Liam espió dentro del cuarto y observó a Megan durmiendo profundamente. Sonrió. Parecía un gatito, con los brazos enredados alrededor de la almohada. Era sorprendente que en tan poco tiempo ya no pudiera imaginar la vida sin ella.
Siempre supo, por su propia educación, que una situación así podía funcionar y funcionar bien para todas las partes involucradas, pero verlo y experimentarlo de primera mano lo confirmaba.
Y hablando de ello, debía telefonear a sus padres.
Estarían interesados en saber sobre Megan, y ni él ni Louis o Harry habían conversado con ellos desde hacía más de un mes.
Silenciosamente, se retiró del cuarto y se encaminó hacia la sala de estar.
Louis levantó los ojos del ordenador.
— ¿Continúa durmiendo?
Liam asintió.
—Creo que la dejamos exhausta.
Louis sonrió y Liam se maravilló ante lo satisfecho y contento que se veía su hermano.
— ¿Has visto a Harry? Pensé que deberíamos telefonear a mamá y contarle sobre Megan.
La preocupación relampagueó en los ojos de Louis.
—Salió al granero. Creo que hoy sufre mucho, aunque él no lo admitiría. Se puso bastante grosero conmigo cuando le pregunté.
Liam blasfemó. Harry había mejorado tanto últimamente. La oscuridad en sus ojos casi se había desvanecido, y él sabía que Megan tenía mucho que ver con ello, pero además, Harry había mejorado físicamente desde su retorno de Irak. Estaba lejos de ser el herido cascarón de hombre que Liam y Louis habían recogido en el Hospital del Ejército hace un año, aunque ocasionalmente, su pierna todavía le daba problemas.
Liam se volvió y caminó a pasos largos desde la sala de estar hacia la puerta de atrás. Sin molestarse en coger el abrigo, cruzó la pequeña distancia entre la cabaña y el granero. Entró y vio a Harry sentado en una bala de heno. Al acercarse, pudo percibir el rostro de Harry contraído de dolor. El sudor perlaba su frente y estaba pálido.
Harry estaba inclinado, masajeando el área de encima de su rodilla. Cuando Liam estaba a un metro de distancia, levantó la vista y lo vio. Dejó caer las manos y se levantó. Gimió cuando la pierna se le agarrotó. Liam se acercó y sostuvo a su hermano contra su cuerpo, para impedirle caer.
—Estoy bien —masculló Harry.
—No, no estás bien, maldita sea. Deja de intentar ocultarlo al resto de nosotros, por el amor de Dios.
—Olvídalo, Liam. Puedo lidiar con esto por mi cuenta.
—Podrías —aceptó Liam—. Pero no seas estúpido.
Louis y yo estamos aquí para ayudarte. Y ahora también está Megan.—No quiero que lo sepa —dijo ferozmente Harry.
Liam parpadeó sorprendido.
—Siéntate aquí —dijo, empujando de vuelta a Harry sobre el heno—. ¿Ahora, cuál demonios es tu problema?
Harry restregó distraídamente su pierna.
— ¿Hay alguna cosa que yo pueda hacer? ¿Quieres una píldora?
Harry agitó la cabeza.
-No quiero más la porquería de píldoras. Es sólo una mala mañana. No sé por qué duele. Simplemente, duele.
—Tal vez debiéramos llevarte de vuelta al médico y permitir que te examine de nuevo.
—No hay nada que él pueda hacer.
Liam suspiró y se pasó la mano por el pelo.
—Maldición, Harry, no seas tan difícil. Desearía que hablaras conmigo. Aún no tengo la menor idea de qué demonios sucedió allá.
El dolor se asomó en el rostro de Harry antes de que sus ojos se volvieran pétreos y fríos.
—No hay nada de qué hablar. Me recuperaré.
Liam supo que el asunto estaba oficialmente cerrado.
Harry podía ser una piedra cuando quería. Nada le gustaría más que patear el trasero de su hermano menor, pero eso no haría ningún bien. Harry no cedería. No hasta que estuviera listo.
—Iba a llamar a mamá y papá. Pensé que querrías hablar con ellos.
Harry agitó su mano.
—Ve tú primero. Estaré allí en un minuto.
Liam empezó a discutir, pero Harry lo paró.
—Simplemente vete. Por favor.
Fue el por favor el que lo logró. Harry raramente decía por favor, y el dolor traspasaba su voz. Liam supo que él no quería parecer débil frente a sus hermanos.
La ira lo sofocó. La ira por cualquiera fuera el infierno que había causado tal destrucción dentro de su hermano.
Liam giró y salió del granero.Megan se hundió más profundamente bajo el edredón, sin querer abandonar el cálido nido. Estaba cansada, deliciosamente exhausta, y necesitaba tanta motivación para levantarse y moverse como para hacer una visita al dentista.
Cerró los ojos y revivió el éxtasis que experimentó cuando los tres hombres le hicieron el amor. Solos, constituían una fuerza digna de ser tomada en cuenta, pero juntos eran imbatibles.
Ya los estaba extrañando. Aquella sensación la hizo saltar de la cama y salir en su busca. Tomó una de las viejas camisas de Liam y se la puso, le caía hasta las rodillas. Caminó con los pies descalzos por el pasillo, deseando encontrar a alguno de ellos en la sala de estar, para disfrutar de una sesión de mimos.
Encontró a Louis en el sofá. Él sonrió y palmeó levemente el lugar a su lado. Ella inmediatamente se enroscó alrededor de él, disfrutando la tibieza que emanaba de su cuerpo.
— ¿Quieres una manta? —preguntó mientras la abrazaba.
Agitó la cabeza.
—Contigo es suficiente —se enterró aún más entre sus brazos hasta que su calor le invadió el cuerpo—. ¿Dónde está todo el mundo?
—Harry está fuera en el granero y Liam habla por teléfono, en la cocina.
— ¿Con quién está hablando?
—Con nuestros padres.
Ella se puso rígida. Hasta ahora no había dedicado ni un solo pensamiento a sus padres. No habían existido. Recordó que Liam los había mencionado una vez, cuando le explicó que su madre, como ella, había participado en una relación con tres hombres.
— ¿Algo anda mal? —preguntó Louis.
— ¿Tus padres… ellos saben sobre mí?
La miró y sonrió.
—Ahora lo saben.
Ella no pudo controlar una mirada de desánimo, y se dio cuenta de que Louis la notó.
Arqueó una ceja.
—No pareces precisamente entusiasmada.
— ¿Saben todo?
Louis continuó mirándola fijamente.
—Estoy seguro de que Liam les explicó la situación. Megan gimió.
—No es la imagen que yo hubiera querido mostrar a tus padres.
—Shhh, tranquila. Les gustarás. Estarán felices de que te hemos encontrado.
Liam entró con el teléfono en la oreja.
—De acuerdo, papá. Te pasaré con Louis y hablamos más tarde.
Le dio el teléfono a Louis y Megan se apartó. Se sentía rara, por ser el centro de la conversación. Se dirigió a la cocina, para escapar de la charla. Cuando se servía un vaso de jugo del refrigerador, Harry entró por la puerta del fondo.
Ella le sonrió con timidez.
—Buenos días.
El dolor relampagueaba en sus ojos, y cojeaba al caminar.
— ¿Harry, qué pasa? —exclamó, dejando su jugo a un lado y caminando rápidamente hacia él.
En cuanto lo tocó, él se puso rígido.
—Estoy bien.
Se apartó, herida por su comportamiento.
Él cerró los ojos y levantó la mano en gesto de paz para aplacarla.
—Lo siento. Estoy bien, de verdad.
Volvió a tomar el jugo y mantuvo la distancia. No sabía qué decir, por lo que prefirió permanecer callada.
Harry la miró fijamente por un largo momento, después salió cojeando hacia la sala. Su rechazo la hería, pero más que eso, se preguntaba qué había sucedido.
Sorbió el jugo y suspiró. Vivir con tres personalidades diferentes podía volverse muy fatigoso. Si ella estuviera más segura acerca de la relación, quizás no estaría todo el tiempo como pisando cáscaras de huevo, pero aún estaba aprendiendo acerca de los tres.
Louis era tan abierto, mientras que Harry era completamente opuesto. Reservado, apartado del resto del mundo. Y Liam bien, estaba aún intentando entenderlo, también.
—No te lo tomes personalmente —dijo Liam.
Levantó la mirada y lo vio de pie en la puerta por donde Harry había salido.
— ¿Qué está mal con él?
Liam abrió la nevera y sacó una cerveza. La abrió y tomó un largo trago.
—Es su pierna. Lo dispararon con una metralla en Irak. Le hizo mucho daño. Está mejorando, pero aún siente un dolor intenso, de vez en cuando.
— ¿Y él no quiere hablar con nadie sobre ello? —preguntó ella.
Liam agitó la cabeza.
—Desearía que lo hubiera hecho.
Megan soltó el vaso y pasó un dedo por el borde.
—Tus padres. ¿Son como nosotros, verdad?
Liam asintió.
—Entonces no pensarán mal de mí.
Intentó no convertirlo en una interrogación, pero de alguna forma terminó sonando como una pregunta.
Liam sonrió.
—Relájate, cariño. Les gustarás.
Louis entró sin prisas en la cocina. Liam levantó los ojos de la cerveza.
— ¿Terminaste de hablar con mamá y papá?
—Sí, Harry está hablando con mamá ahora. Espero que esté recibiendo un buen regaño. Está bastante preocupada por él.
Liam examinó a Megan de nuevo.
—Probablemente hoy, deberías dedicarte a hacer el equipaje. Mañana saldremos temprano.
Ella sonrió.
—No hay mucho para guardar.
—Resolveremos eso en Denver —dijo Louis—. Te llevaremos a comprar todo lo que necesites.
Sonrió maliciosamente.
— ¿Incluso ropa íntima?
—Especialmente ropa íntima —confirmó Louis.
—Si me saliera con la mía, no llevarías ropa íntima —murmuró Liam a su oreja.
Harry entró en la cocina, sus facciones desencajadas. Deslizó el teléfono a través de la mesa y cojeó hacia fuera.
Megan siguió su salida, su corazón sufriendo por el dolor en su expresión. ¿Qué haría falta para atravesar las barreras que él levantaba?
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La Mujer de Nuestras Vidas
FanfictionEsta novela no es mía la saque de una pagina de facebook que es mi favorita! bueno y ella la adapto así que los créditos va para isCamiStyles! ojala la disfruten igual que yo lo hice! aqui les dejo el Link: https://www.facebook.com/media/set/?set=a...