Los años pasaron desde su llegada a Rivendel. Arari siguió manteniendo la correspondencia con el reino de Erebor y con Legolas, hasta que éste le comentó en una de sus cartas que partiría, quería viajar por la Tierra Media junto a los montaraces, al igual que lo hacían sus hermanos, en algunas de las visitas de éstos traían noticias del elfo que le deseaba paz y felicidad pero nunca venía con ellos, echaba de menos hablar con él como antaño, había sido un buen amigo. Las cartas con el reino de los enanos cesaron en el momento que el último de ellos se despidió, poco a poco habían ido muriendo, a causa de los años. Arari lloró cada una de sus pérdidas y cantó por ellos.
Recibía educación y entrenamiento, discutía sobre historia, leyes o filosofía, además de tener conocimientos de estrategia militar. Luchaba con dagas y espadas y era muy buena arquera. Su sed de conocimiento nunca se veía saciada. Sentía fascinación por el reino de Gondor, un reino sin rey pues aquel que podía reclamar el trono se hallaba vagando por todas las regiones de la Tierra Media, luchando contra las fuerzas oscuras. Lo había conocido, había dado clases y entrenado junto a Aragorn, se había convertido en un buen amigo que le enviaba presentes, al igual que el príncipe del Bosque Negro, cuando sus hermanos iban a Rivendel.
A veces viajaba a Lothlórien para ver a sus abuelos maternos, se sentía en calma cada vez que estaba allí. Galadriel le enseñaba artes curativas y los principios de la magia de los antiguos elfos. Se encontraba habitando en Caras Galadon en estos momentos, sentada a los pies de un maravilloso árbol que le daba cobijo, ajena a lo que pasaba fuera de aquel bosque. Sabía que la Tierra Media estaba en peligro, había hablado varias veces con su padre pero este se negaba a verla partir y poner en riesgo su vida al igual que sus hermanos, desde que volvió a Rivendel la habían protegido demasiado a pesar de su duro entrenamiento. Escuchando una música suave que salía de uno de los grandes balcones, cerró sus ojos apoyándose en el tronco del gran árbol, había dejado de leer el libro que tenía reposando sobre sus piernas, su mente vagaba pensando en Thranduil. A veces, más a menudo de lo que quería reconocer, se sorprendía con él en sus pensamientos, no tenía noticias de él más que de vez en cuando, que le llegaba algún comentario de Elrond, Galadriel o Celeborn pero no se atrevía a preguntar directamente, cuando escuchó barullo, cosa rara en aquel lugar. Se levantó y entró en el palacio, subiendo las escaleras que la conducían al gran salón pero no había nadie excepto Énade, que pasaba camino al exterior.
—¡Énade, espera!— Llamó su atención.— ¿Qué ocurre?
—Han llegado unos visitantes escoltados por Haldir, Rúmil y Orophin.
—¿Visitantes? No tenía constancia.
—Ni nadie, excepto los señores, ya sabes que a la Dama Galadriel nada le pasa por alto.
—Ya.— Después de todo ese tiempo, aún no se acostumbraba a que su abuela lo supiese todo.— Vamos, quiero ver qué ocurre.
Ambas se dirigieron hacia el exterior del salón, donde los elfos empezaban a congregarse, curiosos por saber a quiénes traían los guardias. A todos les habían vendado los ojos, nadie que no fuese elfo, tenía permitido saber el camino hasta aquella ciudad, en aquellos tiempos cualquier precaución era poca. Gracias a los poderes de los Señores del Bosque, éste se había mantenido a salvo de las influencias oscuras pero no sabían por cuánto tiempo podrían aguantarlo. Muchos de los que antes vivían allí habían partido ya hacia Valinor, quedaban aquellos que querían combatir el mal que acechaba la Tierra Media y otros que no querían partir, por ello, los Señores aún no habían marchado, antes debían garantizar la seguridad de todos los suyos y del mundo.
Arari se abrió camino entre los elfos sin problema, en cuanto la reconocían le dejaban paso, hasta que se situó junto a sus abuelos pero manteniéndose entre los demás, nunca le había gustado presentarse como una de las nobles, aunque debiese hacerlo en ciertas ocasiones, esta vez no había sido llamada.
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Galadêl
FanfictionTras la caída de Smaug, los enanos exploran la montaña, asegurándose que ningún peligro queda dentro. Volvieron a admirar todos aquellos tesoros que una vez dejaron. Había mucho que hacer, mucho por limpiar, ordenar y reparar pero pronto empezaría a...