Epílogo

28 4 5
                                    

Me encuentro sentada en el despacho de mi padre escuchando cada una de las palabras que suelte el alcalde.

— Eres una aprovechada. —Termina y lo miro.

Mi padre quien estaba sentado escuchando cada una de las injurias lanzadas hacia mí de levanta.

— ¿Termino alcalde?

Él lo miro y yo no digo nada, mis ojos pican y mi cuerpo pesa.

— No. —Le responde y me mira. —Quiero que dejes el pueblo, hoy luego del anuncio que daré. No dejaré que usted, dañe a mi nieto.

Alzo la cabeza mirándolo con sorpresa y terror al mismo tiempo y mi padre lo ve indiferente.

— De acuerdo. —Es lo único que responde y yo no me puedo sentir peor.

¿Ni siquiera en este momento es capaz de defenderme?

El alcalde se acerca a uno de sus hombres y este le extiende un USB.

Se voltea caminando hacia mí y me entregar el USB que tomo con manos temblorosas.

— Sin más me despido. —Sale del despacho junto a sus guardias dejándome con mi progenitor.

Quisiera decir que me preparo mentalmente para su regaño, pero a estas alturas ya no puedo ni cargar conmigo misma y me vale todo.

— Alista tus maletas, te irás a Londres. —Me informo y lo miro.

Las lágrimas corren por mí cara incapaces de quedarse en mis ojos.

Siento un ardor doloroso, este parece no tener un principio y veo imposible que tenga un final.

— Papá. —Mi se escucha quebrada.

No lo miro, solo veo al USB negro en mi palma.

— ¿Qué pensabas al hacer eso?; ¿Llevarnos la contraria? Tú misma buscaste dependerte, la dependencia tiene responsabilidades y consecuencias, para aprender a ser dependiente tienes que saber cuándo es confiable tomar una decisión.

Nunca le dirijo la mirada, no digo nada, solo asiento dándole la razón.

— Darleen en esta vida ser responsables es pensar con la cabeza y olvidar al corazón, aunque eso traiga arrepentimientos por el resto de nuestras miserables vidas ¿Te arrepientes de haber ayudado al muchacho?

Me pregunta y lo pienso.

¿Me arrepiento? Me encuentro en un punto sin retorno, no hay más que hacer, estoy destruida de manera emocional y mental.

Estoy cansada y sin fuerzas, y aun así cuando intento imaginar cómo hubiese sido si no hubiese aceptado ayudar a Ryder siento un dolor en el alma y se me es inédito el que no lo hubiese hecho.

Niego con la cabeza. —No.

Entonces lo siento sentarse a mi lado y pasar sus brazos por encima de mí.

Me tenso momentáneamente antes de que mi cuerpo empezara a temblar y mis sollozos se hicieran imposibles de detener.

— Tal vez, fue estúpida tú decisión, pero no te arrepientes, Darleen, sientes que hiciste lo correcto y ese pequeño pensamiento tuyo vale más que mil alabanzas sociales.

No digo nada, solo paso mis brazos por su cuerpo abrazándolo, buscando el apoyo que tanto espere y que ahora más que nunca lo necesito.

Mis sollozos son incontrolables, mis lágrimas infinitas, mi rostro ha de ser el verdadero retrato de dolor, y la tristeza que se asienta en mí no tiene fin.

Homicide love. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora