Capítulo 11

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                        Sufrimiento

Natasha

Despierto por los ladridos de un perro y abro los ojos del todo, paso unos segundos mirando a la nada y aguanto mi cabeza con las manos evadiendo el dolor que me dio.

Se siguen escuchando ladridos y...

Salgo disparada hacia la sala donde veo mi caramelito alvino.

—¡Ruky!— lo acaricio y este se encarga de lamer toda mi cara y las manos demostrando su felicidad «el dolor de cabeza se esfumó»

—Natasha deja al perro, que vas a llegar tardísimo a la escuela— me regaña la cubana más estricta que conozco.

Gema luce un atuendo formal ajustado donde se pueden apreciar sus curvas, es joven y muy inteligente. Creo que de ella heredé sus lindos ojos amarillos rozando el color café.

Ni pregunto por mi padrastro sino que sigo al baño y mientras lavo mis dientes, mi mente divaga levemente por el momento de ayer...la fiesta, el cuarto, la sala, mi casa. Me miro al espejo y los ojos me brillan por las lágrimas.

«Que espectáculo hice ayer delante de Adriano» que en realidad se portó muy bien conmigo ¿y yo? solo me comporté como una loca...aunque yo no creo que "loca" sea el concepto de lo que hice ya que los traumas no se superan de la noche a la mañana y los míos están en pleno proceso de superación. Admito que me apena por la pataleta que lo hice pasar, pero ya pasó y si no es un idiota me entenderá...

Me arropo con el uniforme del Preuniversitario, desayuno mi común vaso de leche, cuando paso hasta la puerta lista para irme no veo a mi mamá por ningún lado y afuera me recibe el camino montañoso para salir del infierno.

Ahora que lo pienso, vi unos cuantos mensajes del chico que me dio mi primer beso, en los que me pareció preocupado por mí, y lo dejé en visto, sí, no le respondí nada y tampoco pienso hacerlo.

«Me siento rara» Maikel y yo tenemos el acuerdo de que la primera vez que yo hiciera algo sexual, tenía que contarle con pelos y señales. La situación en la que estamos no amerita esa plática, pero la ansío. No puedo soportar más estas inmensas ganas de abrazarlo y que seamos los de antes «unidos»

La tristeza me abarca y el pecho se me comprime recordando las miles de veces que me ha sacado sonrisas, aún en mis peores momentos, sus chistes constantes, incluso que me pidiera consejo con sus ligues extraño. Sus ojos verde azules, el cabello rubio que he jalado varias veces, el pecho en que he puesto mi cabeza para llorar, su altura de gigante...

Las lágrimas por más que las retengo se deslizan por mis mejillas sin control mientras calmo los sollozos que son la cuenta regresiva para estallar. Es una mezcla de tristeza y rabia que me hace arder la garganta «ridícula» en vez de estar llorando debería ir y arreglar las cosas con él para salir de mi martirio.

Me siento mal por lo de Maiki, pero no puedo evitar que parte de mi este feliz y emocionada, es decir, por primera vez pude dejarme llevar y me gustó, todo lo que Adriano me hizo sentir me fascinó.

Llego justo a la hora de entrada y aprovecho para observar disimuladamente entre la multitud con el fin de encontrar a mi mejor amigo y...

Está sentado en un muro frente al insti, se le ve cansado y sin ánimos, casi como nunca. ¿Que le pasa a mi Maiki? Voy a intentar arreglarnos, porque es ahora o en un buen tiempo cuando vuelva a tener valor...aunque me tenga que volar el primer turno y que luego me regañen. «vale la pena»me convenzo.

Camino dudosa en su dirección y juego con los botones de la camisa por el nerviosismo que me da inseguridad cada paso que doy «¿y si no tiene intención de volver a ser mi mejor amigo?» «¿y si dejé de importarle y se dio cuenta de que sin mí está mejor?» Esas preguntas me taladran el cerebro.

Adictos A Lo OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora