XI. Discusiones de desierto caliente; calma y frío de las flores nocturnas

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Da un par de palmadas al caballo tras bajar de su lomo. Jungkook se queda mirando al frente sin dejar de pensar en la larga charla que tuvo con lord Oh. Sus quejas, las aseveraciones y el hecho de que esté de acuerdo o dudoso con respecto a mucho de ello. Se muerde los labios un instante y aprieta la mano derecha.

La alianza fue realmente eso o ¿Se rindieron? ¿De verdad fue eso? Y ahora son poco más que los perros fieles de Japón que tratan de evitar otro problema siguiéndoles la corriente como tontos. Niega con la cabeza, su expresión dudosa y disgustada. Es tan complicado distinguir entre una cosa y la otra. Saber si Agust hizo la elección correcta al buscar esta paz entre los tres imperios.

Avanza al interior de la casa y nota que hay muchísimo movimiento. Kurimjanie va a su encuentro con rapidez, chocando su cabeza con el pecho de su usuario. Jungkook le acaricia con cariño, felicitándola por haberlo hecho tan bien. Jin va a recibirlo, pero a juzgar por su expresión, todo va incluso peor de lo que ya luce.

—Mi señor Taehyung quiere hablar con usted ahora.

Asiente y Kurimjanie entra en Jungkook para descansar. Ha estado haciendo demasiado en un periodo de tiempo relativamente corto. Está muy cansada y Jungkook la permite descansar dentro de él.

. . .

—Hay trescientas cuarenta y dos personas en ese poblado, de las cuales setenta y cinco acabaron heridas, veinte muertas y al menos catorce de ellas eran niños que no pasaban de los cuatro años—expone Taehyung con profunda molestia. Jin los mira alternativamente. Taehyung ni siquiera se ha cambiado la ropa. Aún tiene la tela manchada de sangre. La de esa niña que trajo cargada y por la cual estuvo llorando un rato—. Exijo que me explique qué demonios fue lo que sucedió y cómo es posible que tanto daño fuese hecho cuando debió haberse evitado.

—Evitar por completo el ataque habría generado sospechas. Conmigo aquí ya hay motivos de sobras para que la confianza que tienen en mi sea disminuida. No quería tentar esa posibilidad. —explica Jungkook. Una simple y vaga excusa que causa más ira en el lord.

— ¡Poco me interesa! ¡Con lo lento que viajan las noticias habría dado igual y lo sabes bien! ¿¡De qué lado está!?

—Mi señor, cálmese un poco... —pide Jin—. Sabe que esto es más complicado de lo que parece. Si el señor Jungkook consideraba necesario avanzar de esta manera-

— ¡Como dije: no me interesa! ¡No se trata de simple territorio! Un trozo de tierra, una casa o un montón de plantas. Hablamos de personas que vivían y ahora no lo hacen, ocuparan el viento convertidos en ceniza porque no hicimos lo básico: protegerlos de esta amenaza desquiciada—recrimina Taehyung con rapidez. Jin guarda silencio. De nuevo, el corazón blando y sentimental de Taehyung al habla—. Me dan igual sus tramas y juegos políticos. Las vidas de las personas no son prescindibles. Son seres que viven, sienten y sufrieron hoy.

—Y no lo harían porque estarían muertas. Le guste o no, la mayoría se salvó y eso es lo necesario para darle falsa comodidad al enemigo—Contradice Jungkook con firmeza en sus palabras, por más que a él mismo le causen disgusto—. No deje el sentimentalismo lo impida notar los sacrificios que tienen que hacerse.

—Este no era un sacrificio necesario ¡Era uno evitable! ¡No debía ser un sacrificio para empezar!

—Si piensa de esa manera, lo mejor que puede hacer es dejar que su kisaeng se haga cargo de todo, ya que claramente usted no es el más apto para llevar a cabo sus deberes y su rol.

Jungkook se levanta, hace una reverencia y se retira sin decir nada más. Eunji toma a Seok de la nuca con la boca, encajando un poco los colmillos romos y así evitar que el dragón de tierra pueda ir contra Jungkook. Tiene las de perder por la cantidad de oscuridad que hay dentro de la casa.

~ * * * ~

— ¿También vienes a discutirme lo que hice?

—No. En lo absoluto, vine por otra razón.

Jin cierra la puerta tras él. Jungkook permanece abrazando a Bam, los ojos cerrados y el perro frotando ligeramente la cabeza contra el cuello del noble. El kisaeng toma asiento frente a Jungkook y extiende la mano. Jungkook abre los ojos y frunce las cejas con extrañeza. Toma la mano de Jin, quien la aprieta.

—Estás temblando. —comenta Jin.

—Tengo frío. Es to-

—No. No es eso—Interrumpe al instante, haciéndole girar la mano y al separarse, Jungkook halla una pequeña flor en su palma. Un lirio de tigre. Es su flor de nacimiento—. Estás asustado... Siempre que lo estás, eres tan arisco y serio, pero indiferentemente a tu comportamiento, tiemblas como un niño—menciona Jin con ligero tono de burla y Jungkook no responde nada a eso—. Mi señor sigue muy molesto.

—Él no lo entiende.

—No. Realmente no lo entiende y sé que será muy complicado explicárselo, pero algo lograré—afirma Jin con confianza en sí mismo. Jungkook mira la flor de cerca—. ¿Puedo pedirle algo?

—Si es disculparme con su señor para bajarle los humos, no.

—Ay, para nada, no pediría algo tan absurdo—ríe Jin con ánimo. Ladea la cabeza, viendo a Jungkook fijamente. Kurimjanie surge para ver la flor también—. Podría... Quisiera que no cambie.

— ¿Uh?

—Pido que no cambie... Porque en el fondo sé, que a usted tampoco le gusta el hecho de que deban haber perdidas—Jin se levanta de su lugar—. Y tiembla de miedo porque tendrá que matar a alguien pronto... Alguien que vio de cerca, tiene esposa, hijos, familia y más gente que lo extrañará sin saber las monstruosidades que fue capaz de hacer—Deja caer la cabeza a un lado—. Siga siendo Jungkook, por favor.

Y con eso último, Jin se retira de la habitación, dejando a Jungkook solo con su dragón, Bam y la flor tan delicada y diminuta como él se siente de pensar todo lo que debe hacer de ahora en más.

Seven Dragons || BOOK 4#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora