Capitulo 33

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El calor que ya se había vuelto costumbre cada que estoy a su alrededor pasa de ser un simple calor a un inmenso incendio que se instala en mi vientre.

Pasando mis manos por su cabello lo atraigo más a mí haciendo que me incline ligeramente y que el al igual que yo tenga que inclinarse.

Ambos caemos en el suelo cubierto por la manta el encima de mí.

Sus manos se cuelan por mi camisa dándome un escalofrío al sentir lo helado de estas con el calor que mi cuerpo emana. Subiendo y bajando por mis senos cubiertos con un sujetador hasta mi vientre en donde mi ropa le impide bajar.

—Ryder. —Suspiro al sentir sus labios alejarse de los míos y bajar a mi cuello.

Sus manos se quedan en mi pantalón buscando abrirlo.

— ¡Ah! —Gimo al sentir su mano colarse por ellos una vez abiertos.

El frio de sus manos que causaba una corriente en mi cuerpo, ahora crea un desastre en mis bragas al sentirlas sobre la tela trazando la humedad que la traspasa.

—Umm...—Murmura en mi cuello mandado las vibraciones de su voz a todo mi cuerpo.

Mis manos se encuentran aún en su cabello jalándolo levemente.

Mi respiración se vuelve desesperada.

Mi conciencia ha decidido dejar de dar malos consejos...

¡Oye! A mí no me metas en tus cochina das, puerca.

Elevando mi pelvis busco su toque más a fondo.

Muy a fondo...

Él se separa de mi cuello mirándome con una sonrisa y mil palabras en su mirar.

Jamás pensé que una mirada brillará más que las estrellas que se encuentran contemplando nuestro momento.

Me vuelve a besar esta vez con más lentitud, pero acelerando sus movimientos sobre mis bragas.

Gimo en medio del beso y lo invito a adentrarse más con ciertos mi pelvis hasta que por fin mueve mis bragas a un lado haciendo el contacto directo.

Mis manos bajan a su suéter en donde adentro las manos por debajo de este y su camisa haciendo que sea él el que se estremezca ante el frío de mis manos.

—Deberíamos. —Me besa. —Volver. —Me vuelve a besar y acelera sus movimientos sobre mi clítoris. —A la cabaña. —Adentra dos dedos de golpe en mi haciéndome echar la cabeza hacia atrás mientras gimo. —Aunque primero vamos a darte el orgasmo.

Sus movimientos se sincronizan embistiéndome con sus dedos y volviéndome loca con sus besos.

Cuando siento no poder más, ni por el frío, ni por el fuerte calor que hay en mí, llego al orgasmo gimiendo su nombre y puede que arañando su pecho en busca de soporte.

—Me gustas. —Saca sus dedos de mi interior, jadeo.

Lo miro llevar ambos dedos a su boca chupando todo liquido en él, no me sorprende que lo haga, tampoco me conmociona, no es la primera vez que lo hace, se ha vuelto su obsesión cada que sucede este tipo de cosa.

—Vamos, hay que ir a la cabaña o te follar aquí y me va a valer verga si alguien nos ve. —Me ayuda levantarme extendiéndome la mano y esperando pacientemente el que me arregle la ropa y las ideas.

Lo miro cayendo en cuenta de algo importante en él.

— ¡¿Tu eres idiota o te haces?! —Le riño.

Me mira con desconcierto.

— ¿Eh?

— ¡El cabello y los ojos, Ryder! —Le casi grito.

Homicide love. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora