Capítulo 7

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                           La tijera

Adriano

¿Y qué pasa si un día es aburrido?

Pues hay que animarlo. Al parecer un amigo mío se está tomando muy en serio mis pensamientos mientras damos clases.

—Como saben las ciudades se van renovando y cada vez se hacen más grandes...—comienza una larga explicación el profesor hasta que...

—Si profe, por eso todos los días las guagua se demora más en llegar a mi casa.

Por mis adentros me rio tratando de contenerme pero escuchar a los demás también me impulsa a mí. Los de mi aula en si son bastantes graciosos si de hacer bromas en medio de una clase se trata pero creo que esta vez nadie lo puede regañar ya que hasta el profesor estallo de la risa.

Al final este turno no se me hace tan aburrido con los chistes de cada uno y termina pasando rápido hasta la hora del receso. El Preuniversitario es amplio, cuenta con cuatro pisos y los espacios en los que puedo estar es solo en el cuarto. Todos se aglomeran ahí y unas cuantas chicas y chicos escurridizos suben a nuestro piso sin previo permiso.

Mis ojos se pierden un poco y salgo a saludar a unos amigos que tengo por cada lado hasta que alguien me encuentra y me tapa los ojos susurrándome el oído:

—Adivina quién soy—pide y no es difícil deducir.

—Por tamaño, voz y manos diría que alguien feo—explico considerando su fastidio.

—¡Feo tú!—la hago enojar y me destapa los ojos así que me volteo para ver a la que llamo, mi mejor amiga, Kamila.

Su sonrisa se hace más evidente cuando me ve, pero la mía también. Solo tarda unos segundos en abrazarme por la cintura y apoyar su mejilla en mi pecho.

—Me encanta abrazarte—susurra endulzada de la vida.

—Lo que te encanta es sentir lo flaco que estoy—mis brazo también la rodean unos segundos hasta que nos separamos.

—Pero si hasta un buen abdomen tienes y yo solo masitas.

Nos reímos un rato con solo mirarnos y es raro ya que no dejamos de hacerlo así que decido cortar esto.

—¿Qué has hecho estos últimos días? Ya casi no te veo.—le pregunto mientras caminamos hasta el balcón.

—Problemas con mis tíos, no es fácil desde que mis papás se fueron para el Yuma.

(Yuma: país extranjero)

—Te entiendo.

—Quiero hablar contigo esta noche—propone con un ápice de duda.

—¿De noche? Sabes que por las noches soy más irresistible, aparte de un tipo muy ocupado—confieso en tono divertido pero ella sigue un poco seria.

—De verdad tengo que hacerlo, es algo importante, no faltes—su tono es bajo y la siento nerviosa pero asiento haciéndole saber que hay estaré, siempre estaré para ella.

—¿Hoy no me vas a tomar el dedo? Que raro eso—me queje y al momento unió su dedo meñique con el mío.

—Esto ya es costumbre—dijo sin soltarme.

Pasamos un rato más hablando hasta que el receso se acabó y cada uno tuvo que volver a las respectivas aulas.

Esa vez el tiempo no me pasa rápido y desde que termino las clases voy directo a mi casa a prepararme para ir a jugar fútbol y escaparme de mis padres.

Adictos A Lo OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora