Estragos De Amor

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Apenas piso su cuarto Kurapika se lanzó sobre él a hacerle miles de preguntas. Segundos después pasó de largo y vió cómo llenaba de besos la cara de Killua y luego se aferraba fuerte a su cuerpo.
Toda la felicidad que había sentido hace unos momentos desapareció cuando Killua acarició la cabellera del rubio para calmarlo.

-Estoy bien... No me pasó nada Kura.-

-Amor... Pensé que les había pasado algo malo.-

-Gon me cuido toda la noche, no te preocupes...- Miró al moreno con la mirada más suave que tenía. Gon no pudo evitar sonrojarse.

-Gracias Gon.- Agradeció mil veces el rubio. El aludido solo sonrió incómodamente.

Su corazón se rompió cuando se besaron en la boca. Era un golpe a la realidad, nunca más podría estar con Killua de la forma en la que estuvieron hace unas horas. Pero ¡hey! Eran mejores amigos.

Sabía que debía despedirse, pero no sabía cómo. Sólo atinó a revolver los blancos cabellos de la cabeza de su mejor amigo. Killua sonrió divertido y revolvió sus cabellos también.

-Nos vemos en un rato Gon.-

-Nos vemos en un rato.-

Mientras Killua desaparecía por el pasillo de la mano de Kurapika, Gon se sintió la persona más mala del mundo.
Su amigo le había dicho que a su novio no le gustaba que le tocaran el cabello, precisamente ese fue el motivo por el que llevo acabo su acción. Y supo que funcionó cuando el rubio se sorprendió.

Tan solo dió dos pasos más en su habitación y sintió cómo los pequeños brazos de Fernanda rodeaban su cuerpo. -Pensé que estabas muerto o algo así. ¿Tanto te costaba contestar el celular?-

-Lo siento Fer, estoy vivo.-

-Que lamentable.- Se soltó del agarre y se tiró en su cama a ver el celular. -Por cierto... Feliz cumpleaños.-

-Gracias.-

-Deberías bañarte, tienes una mezcla de olor a alcohol, tierra, detergente de mala calidad, colonia barata y perfume caro.- Lo miró con una sonrisa juguetona. -Claramente el perfume caro no te pertenece.-

-Siempre me sorprende la capacidad que tiene tu nariz para detectar olores. Hasta pienso que eres mejor que yo... Solo a veces.- Ignoró a propósito el último comentario de su amiga.

-Hoy puedes ser mejor que yo, solo porque es tu cumpleaños.-

Gon entró al baño y se deshizo de sus ropas hasta quedar completamente desnudo. Comenzó a estirar sus músculos para desatrofiar sus huesos y sintió curiosidad. Tomó la chaqueta sobre la que durmió Killua en esa cama de cuarta y sintió claramente su olor, era un perfume reconfortante.
Cuando vió el espejo divisó a un idiota oliendo una chaqueta, la tiró lejos y se metió a la ducha.

Miles de pensamientos comenzaron a inundar su mente, sólo podía pensar en Killua. En sus ojos, su nariz rojita por el frío, en sus mejillas rosadas, en su suave cabello, en sus ricos abrazos y su linda voz. Una voz que coreaba junto a él sus canciones favoritas en la soledad de un cerro, mirando las luces de la ciudad y rozando con cuidado los dedos de sus manos. La voz que le canto el cumpleaños a media noche, junto a la pequeña llama de una vela.

Abrió sus ojos cuando lo notó. Fue en ese preciso momento antes de apagar la vela, que su forma de ver a Killua cambió por completo.

No pudo evitar pensar en los besos que el chico depositó en su mejilla ¿Si hubiera corrido la cara se besarían en la boca? Quizás un beso largo y suave... Con solo imaginarlo su cuerpo se erizaba por completo. Notó inmediatamente que tenía un problema en la entrepierna, pero no, no haría nada para calmarlo. Se sentía un maldito pervertido.