Seven Dragons || BOOK 4#

XVI. La compañía más dulce y amena

Yoongi se remueve y levanta la cabeza del futón. Tiene parte del cabello en la cara. Es irónico, pero suele moverse dormido después de tener relaciones. Especialmente cuando está solo en el futón. Busca a Jungkook en la habitación, ni siquiera hay rastro de Kurimjanie. Migurim se mete por debajo de la colcha y se echa a un lado de Yoongi, frotándose con su usuario.

— ¿Qué hora es? —cuestiona a la dragona. Debe ser algo avanzada la mañana por la luz que entra incluso a través del papel de las paredes y puertas.

Tarda muchísimo en desperezarse y mucho más aun en vestirse para salir. Bosteza a medida que camina y por ladridos, encuentra a Jungkook en el jardín trasero de la casa, entrenando a los perros que tiene. Son una manada de dieciséis. Incluso Bam está bastante bien acoplado y lo sorprende lo bien organizados que son todos ellos.

Considerando como es Jungkook, cualquiera creería que serían un caos. Porque el hombre adora mimarlos y jugar con ellos. Yoongi baja a la primera planta y se sienta en el suelo, al borde de la casa para poder mirar como lo hacen.

— ¿Cuál es tu manía con tener tantos perros?

—Son compañeros fieles.

—Uh.

— ¿No te gustan acaso? —cuestiona Jungkook.

—Tan solo es extraño que los tengas—resopla Yoongi—. Jin tiene unos animales raros llamados alpacas, Jimin con sus ciervos y luego estás tú con tu manada de perros ¿Te sientes tan solo? —Jungkook da una risa tímida, los perros se dan por libres de jugar a falta de órdenes de Jungkook.

—No. Tan solo me agrada tenerlos. Después de todo... Siempre me han acompañado. Incluso en los peores momentos—explica sentándose junto a Yoongi—. Cuando me sentía solo y nadie podía estar conmigo para consolarme, había al menos uno de ellos.

Yoongi levanta una ceja. Se pregunta cómo habrá sido aquello.

~ * * * ~

Solloza, metido en su habitación. Afiebrado y sangrante. Cometió un error. Tan pequeño y miserable con el que no lo castigaron con fuerza, pero lo hicieron. Por onceaba vez en dos semanas. Sus manos ásperas y llenas de cicatrices por tanto sostener armas, tomarlas mal, hacerse heridas; tiene los labios rotos y morados, siente demasiado frío.

Escucha un olisqueo y en la puerta de su cuarto encuentra un perro. El animal logra abrirse paso y echarse junto a Jungkook, lamiéndole la mano con timidez. Jungkook se echa en el suelo y queda con el perro ahí acompañándolo.

Pasó en muchísimas más ocasiones. Perros distintos que venían a acompañarlo. Aunque la ayuda que brindan no es una que lo sane o ayude a parar el sangrado, lo hace sentir menos el dolor. Es inexplicable lo aliviado que ellos con sus narices frías y ojos brillantes eran capaces de hacer por él.

Lo único que Jungkook jamás pudo notar es que cada perro que venía, tenía un pequeño dije en específico. Uno lo tenía verde, otro rosado, uno azul y el ultimo naranja. Metales de ciertos colores que se compran en el mercado. Si bien es cierto que se los colocan para saber diferenciar entre ellos, la realidad es que algunos sirvientes ven como los dragones de cada color toman a ese perro y lo acercan a la habitación de Jungkook.

En cada ocasión en la que sus usuarios están ocupados y saben que el entrenamiento de Jungkook terminó.

Porque, aunque no puedan ir a verlo, saben que el príncipe con dragón de sombra necesita otra compañía que lo consuele, sin poder ser ellos en sus propio y asfixiantes problemas propios.

~ * * * ~

—Estás un poco... Pálido ¿Te sientes bien? —pregunta Jungkook a Namjoon. Vino a preguntarle algo, pero lo distrajo notarlo más delgado y algo ojeroso. El hombre niega con la cabeza. Es la primera vez que lo ve enterrado en semejante montaña de libros.