Capítulo 14

387 29 2
                                    

Arari volvió a alzarse sobre las puntas de sus pies para poder alcanzar los labios de Thranduil, sosteniéndose en su cuello, entrelazando las manos en su cabello dorado, besó al elfo con toda la pasión de la que era capaz, nada la detenía ahora. Cuando Thranduil reaccionó, envolvió con su brazo la cintura de Arari y la alzó contra sí para más facilidad, poniéndola a su altura, mientras que la otra mano enredaba el oscuro cabello entre sus dedos y sostenía su cabeza para evitar que se separase de él.

Girándose un poco, pudo apoyar a Arari sobre la barandilla del balcón, dejando sus manos libres de nuevo que, poniéndolas en sus rodillas, abrieron sus piernas despacio para no asustar a la elfa. Poco a poco las abrió y él se colocó entre ellas, sin romper el beso en ningún momento, al pegarse de nuevo en esta posición rozó la intimidad de Arari que gimió suavemente contra sus labios y se separó asustada por la nueva sensación.

- No te asustes, Galadêl.- la tranquilizó Thranduil. - Se que todo esto es nuevo para tí pero no voy a hacerte daño, quiero que lo disfrutes.

Ella lo miró a los ojos y sonrió, confiando en él ciegamente. Él le devolvió la sonrisa y siguió besándola, esta vez, introduciendo su lengua, rompiendo la timidez de la elfa, buscando la suya, acelerando la respiración de ambos mientras crecía la excitación entre los dos. Thranduil subió una de sus manos a su cuello, donde acarició la piel sensible de este y fue descendiendo poco a poco, deslizando el vestido por el brazo de Arari, que cayó suavemente gracias a la fina tela de seda, sujetado por sus pechos, pero que le permitía besar sin impedimentos la piel del cuello y el hombro de la elfa. La respiración acelerada de Arari escapaba de sus labios constantemente, con cada caricia de los labios de Thranduil en su piel. Intentó contenerse, no quería dejar marcas en su nívea piel, tan perfecta como ella, no se lo perdonaría, aunque, gracias a la rápida curación de los elfos, estas durarían poco. Al llegar al hueco que hacían su cuello y su hombro, sacó su lengua para acariciar con la punta la piel, esto hizo que Arari arquease su espalda, pegando su pecho al de Thranduil, sintió las cumbres de sus pechos erizadas, atravesando el liviano vestido y su bata. No llegaría el día siguiente sin que fuesen completamente marido y mujer.

- Arari, quiero que estés completamente segura de esto. - dijo Thranduil, mirándola a los ojos y acariciando su mejilla. - Si lo deseas, puedo esperar.

- ¿Por qué esperar? ¿No hemos esperado ya lo suficiente?

Fue todo lo que él necesitó. Tomando a Arari entre sus brazos contra su pecho, pasó un brazo detrás de sus rodillas, alzándola hasta que sus ojos estuvieron a la misma altura y Arari pudo unir de nuevo sus labios. Thranduil entró en la habitación para dirigirse a la cama que se encontraba en el centro, se sentó en ella con la elfa de rodillas entre sus piernas, sobre el colchón, sin parar de besarse alzó sus brazos para buscar de nuevo la caída del vestido en sus hombros y volverlos a deslizar por sus hombros y sus caderas, haciendo que la elfa quedase desnuda ante él.

Las manos del Rey volaron en suaves caricias sobre la piel de Arari, como si fuesen alas de mariposa las que tocaban su cuerpo, retirando la suave tela del camisón que dejó en el suelo. Se detuvo unos instantes para mirar sus ojos, su rostro confiado, y volvió a besarla con sed, tumbandola en la cama, la ropa del rey desapareció unos instantes después. Besó y acarició cada rincón de su menudo cuerpo mientras ayudaba a Arari a explorar el cuerpo masculino al que no estaba acostumbrada. Con suaves movimientos la preparó para no hacerle daño, la vergüenza de los primeros gemidos pasó rápidamente para dejar paso a expresiones de éxtasis que Thranduil quería grabar en su mente.

Fue el propio cuerpo de Arari el que le indicó que ya estaba preparada. Haciendo acopio de todo el control que poseía, se introdujo en ella despacio, sin apresurarse y dañarla, esperando a que se acostumbrase a aquella invasión por primera vez. Minuto a minuto, los momentos de placer iban y venían, los besos y las caricias se sucedieron sin pausa haciendo que ambos llegasen al cúlmen, fundidos en un beso.

Sus cuerpos y sus almas unidos en uno sólo, justo antes de que el alba hiciese aparición.

Tumbados en la cama, abrazados, acariciándose mutuamente, sin querer enfrentarse a lo que estaba por venir, ambos lo sentían. La batalla estaba muy cerca. Unos suaves golpes en la puerta los sacaron de sus pensamientos. 

- ¿Quién es?- preguntó Thranduil, mientras arropaba mejor a Arari con las sábanas.

- Soy Altaion, Hir nín. - respondieron del otro lado.- Los vigilantes han dado aviso de orcos adentrándose al bosque.

- Bien, no tardaré en bajar.- Thranduil se giró para mirar a Arari que había permanecido recostada.- Es la hora, Galadêl.

Arari se levantó, tomó su vestido del suelo para ponérselo y se dirigió a su habitación tras despedirse de Thranduil con un beso. Él le hizo prometer que no se quitaría el anillo. Encontró su habitación vacía, sus amigas no habían llegado aún por lo que pudo tener unos momentos a solas antes de enfrentarse a sus preguntas. Buscó en su baúl un paquete que le había llevado Haldir, de parte de Galadriel, Arari comprendía ahora por qué, tendría que haber sabido que su abuela conocería cómo terminaría todo, nada le pasaba por alto. Así la encontraron las tres elfas, contemplando el interior del regalo. Arari las miró y sonrió suavemente, las tres comprendieron, tan sólo con ver sus ojos, todo lo que había pasado, además de contemplar su anillo, fueron ellas las primeras que se inclinaron ante la Reina del Bosque Negro.

Se prepararon para la batalla, trenzaron sus cabellos y tomaron sus armas. Dagas, arco y flechas. Se pusieron las capas del bosque de Lórien y, antes de salir, Arari tomó el paquete que había buscado.

Conforme más descendían las escaleras, más era el barullo, todos los soldados se movían con prisa pero con coordinación y armonía, preparando lo necesario, dando y recibiendo órdenes, y, en medio de todos ellos, se encontraba Thranduil, anudando su espada a la cintura, con su armadura ya lista. La sintió en cuanto puso un pie en la amplia estancia, mirando hacia ella la contempló, vestida como una arquera, su escasa armadura la haría ágil para moverse en los árboles y acercarse sin ser detectada. Ella se acercó sin apartar su mirada de la del rey, con el preciado presente entre sus manos, su anillo brillaba con luz propia, haciendo que todos lo vieran y se inclinasen con respeto ante ella. Cuando llegó donde se encontraba Thranduil, inclinó levemente su cabeza, gesto que él respondió.

- Quiero darte algo, meleth nín. - Le dijo.

Thranduil no respondió, tan sólo le sonrió y esperó a que ella siguiese. Arari le mostró lo que llevaba entre sus manos y Thranduil comprendió, llevó una mano al broche que sujetaba su capa y se la quitó para dejar que Arari le pusiera la capa de los elfos del bosque de Lórien, ella misma la abrochó con aquella hoja en verde y plata. El rey, tomando por sorpresa a Arari, tomó sus trenzas para soltarlas y sacó de una caja que había sobre una mesa una pequeña tiara plateada con una gema reluciente y blanca en su centro, era una de las joyas que había encargado a los enanos de Erebor hacía tanto tiempo, una tiara hecha para la reina del Bosque Negro. En los labios de Arari se dibujó una sonrisa y Thranduil puso la pequeña tiara en sus cabellos.

Todos allí los miraban absortos. Los elfos del Bosque Negro miraban a su rey, que había cambiado tanto de la noche a la mañana, entendieron que había escogido reina y estaban alegres, aquella elfa les había ayudado mucho y les había llevado esperanza.

Las preparaciones se realizaron con celeridad, los planes de batalla estaban trazados y los elfos habían partido a sus posiciones en los diferentes puntos del bosque. Arari y Thranduil defenderían las puertas del reino, el rey desde su montura y la reina desde los árboles. No pasó mucho tiempo cuando escucharon a lo lejos las vastas pisadas de los orcos y el sonido de las armas.

La batalla había comenzado.



Aclaraciones: 

1. Hir nín: mi señor en sindarin

2. Meleth nín: mi amor en sindarin

----------------------------------

Poco a poco vuelvo a publicar algo, no se con cuanta asiduidad pero iré terminando mis historias. Que ésta esté recibiendo tanto cariño me deja con el corazón calentito pues es una de las historias que más quiero. 

Este capítulo es cortito así que ruego disculpas, ya estoy trabajando en el siguiente ^^

GaladêlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora