Capítulo 8

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Adriano

No me gusta que vengan a mi casa, ningún amigo mío ha venido. Si tan solo mis padres reflexionaran sobre sus cuidados en mí se diera cuenta de todo lo que hacen mal y de lo ciegos que están si creen que soy feliz así.

Tomo mi teléfono y miro la hora, 7:24 pm. Tomo el frasco de perfume que roció sobre mí, me encanta siempre oler bien, los perfumes no me duran mucho que digamos. El teléfono lo guardo en el bolsillo de mi short y arreglo mi cabello con las manos.

Mis padres están abajo así que no puedo salir como una persona común y corriente por lo que me sujeto de la ventana para luego soltarme y caer sobre el césped. Camino por la calle dándome cuenta de que algunos me miran, «seguro me vieron tirándome»

Camino bastante bajo la noche. Hay una pequeña brisa que me agrada.

Visualizo a Kamila en las afueras de su casa y no espera hasta que yo llegue sino que viene y se me lanza para abrazarme.

—¿Comiste?— es lo primero que me pregunta.

—Si ¿Por qué?

—Porque estas gordito y rellenito—expuso apretujándome todo, y la dejo hacer todo lo que quiera, con ella es más fácil siempre dejarme llevar.

—¿Y bueno que paso? Espero que me hayas citado por algo importante—quise indagar.

Se separó de mi mostrando que ya la había irritado—¿Asere tu nunca puedes esperar?—puso los ojos en blanco y negué—Ven, vamos.

Toma mi mano y me entra con ella para su casa. La noche se resume en tomar helado, ver una película y terminar entretenidos jugando por el teléfono. Es relajante pasar rato con ella, siempre me saca una que otra sonrisa mientras me cuenta todo tipo de chisme que escucha por todas partes.

Mis ojos se enfocan en mi Instagram pasando fotos y mas fotos, solo trato de no aburrirme. Me desvió unos segundos cuando un nuevo mensaje me llega.

Kamila: Lo que tengo que decirte es tan importante…

«Importante»  Ahora soy yo el que pongo los ojos en blanco, Kamila es penosa con muchos pero espero que no lo sea conmigo.

Adriano: ¿Ya te arrepentiste? Kamila estas delante de mí, solo habla.

Kamila: ¡Pinga!, me gustas.

«Me gustas» Sus palabras se me graban en la mente y vuelvo a releer el mensaje pero vuelvo a encontrar las mimas ocho letras. Me da miedo hablar ya que solo me vuelvo a enfocar en ella. Su rosto preocupado pero tan simpático y agradable, sus ojos negros están ausentes. Me gusta observarla como la amiga que siempre trae el pelo recogido pero desordenado. Es una mujer cautivadora que logro cautivar toda mi amistad y confianza en ella.

Adriano: Nunca digas la palabra pinga, recuerda que la boca pide lo que el cuerpo necesita.

Me da por bromear y me sorprende la rapidez con el que ve el mensaje. Un suspiro sale de sus labios y me recompongo sin dejar de mirarla aunque recibí otro mensaje. ¿En qué momento escribió que no la vi?

Ariadna: Adriano, estoy frente a tu casa, te necesito.

Joder, no puede ser que ahora también Ariadna me esté necesitando, no puedo con todo a la vez.

—No es un juego, Adriano—la voz frágil y tranquila me sorprende.

—Tampoco  hubiese querido este juego—le confieso acomodándome en el sofá de su casa, justo a su lado. Si ella está tranquila supongo que no tengo nada de que preocúpame.

Adictos A Lo OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora