XVII

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Kurapika no podía terminar con él, eso debía ser una mala broma. Una pesadilla.
Una relación de diez años no podía acabar por algo... cómo eso. O quizás sí.
A Killua le gustaba Gon. Le gustaba mucho. Eso lo tuvo claro cuando Kurapika lo sacó de la habitación y cerró la puerta con seguro.

-Kura... Déjame entrar.-

No había respuesta alguna, sólo se escuchaban sollozos del otro lado.

Cuando entendió que no había forma de entrar comenzó a pensar en dónde pasaría la noche. Su habitación no era una opción y Gon... Moría por ir con Gon, pero no debía. Estaba mal. Kurapika era el amor de su vida y Gon solo era una confusión. Nada más.

Llamó a quién nunca imaginó.

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La casa era humilde y la cama de invitados no era muy cómoda, pero era acogedora. No se quejaba.

-Oye viejo, gracias por dejarme dormir aquí.-

-No es que me caigas bien, pero si te llega a pasar algo Gon me mata.-

Hubo un silencio sepulcral.

-Killua... ¿Me puedes decir qué pasó?-

-No es de tu incumbencia Leorio.-

El mayor bufó molesto. Claro que era de su incumbencia si tuvo que ver llorar a su mejor amigo todo el mes por culpa de ese peliblanco.

-Como quieras...- Apagó la luz y se dirigió a la salida. -Que tengas una buena noche Killua.-

-Tu igual viejo, duerme bien.-

Ahora que estaba completamente solo en la oscuridad de la noche se dedicó a llorar. Con Gon había aprendido que eso era algo natural y se sentía tan bien liberar las molestias de esa forma.

¿Quién era realmente? Definitivamente no era el mismo chico que a comienzos de año. Se sentía completamente diferente.

Pero demonios, Kurapika era la persona que más lo conocía en el mundo. Sabía de sus inseguridades y lo ayudaba a enfrentarlas, su relación era algo que jamás pondría en duda... Pero ya no era el mismo.

Aunque... Quizás Gon solo era un amor pasajero o fugaz, algo momentáneo. Llevaba diez años con el rubio, quizás solo era una crisis.

Intentaba convencerse a sí mismo, pero no podía mentirse.

Cada vez que estaba con Gon su corazón bailaba y su cuerpo se movía solo en busca del contacto con el moreno. Amaba como sus respiraciones se mezclaban tranquilamente a la hora de dormir.

Sonrió tontamente al pensar en todas las veces que durmieron juntos. Lo extrañó en ese mismo instante.

¿Qué debía hacer? No quería arruinar su amistad con Gon. Y se sentía la peor persona del mundo porque probablemente Kurapika se durmió llorando por su culpa.

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Caminó por el pasillo completamente enfurecido, las lágrimas rodaban por sus ojos y su pecho estaba acelerado.


-Killua abre la puerta.- Llamó una vez, no quería formar un escándalo.

No salió nadie. Llamó a la puerta una vez más, está vez golpeándola con fuerza.

-¿¡Qué mierda te pasa!?- La chica abrió la puerta enojada e hizo entrar al rubio de un tirón a la habitación.

-¿Qué mierda me pasa a mí? ¿¡Qué mierda le pasa a él!?- Kurapika buscó a Gon en la habitación y lo encontró en la cama secando sus lágrimas. -¿Dónde está él?-

Estragos De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora