Capítulo 3.

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«A Tokio»

Dos días después.

Aquí estaba, al frente de una tumba viendo como por primera vez, no quería presenciar la sepultura de alguien. Me parecía tan surrealista todo.

El cementerio se encontraba iluminado por el sol, el césped de un verde vivo y cientos de flores en la grama, con un aura solitaria. En otro momento, hubiera dicho que, el cementerio era un sitio vacío, con un silencio perturbador, pero relajante. Sin embargo, no era esa ocasión. No estaba dejando bajo tierra a una persona cualquiera.

El lugar estaba repleto de personas, algunas celebridades, influencers, embajadores de marcas y conocidos que le tenían aprecio a Joe. Los paparazzi no se hicieron esperar, pero gracias al servicio privado de seguridad que había contratado, pudimos mantenerlos fuera del recinto.

No se cuánto tiempo transcurre. No se quién da un discurso o quién no, quién llora o quién no lo hace; solo puedo ver esa caja, esa caja de madera reluciente de color blanco, mientras intentaba hacer el esfuerzo de no desmoronarme justo aquí y ahora.

La ceremonia termina, vemos como lo que queda de una persona que fue, amorosa, espontánea, inteligente, comprensiva y amada, queda cubierta de tierra.

Las personas se me acercaban para hablar, pero solo podía escuchar los susurros de la multitud.

“Ella está muy mal”

“Se dice que tenían una relación"

“Ellos solo eran buenos amigos”

“¿Ella no piensa decir nada?”

“Esta en shock”

“Fue asesinado”

“¿Por qué fue que lo mataron?”

Cierro mis ojos suspirando.

Comentarios y opiniones se escuchaban de izquierda a derecha, atormentando mis oídos.

Tan solo me quede sentada, esperando a que todo acabará.

Minutos más tarde, estoy en la camioneta rumbo a mi casa. Benjamín desde lo sucedido se mostraba alerta y, para lo que ocurría, Ciro se mostraba extrañamente tranquilo. No quiera hacerme una película en la cabeza y sacar conclusiones, pero no pensaba volver a ignorar las señales.

Llegamos a la mansión, Ben me abre la puerta y nos adentramos en la estructura moderna y vanguardista. Mientras, Ciro guarda la camioneta en el garaje.

Subo a mi habitación y me adentro en el baño. Voy directo al espejo, veo por un segundo mi imagen y mis ojos se empañan una vez más.

Inhaló y exhaló.

No caigas, aún no.

Pongo mi mano en alto y la coloco en el centro del vidrio, en segundos se enciende una pantalla y lo primero a lo que tengo acceso es las cámaras de seguridad.

Voy a quitarlas, pero algo en la cámara que está en el garaje llama mi atención. Ciro estaba hablando por teléfono de una manera acalorada, era evidente que algo lo molestaba.

LA SAYÓN | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora