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Era de mañana, había amanecido con un clima muy fresco, a diferencia de la noche anterior en la que llovió por un buen largo rato. Luego de darle de comer al cachorro, el cual aún no tenía nombre, y ayudándole a ____, quien no se encontraba presente y que -según había dicho la madre de él- probablemente estaba por ahí o visitando a su amigo.

Así que se le encargó a ella el ir a llamarlo a la casa de los Madrigal para que dieran un paseo esa misma tarde, cosa que ordenó su madre para que se conocieran un poco antes del matrimonio. Aceptó, quien se veía interesada en aquella familia. Y luego de haber recibido ayuda de la señora Gómez, sabía a qué lugar dirigirse, en donde iría a buscar al rubio.

Aún se sentía algo confundida, no pudiendo procesar por completo el hecho de que desde esta semana su vida cambiaría, dando un giro que -sinceramente- no esperó ni deseó en ningún momento de su vida.

Tenía planeado ir a estudiar al extranjero, donde vería a sus hermanos mayores, que la esperaban con ansias desde hace ya un tiempo. Y aunque se esforzó en poder demostrar que podría estudiar una buena carrera, sus padres parecieron ignorar eso.

Estaba segura de que en cuanto sus hermanos se enteraran de este asunto, no tardarían en demostrar su disgusto ante ello. Tomando en cuenta que estos eran algo celosos y sobre-protectores con su hermana menor.

Aunque claro, sabía igualmente que su padre no se sentía del todo a gusto con la idea de este matrimonio, pero siendo un hombre que no podía negarse a las ideas de su esposa, no ayudaba en mucho a impedir este asunto.

Se sentía igualmente algo preocupada. Sus problemas alimenticios eran algo en lo que ayudaban sus hermanos, quienes eran estrictos con ella y siempre estaban ahí para ayudarle en todo. Pero ahora que no los tendría no podía evitar sentirse triste.

Y se sintió aún más culpable, recordando que no había probado ni un sólo bocado de comida durante la hora del desayuno, no pudiendo deshacerse de los pensamientos pesimistas que ahora eran presentes en su cabeza.

Y tampoco pudo evitar sentirse mal al ver su cuerpo delgado, mientras el pensamiento en su cabeza de que no podría cambiar eso sonaba en su mente como un susurro débil pero lo suficientemente fuerte para escucharlo.

...

Estaba frente a la casa de los Madrigal. Observando a varias personas ir de aquí a allá con alegría, haciendo sus propios deberes y encargándose de sus propios asuntos. Afuera vio una joven de cabellos colochos que portaba unos lindos anteojos. Jugando con unos infantes que le preguntaban sobre cosas que no podía escuchar debido a la lejanía.

Acercándose, dio pasos lentos y suaves, mientras tímidamente la distancia entre las chicas era cada vez menos. Carraspeando, levantó su mano, con la que dio leves palmadas en el hombro de la joven.

La Madrigal volteó, sonriendo inmediatamente y saludando a la mayor, haciendo un leve movimiento con su muñeca, mientras se encargaba de observar de igual manera a los infantes que jugaban a su lado animadamente. -Disculpa, busco a ____, ¿está él... Aquí? -preguntó, deseando que así fuera.

Mirabel pareció pensarlo durante unos segundos, mientras miraba hacia algún lugar, posando su pulgar e índice sobre su mentón. Y pareciendo recordar algo, habló.

-¡Oh! -exclamó. -Sí, está aquí. Sólo que está durmiendo en el cuarto de mi primo. Suspiró, sintiéndose aliviada de haber podido encontrar al rubio sin necesidad de buscar por todo el pueblo. Sonrió y le agradeció a la Madrigal, quien no tardó en decirle que no había problema.

-Parcerito. Vaya donde su hermano y dígale que vienen por el novio.

El niño que apareció sobre un jaguar repentinamente, acató la orden y se dirigió hacia la entrada de la casa, mientras le seguía un ave, desapareciendo de la vista de ambas chicas. Mientras Mirabel se mostraba muy tranquila, la azabache analizó las palabras anteriormente dichas por la Madrigal, quedándose perpleja en el momento que su mente le hizo darse cuenta de lo que ocurría.

-¿Uh?, ¿novio?

Mirabel le volteó a ver, sonriendo. -¿No sabías? -preguntó. -Hace ya un tiempo que se notaba que se gustan, pero eran muy tontos para darse cuenta... Pero yendo al punto, Dolores me contó que escuchó a ____ tocar la puerta de Camilo anoche.

Anna se sintió inmediatamente culpable, sabiendo que estaba arruinando un lindo romance por culpa del matrimonio arreglado que había planeado su madre.

-Además, parece que esta vez sí que se declararon -continuó, susurrando, como si tratara de que alguien más no le escuchara. -Porque mi Tía Pepa dice que vio a Camilo muy contento... Pero no se lo digas a nadie, estamos esperando a que lo confirmen ellos mismos.

Y el sentimiento de culpa caía sobre ella como un balde de agua fría, que le hacía sentir como un estorbo. Así que asintió a las palabras de la Madrigal, prometiendo hacer lo posible por impedir este matrimonio. -Esperaré aquí a que ____ despierte, ¿está bien?

-Claro, no hay problema -aseguró. -Ven adentro conmigo, te mostraré la casa.

Caminando tras de ella, dio pasos lentos, en lo que observaba a su alrededor junto a la de cabellos colochos. La casa era sin duda muy linda, de colores muy cálidos pero atrayentes que le gustaban a la azabache. Pasaron por unos pasillos, donde habían unas habitaciones muy llamativas que no tardaron en llamar su atención, de colores dorados en los que estaban personas dibujadas, a las que dedujo como los miembros de la familia Madrigal.

Se toparon con un hombre de aspecto muy amable, quien les sonrió y muy feliz les saludó. Sus ojos eran verdes, su cabello colocho y levemente desordenado, su vestimenta consistía en una camisa oscura, con un poncho del mismo color de sus ojos y pantalones negros.

Su sonrisa era muy dulce.

-Soy Mirabel, ¿tú?

-Perdona, olvidé presentarme -se disculpó, más Mirabel sonrió tranquila. -Soy Anna Rodríguez.

𝖙𝖗𝖚𝖊 𝖑𝖔𝖛𝖊 | ᵐ! ʳᵉᵃᵈᵉʳ ˣ ᶜᵃᵐⁱˡᵒ ᵐᵃᵈʳⁱᵍᵃˡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora