Capítulo 3

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Dominique arranca el auto apenas subo, aprovecho la paz y el silencio del auto para leer el reglamento que me entregó Elton.

1— Cada petición pedida por el joven Beckett, será informada a Elton antes de cumplirla; lo mismo aplica para cosas fuera d la mansión.

2— Se está totalmente prohibido que el joven Beckett salga de la mansión, al menos que no sea al patio o áreas libres.

3— En caso de ver al joven intentar salir debe ser informada con urgencia al señor Beckett.

4— Está prohibido cualquier relación no sirvienta—jefe con el joven Beckett.

Como si yo fuera a tener algo con él.

5— El cuarto del joven sólo será acomodado cuando él no esté allí. (Entre las 5 y las 6 pm)

6— Está prohibido estar en la habitación del joven Beckett estando él ahí.

Sigo leyendo cada regla e información sobre mi trabajo con el joven Beckett.

Bostezo aburrida de tantas letras hasta que una en especial me llama la atención. Una en mayúsculas, en negritas y subraya.

"Está totalmente prohibido hablar sobre la historia de los padres del joven Beckett (Amor homicida) en la mansión."

¿Por qué tanto afán por no contar la historia?

Me pica la curiosidad, pero la ignoró bajando del auto en el momento que se estaciona en mi casa.

Me detengo frente a la puerta suspirando pesadamente.

Dominique enciende el auto para meterlo en el garaje.

Abro la puerta siendo recibida por la mueca en la cara de mi mamá dándole a entender que mi papá está en casa y no está de muy bien humor.

Cierro la puerta con cuidado y caminando en puntillas para no hacer ruido con los zapatos, corro a mi habitación.

Parezco una fugitiva allanando una casa, aunque esta es mi casa y no soy una fugitiva.

— ¡Darleen Leonore Caldwell Denison! —Ugh Odio mi nombre completo y más si es nombrado por alguno de mis padres.

Todos sabemos que nuestros nombres completos en los labios de nuestros padres no es nada bueno y esta no es la excepción.

—No se encuentra, pero si quiere hablar con ella le doy su mensaje. —Intentó bromear volteándome lentamente y encontrándome con mi papá fulminándome con la mirada.

— ¿Se puede saber a qué diablos fuiste a la mansión Hitlmon? —Quiero decirle que No, pero no me atrevo.

—A trabajar. —Contesto en su lugar.

— ¿A trabajar? —Pregunta para sí mismo. — ¿En qué? Si eres una niñata inexperta. —Él sabe a qué, pero quiere saber si tengo el valor para decírselo en cara.

—De sirvienta. —Contesto agarrando una postura despreocupada y confiada, aunque este todo lo contrario.

— ¿Qué sabes tú de servir, si ni siquiera puedes hacerle caso a tu propio padre? —Mi padre refuta con altanería.

—Tal vez no me guste hacer caso, pero para poder tener el poder de mandar y no ser mandada, tengo que empezar así ¿o no fuiste tú él que me enseñó que para llegar a mandar hay que primero saber ser mandado? —Muestro una sonrisa angelical.

Mi padre me ve aún más molesto que antes.

—Pues aprende a ser mandada, por tu padre, no por un chico que ni siquiera sabe que es su propio reino. —Me responde y me enfurezco más.

Homicide love. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora