo. Llamaré por radio pidiendo refuerzos, cogeré un coche tan rápido como puedo. Mis ayudantes están cerca. Liam no esperó a oír algo más. Él y Louis empezaron a correr por la nieve. Harry. Muerto. Las palabras se repetían una y otra vez, llenando su mente como una enfermiza letanía. El bastardo les atrajo, secuestrando un niño, y ahora tenía a Megan. Su sangre se enfrió. Más que la nieve que envolvía sus piernas. Megan moriría si no la encontraran y rápido. Adelante, el brillo de las luces de la ciudad resplandecía contra la nieve. Liam aumentó la velocidad, decidido a llegar al jeep tan rápido como era posible. Louis se mantenía detrás de él, absteniéndose de expresar los miedos que merodeaban en sus pensamientos. Llegaron a la parte de atrás de la tienda de Riley y continuaron corriendo alrededor del aparcamiento, cruzando la calle, donde estaba aparcado el Land Rover. Varias personas, incluso los padres de Sean gritaron preguntas, pero Liam ignoró todo, menos al coche. Se lanzó en el asiento del conductor, encendió el motor y le dio marcha atrás. Louis apenas entró, antes de que Liam se disparara calle abajo. El camino hasta en la cima de la montaña parecía eterno y a cada minuto, Liam rezaba. —Dios, no te los lleves. Agarró el volante, tomando las curvas más rápido que nunca. —Que estén bien. No te lleves a Harry. Tomaron el camino de entrada, y los dos saltaron hacia la puerta. La casa estaba oscura. Liam entró bruscamente, gritando el nombre de Harry. Louis pasó por su lado, alcanzando el interruptor. Maldijo cuando las luces no se encendieron y volvió a gritar el nombre de Harry. Liam paró en seco cuando escuchó un bajo gemido. Saltó por encima del sofá, hacia el pasillo, en dirección a las habitaciones de huéspedes. — ¡Consígueme luz! —le gritó a Louis. — ¡Harry! ¡Harry! —Liam se lanzó al suelo, al lado de su hermano herido. Louis apareció con una linterna y alumbró el cuerpo de Harry. Su pecho estaba cubierto de sangre, pero sus párpados temblaron cuando la luz le dio en la cara. —Harry, soy yo, Liam. ¿Puedes oírme? — ¿Cómo no podría, cuándo me estás gritando en el maldito oído? —se quejó Harry. Liam suspiró de alivio, y se relajó. —Bastardo, me quitaste diez años de vida. —Megan —empezó Harry, y su voz se rompió—. Tiene a Megan. — ¿Dónde te disparó? —exigió Liam, sin centrarse en Megan por solo un momento. Tenía que tomarlo de uno a uno, y en este minuto, necesitaba estar seguro que Harry estaba bien. —En el hombro —contestó Harry jadeando. — ¿Puedes levantarte? Harry se movió y gimió de dolor. — ¡Liam! — llamó Danielle desde la puerta—.¿Estás aquí? —Aquí —contestó Louis, moviendo la linterna hacia ella—. ¿Cómo llegaste tan rápido? —He dejado al niño en la ciudad y vine tan rápido como pude. ¿Jesús Cristo, qué demonios pasó aquí? —preguntó mientras se arrodillaba al lado de Harry. —Ayúdame a ponerme de pie, maldita sea —dijo Harry desesperado—. Tiene a Megan. — ¿Quién la tiene, Harry? —exigió Liam. Él y Louis levantaron a Harry y Liam le pasó un brazo alrededor para que no se cayera. Guiaron a Harry hacia el sofá y lo sentaron.—Tenemos que llevarte al hospital —dijo Louis. —No. —Harry, no estás en forma para ir a ninguna parte, solo al hospital. —Atravesó la carne —jadeó—. No me voy a ninguna parte, mientras que Megan sigue fuera con ese bastardo —se rompió—. Le hizo daño. Lo oí pegándola. Liam apretó los dedos en puños. Él también oyó al bastando pegando Megan. — ¿Qué más oíste, Harry? ¿Dijo algo? Tenemos que encontrarla. —Hizo una llamada. Dijo algo sobre una lejana cabaña y cabos sueltos. — ¡Dios! —cabaña lejana. Cual si hubieran bastantes esparcidas por los Rocosos. —Actuó cual si fuera cerca —dijo Harry, mientras puso una mano en el hombro. Sangre roja brillante escapaba a través de sus dedos. —Necesitas ir al hospital. Danielle, ¿puedes asegurarte de que llegará allí? —preguntó Liam. —No iré —dijo Harry mordaz. —Solo nos retrasarías —dijo Liam—. No podemos perder ni un minuto. La matará. Harry miró desoladamente a Liam. —Le he fallado. —Cree que estás muerto —dijo Liam—. Lo mejor que puedes hacer es ir al hospital, para evitar que suceda lo que piensa ella. Harry se levantó. — ¿Cómo sabes lo que piensa ella? Liam le explicó rápidamente la llamada y dispuso con Danielle que lleve a Harry al hospital. Su mente trabajaba furiosamente, intentando formar un plan de acción. —Vamos, Louis. Se paró suficientemente para coger más munición para los rifles y salió corriendo de la casa hasta el jeep. Louis saltó a su lado. —Cerca, cabaña lejana. ¿Cree qué podía haberla llevado a Blythe Meadow? —preguntó Louis mientras Liam conducía. —Es un buen lugar —asintió Liam—. Encaja. Si no allí, quizá en la vieja cabaña del minero. Comprobaremos a las dos. Louis miró la ventana en silencio. Entonces, se volvió hacia Liam con ojos llenos de angustia. — ¿Y si lleguemos demasiado tarde? Liam agitó la cabeza y apretó el pie en el acelerador. —No podemos llegar demasiado tarde, Louis. No podemos.


Saben por un momento me enoje con Harry porque en las películas aun con una bala en el hombro la protegerías, mas no se supone que fue al ejercito? debería ser mas duro. 

pero luego me acuerdo que es un bebito y esta chiquito y se me pasa

Rose

La Mujer de Nuestras VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora