XXI

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Fue un beso corto, máximo cuatro segundos. Luego vino otro, y otro, y otro más. Besos cortos, sus bocas se estaban recién conociendo, pero después de unos minutos comenzaron a ser largos, demasiado largos.

La mezcla de emociones que recorrían sus cuerpos eran realmente impactantes. Nunca se habían sentido así en la vida.

Habían nacido para vivir precisamente ese momento, para que sus labios se encontraran y se acoplaran a la perfección.

No podían pensar en nada, solo en lo bien que se sentía. Y en que habían extrañado la boca del otro toda su vida.

Se acomodaron mejor en la cama para seguir besándose, acariciándose con timidez las mejillas. Podían adivinar que estaban sonrojados por el calor que sentían bajo sus dedos.

-Killua...- Suspiró Gon.

Ahí el albino despertó. Volvió a la realidad.

Se separó rápido del moreno completamente avergonzado.

-Idiota.- Fue lo último que dijo antes de salir corriendo al baño para esconderse.

Gon salió rápidamente tras de él. Con una sonrisa estúpida en la boca. Estaba completamente enamorado y feliz.

-Killua... Vamos sale quiero verte.-

-Esperame quince minutos... ¡Mejor veinte! Deja que se me pase la vergüenza.-

-Como quieras... Besas bien por cierto- Se fue a la cama con una enorme sonrisa mientras su corazón latía acelerado ¿Se podía ser tan feliz?

Movía sus pies con rapidez de arriba a abajo, mientras gritaba contra una almohada. Era la persona más feliz en el mundo.

Mientras Killua se miraba fijamente en el espejo, todo rojo y con el corazón en la mano. No podía borrar esa tonta sonrisa que se le ponía en el rostro cada vez que pensaba en esos besos que compartió con Gon.
Comenzó a dar saltitos de la emoción y a dar gritos ahogados.

Ahora los dos estaban literalmente saltando de la emoción.

Cuando ya estuvieron más calmados, Killua se dirigió al cuarto en dónde Gon lo esperaba ya dentro de la cama.

-Hola Killua.-

-Hola Gon.-

El albino ya con su pijama puesto se metió en su lado de la cama sin decir palabra y apagó la luz.

-Buenas noches Killua.-

-Buenas noches Gon.-

Suspiraron y se miraron al mismo tiempo con una sonrisa avergonzada.

-Esto fue un mal entendido.- Rompió el silencio Killua, haciendo que la sonrisa de Gon se apagara de a poco.

-¿Mal... Entendido?- Intentó que su voz no temblara, pero no lo consiguió.

-Pensé que estabas enamorado de Kurapika...- Dijo avergonzado. -Pero gracias por dar el primer paso... Si fuera por mí realmente sería como en unos cinco años.-

Killua se acurrucó en el pecho de Gon dejando al moreno confundido.

-Eres idiota... Pensé que era obvio que eras tú Killua.- Soltó una risita.

-No era obvio...-

-Lo que tú digas...-

Soltaron risitas tímidas y avergonzadas.

-Me siento feliz Killua...-

-Yo también Gon.-

Se miraron como buscando la aprobación del otro y la encontraron.
Volvieron a darse un pequeño beso en la boca y después Killua se aferró con fuerza a Gon ahogando su grito en el pecho del moreno.

-Quiero gritar de la felicidad Killua.-

-Sí...-

Gon lo abrazó con pertenencia, ahora Killua era suyo. O por lo menos en ese momento lo era.

-Duerme bien Killua.-

-Duerme bien Gon.-

-Oye...-

-¿Sí?-

-Me encantas Killua.-

El albino en protesta le pellizcó un pezón haciendo sollozar al moreno.
-Deja de decir cosas tan vergonzosas de la nada.-

-Lo voy a seguir haciendo.-

-Como quieras, duérmete.-

Se acomodaron para dormir y ambos suspiraron con una sonrisa en el rostro.

-Oye Gon...-

-Estoy durmiendo...- Tenía una sonrisa juguetona.

-Uhm, te odio.-

-Ay Killua... No me digas esas cosas voy a llorar.- Comenzó a hacer ruidos de llanto, aunque en realidad fueron muy falsos.

-En qué momento Gon...- Preguntó con timidez.

-¿No lo sabes Killua?- Gon deshizo el abrazo para mirar a Killua a los ojos. La oscuridad de la noche hacía que la poca luz que atravesaba la ventana del cuarto se reflejara en esos atentos ojos azules que le atravesaban el alma. Su corazón se sentía cálido.

-No me digas que...- No perdió el contacto visual aunque sus mejillas estuvieran teñidas de rosado.

Gon asintió.

-Pero... Estaba borracho y feo... Insportable también...- Bajó la mirada, no pudo más de vergüenza.

-Estabas frágil, sincero y lindo, muy lindo.- Gon tomó las manos de Killua bajo las sábanas y las acarició. Luego le dió un besito en la boca. -Eras como un sueño... Casi irreal.- Soltó una risa embobada. -De hecho aún lo eres.-

-Gon...-

-Te ves tan lindo con esta pequeña luz que entra a la habitación, tan brillante.-

El albino se apegó con fuerza al pecho del moreno y lo abrazó, no lo quería soltar jamás. Quería sentir esa vergüenza toda su vida, aunque pronto entendería que... Esa vergüenza que sentía en realidad era amor.

Porque amar le daba vergüenza. Y eso era gran culpa de la forma en lo que lo criaron.

En diez años de relación nunca se sintió de esa forma. Quizás... Gon era lo que necesitaba para empezar a amar con libertad.














Estragos De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora