Capítulo 21

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Ryder.

Sonrió.

De verdad, lo hago. No es una sonrisa falsa. Jamás pensé que llegaría el momento en el que volviera a sentirme mínimamente feliz.

Y estoy solo...

Ese simple pensamiento me lleva de la felicidad plena a la tristeza, pero aun así no llega a superar toda la felicidad, porque a pesar de estar triste, siento ese calor en el pecho que me hace sentir vivo.

Así como nadie merece estar solo en sus peores momentos, tampoco merece estar solo en sus mejores momentos.

Se supone que en la vida están esas personas que están en las buenas, aquellas que está en las malas y aquellas que están en ambas, viendo tus bajos y altos, llorando y riendo contigo en cada momento.

Yo estoy solo, lo estuve cuando me entere de mis padres y lo estoy ahora que experimento una felicidad verdadera, una que no es efímera (O eso espero), una que no está creada a base de mentirás.

Mi abuela estuvo en el momento en el que lloraba por mis padres, pero estuvo creyendo una mentira, confortándome de lo que ella creía que era la causa y no estaba ni cerca de la verdad.

No juzgó, porque tendría que empezar por mí. Cualquiera hubiese dicho el descubrimiento, pero yo no pude, yo simplemente no puedo ver a mis abuelos sufrir (De por sí, ya han de tener el peso de sus mentiras encima), no dije nunca lo de mis padres creando una mentira por omisión, lo cual me hace igual a ellos.

Cierro el diario incapaz de seguir escribiendo. Lo que empezó como un maravilloso recordatorio de la increíble noche que tuve, termino siendo un recordatorio de mi verdadera verdad.

—Ryder. —Salgo de mis pensamientos al ver a mi abuela pasar a mi habitación.

—Diga. —Cierro el diario metiéndolo debajo de mi almohada.

Mi abuela pasa desapercibido el gesto. Se acerca caminando a paso lento, se sienta en el comienzo de la cama con cuidado de no caerse. Poso mi mirada en su cabello corto y blanco, sus arrugas se hacen presentes cuando sonríe al notar mi mirada en esa parte.

—Es irónico que a pesar de querer ocultar un hecho, el destino siempre busca la manera de recordártelo. —Comenta sin dejar de sonreír.

—Pues el destino es una mierda. —Bromeó y la escucho reír. — ¿Qué desea la bella dama enfrente mío? —Pregunto con una sonrisa de lado.

—Deseo tantas cosas, muchas imposibles. —Suspira para seguido sacudir la cabeza y mirarme. —Tú abuelo quiere enseñarte unas cosas que te sirvieran cuando te toque dirigir. —Comenta.

— ¿Aquí? —Pregunto cauteloso.

—Obvio que aquí—Responde al instante viéndome con pesar que no logra ocultar.

Es obvio que es aquí, mi abuelo no me dejaría salir por nada en el mundo.

—Claro.

Estoy desanimado, enserio ansió el momento en el que pueda dirigir, en el que sea libre, en que pueda caminar en la madrugadas por las calles solitarias, sin miedo en el que me descubran. Sonrió ante el pensamiento, me recuerda a una persona.

—Me gusta esa sonrisa. —Oigo a mi abuela. —Se ve autentica. —Mi sonrisa flaquea un poco, pero no se borra aun cuando la miro con una ceja en enarcada.

—Es autentica. —Afirmó.

Seguimos hablando un poco más dejando de las el tema de mi sonrisa. Mi abuela me recuerda que mi abuelo me enseñara en su despacho. Lo bueno es que es después de que el turno de Darleen termine, lo que me permite ir a verla. Como ahora, que me dirijo a donde se encuentra.

Homicide love. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora