La tensión se hacía presente en cada uno de los elfos allí reunidos. En silencio, esperando que el ataque traspasase las primeras líneas que tan sólo eran un aviso de lo que estaba por llegar, tenían órdenes de no presentar mucha resistencia, no podían permitirse perder a demasiados soldados. Al cabo de poco tiempo, vieron a los primeros elfos retroceder por los árboles, se movían ágiles, luchando contra orcos y arañas, éstas avanzando a más velocidad que los otros, pues el propio bosque no los dejaba avanzar a pie mucho tiempo sin desorientarlos.
El rey dio las primeras órdenes, los que iban con él no se moverían, se quedarían a pie para defender las puertas cerradas, armados con largas espadas, vestidos con armaduras doradas que resplandecían a pesar de la escasa y lúgubre luz. Aquellos que estaban en los árboles, armados con arcos, flechas y dagas cortas, respondían a las órdenes de Arari. La reina los guiaba entre los árboles, descargando sus arcos sobre arañas y orcos, haciéndolos caer a muchos de ellos antes de que consiguieran llegar a las líneas de pie, no estaba dispuesta a dejar que supusieran una amenaza para las fuerzas de Thranduil. Este la veía luchar incansable, su tiara reluciendo sobre su cabello, sus soldados la seguían sin quejas, confiando en ella pero deseaba tenerla a su lado para protegerla, temía que en un descuido le pasara algo que no pudiese evitar. Pronto, estos pensamientos quedaron en un segundo plano, necesitaba concentrarse, los primeros orcos llegaron a la posición donde se encontraba, eran pocos pero debían hacerles frente debidamente. Los elfos del bosque de Lórien eran buenos combatientes también, fueron de mucha ayuda, gracias a ellos se salvaron muchas vidas. Aquellos heridos que podían llegar a las líneas traseras podían recibir ayuda médica, los que no, se defendían a capa y espada, ayudados por sus compañeros.
Sangre de orcos, trasgos y demás criaturas oscuras corrió abundantemente por el Bosque Negro. Pero sangre élfica también fue derramada.
La batalla duró días. Aunque las fuerzas del mal eran cada vez menos, se notaba igualmente el cansancio y el hecho de que el ejército de Thranduil estaba cada vez más mermado, eran muchos los heridos y muertos. Rey y reina estaban exhaustos, salían cada día a combatirlos pero sentían que, dentro de poco, las fuerzas les fallarían. Ese día, un gran orco pudo agarrar a Arari de la larga trenza en la que llevaba recogido su pelo y tiró de ella, haciendo que cayera del árbol donde estaba subida, el golpe en el suelo hizo que perdiese la respiración unos segundos y quedase en shock. Thranduil lo vio, quedando por unos instantes paralizado, temiéndose que lo peor ocurriese de nuevo pero pudo reaccionar a tiempo para correr la distancia que los separaba y, blandiendo su espada en un amplio arco, cercenó el cuello del orco, cortando parte del cabello de Arari en el trayecto. La sangre negra les salpicó a ambos pero la reina estaba viva. Cuando ella se levantó, la abrazó fuertemente sin poder evitarlo, había estado a punto de perder aquello que más amaba otra vez.
Y el sonido de la batalla dejó de sonar.
Miraron a su alrededor, las arañas desaparecían, corriendo entre los árboles, los orcos y trasgos las miraban intentando entender algo hasta que, como si lo hubiesen recordado, empezaron a correr despavoridos, dejando las armas tras de sí. Los pocos que se quedaron a luchar encontraron la muerte rápidamente. Al caer el último de los orcos que quedaba, parecía como si la oscuridad del bosque se fuese mitigando hasta desaparecer, como si recobrase parte de la vida que tenía antaño, los rayos de luz comenzaron a filtrarse entre las altas copas, llegando hasta donde habían estado luchando Thranduil y Arari que miraron hacia arriba para contemplar la esperanza que volvía milagrosamente.
Tal vez todo había terminado ya.
Para asegurarse de que las fuerzas oscuras se habían retirado por completo del bosque, se decidió que una partida, encabezada por los monarcas, se dirigiría hacia la fortaleza de Dol Guldur. Recorrieron el camino, acabando con los enemigos que encontraban a su paso y que se desperdigaban como una maraña desordenada, algo que no conseguían entender. Tras avanzar a través del bosque durante dos días, pudieron llegar a escuchar más adelante sonidos de lucha, el sonido característico del choque de los aceros. Haldir se acercó a Arari para hablar con ella.
- Puede que sean sus abuelos.- dijo en voz baja.- Estoy seguro de que ellos han defendido Lothlórien.
- Vamos entonces, hay que ayudarles.- aclaró Arari.
Llegaron a uno de los claros que bordeaban el bosque y ahí vieron como eran los elfos del bosque de Lothlórien los que daban muerte a los orcos que estaban siguiendo sin dejar a ninguno con vida, rápidos, certeros y precisos. Cuando terminaron, Celeborn se acercó a Thranduil.
- Mae govannen, Thranduil, rey del Bosque Negro.- saludó con cortesía y una elegante reverencia que Thranduil correspondió.- Es una dicha encontrarnos al final de una batalla en un día como hoy.
- Mae govannen, Celeborn, Señor de Lothlórien.- respondió- Es una alegría saber que no éramos los únicos en luchar.
- Toda la Tierra Media está luchando su última batalla.- dijo, en este caso, Galadriel, quien se acercaba con Arari de la mano.- Nunca tuvimos la oportunidad de agradeceros el haber cuidado de mi nieta.
- Los Valar no podrían haberme hecho mejor regalo.- respondió Thranduil, sonriendo al mirarla.
- Nettë nín.- Celeborn se acercó a ella para abrazarla.- ¿Te encuentras bien?
- Sí, mejor ahora que parece que todo se acerca a su final.
Y en aquella parte del bosque, el día de Año Nuevo de los elfos se discutieron los nuevos asuntos. El Bosque Negro pasó a llamarse Erin Lasgalen, el Bosque de las Ojas Verdes, que quedó dividido en tres, una parte, en el Norte, para los elfos silvanos del Reino del Thranduil, otra parte en el Sur para los elfos de Lórien y, en el centro, habitarían los beórnidas, que habían luchado junto a ellos contra las fuerzas oscuras. Se firmaron pactos inamovibles, prometiendo una paz duradera entre los pueblos.
Tras esto, Arari y Thranduil se separaron, él debía llevar las noticias a su reino pero ella partiría hacia Lothlórien primero con sus abuelos para encontrarse allí con su padre y su hermana.
- No temas, meleth nín, pronto volveremos a vernos.- dijo Thranduil, mientras acariciaba su mejilla.- La próxima vez, nada podrá separarnos, te encontraré donde quiera que estés, es una promesa.
- Y no iré sola, tengo a mis amigas conmigo y mi familia.- respondió sonriendo, al menos era un consuelo.
- Exacto. Nunca estarás sola de nuevo, Galadêl.
Con un beso se despidió de ella, partiendo hacia el centro del Bosque de nuevo, allí le esperaba el resto de su pueblo que había comenzado a organizarse, con ayuda de Altaion y Galatur.
Aclaraciones:
1. Mae govannen: Bien hallado/a en sindarin
2. Nettë nín: mi pequeña preciosa en sindarin
3. Bereth nín: mi reina/mi esposa en sindarin
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Otro capítulo más de esta historia que parece que se acerca a su final, no se cuánto me queda para acabar, nunca lo se, me dejo llevar por una historia hasta que esta misma me pide un final pero presiento que a esta no le queda mucho más.
Espero que lo disfrutéis ^^
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Galadêl
FanfictionTras la caída de Smaug, los enanos exploran la montaña, asegurándose que ningún peligro queda dentro. Volvieron a admirar todos aquellos tesoros que una vez dejaron. Había mucho que hacer, mucho por limpiar, ordenar y reparar pero pronto empezaría a...