𝖙𝖗𝖚𝖊 𝖑𝖔𝖛𝖊 | ᵐ! ʳᵉᵃᵈᵉʳ ˣ ᶜᵃᵐⁱˡᵒ ᵐᵃᵈʳⁱᵍᵃˡ

OO7

Después de todo el alboroto que hubo el día anterior y en el que se sintió algo extraño, simplemente todo volvió a la normalidad, todos retomando sus tareas del día.

Camilo había intercambiado tareas con Dolores, usando su don para pretender ser ella, pues la Madrigal había hecho planes para verse con su interés romántico, Mariano. Y quién era él para negarse ante tan linda pareja.

Sí, los únicos que sabían sobre eso eran ____ y él. El argentino se había enterado luego de haberlos visto juntos, donde Mariano terminó por confesar, pidiendo de por favor que no le dijera a absolutamente nadie sobre ello.

El Madrigal supo sobre la relación secreta después de que su hermana se le haya acercado uno de esos días, en los que le contó sobre ellos, diciendo que sentía muy culpable por Isabela, pero estando igualmente triste, porque no sería ella quien se casaría con el Gómez.

-¡Dolores, primita! -se acercó Mirabel. -Puedes escuchar todo y tal vez puedas hablar conmigo sobre... El problema con la magia esta noche. No es algo de lo que debas preocuparte pero de lo que tal vez sepas, y me gustaría saberlo...

Calló, con una bandeja llena de deliciosas arepas en sus manos, observando a la Madrigal esperar paciente su respuesta.

-Camilo, deja de fingir que eres Dolores -exclamó su padre.

-¿Cuál es el problema?

Volvió a su apariencia normal, encogiéndose de hombros para luego recibir un golpe de Casita, provocando que las arepas en sus manos estuvieran por caer, acción que detuvo manteniendo el equilibrio.

-No sé si podría ayudarte, prima -dijo. -pero según escuché de mi hermana, Luisa tuvo un tick durante toda la noche. Pregúntale a ella.

-Oh... bien.

La Madrigal dio la vuelta, dirigiéndose hacia el camino que daba directo a donde su hermana se encontraba ayudando a mover los burros. El colocho, viéndose interesado por lo que planeaba la chica, caminó hacia Mirabel.

-Hey -siseó. -¿Por qué te ves tan decidida a saber sobre eso últimamente?

-Las grietas, yo sé que eso pasó -prosiguió. -Se sintió demasiado real como para ser sólo una alucinación.

Pateó una piedrita, viéndose distraído en lo que ambos caminaban hacia su destino. La Madrigal pensaba sobre lo sucedido en la noche anterior, posando su pulgar y índice sobre su mentón y dirigiendo su mirada hacia el suelo.

-¿Qué crees que pueda estar conectado a eso que viste?

-¡La abuela! Ayer la escuché por la noche sin querer, se le veía algo preocupada.

-¿La... Abuela? -la chica asintió repetidas veces.

Continuaron hablando sobre ello, hasta que a unos metros de distancia pudieron observar a Luisa hacer sus deberes, cargando los burros sobre sus hombros, mientras tarareaba una canción que para ellos era conocida.

Mirabel se adelantó, corriendo hacia su hermana y saludándole, la mayor correspondió el saludo y paró un momento para saber el porqué de la llegada tan extraña de ambos chicos.

-Luisa, debes contarme sobre la Magia -pidió, tropezando con algunas piedras. -¿Qué le sucede?, ¿qué escondes?

-Nada.

Negó, tratando difícilmente de ignorar a los dos jóvenes que iban tras ella en busca de responder sus dudas acerca de lo sucedido la noche anterior.

-Mi hermana dijo que tenías un tick, algo no muy común en ti -continuó Camilo.

-Si siguen hablando se me irá un burro. No sé a qué se refieren.

-Vamos, Luisa -dijo Mirabel, rogando.

-¡Bien! Sí sucedió algo, ¿sí? -paró en seco, suspirando. -Ayer, cuando dijiste que habían grietas en la pared, me sentí... ¡Débil! Eso no había pasado nunca.

Con una expresión de preocupación en su rostro, confesó. Los chicos aún confundidos, miraron pacientes a la mayor, quien por medio de titubeos les explicaba la situación, y sobretodo, lo muy apenada que se sentía.

...

Luego de que Camilo haya tenido que despedirse de Mirabel para cumplir con sus propios deberes, se decidió por ayudar a su madre, cargando algunas cosas que eran un tanto pesadas para ella.

Entraron a una de las habitaciones, donde dejaría una caja, siendo acompañado por su madre, que hablaba sobre temas o sucesos que ocurrieron ese mismo día para distraerse un poco.

-¡Tía Pepa! -saludó una asustada Mirabel.

-Mirabel, ¿qué haces? -el colocho preguntó.

-Mhm... Oh, sí. Tía, necesito que hablemos sobre Bruno.

La nube que flotaba sobre la cabeza de la mayor soltó un rayo, acompañado de una fuerte llovizna, demostrando el mal humor que se había provocado en la mujer.

-Mirabel, aquí no hablamos sobre..

-¿Bruno?, ¿quién es bruno?

Un rubio había aparecido repentinamente, con el ceño fruncido y una mueca de confusión en su rostro.