Capítulo 22.

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Si les está gustando la historia, por favor voten y comenten. No sean lectores fantasmas🤗 El capítulo 22 contiene escenas +18.

«El amor acaba cuando la traición inicia»


V.

Que perdida de mi tiempo.

Tal vez el viejo Zhào no tenga nada que hacer, pero yo sí.

Me imaginé que solo quería que viniera para apuntarme con sus armas, hasta la idea me pareció entretenida. Sin embargo, la situación estaba empezando aburrirme.

Un sonido estridente hace que cada persona en la habitación detenga su acción. Un disparo desde la puerta del estudio se había escuchado, pero un azote de puertas seguido de una suave risa, casi infantil logra que todos fijemos nuestra vista a ese punto.

Vaya, vaya…

Pero si es la pitufina.

¿Qué hacía mi hija con un arma en sus manos?

Mis ojos viajan de inmediato a Syaoran, quién tiene un gesto de culpa al ver a Hanae, pero este cambia a uno de terror al notar como Sejmet se acerca a él amenazante.

Una de las mujeres de servicio que estaba detrás de Hanae, termina por quitarle el arma de sus manos y pidiendo disculpas al Oyabun, su cuerpo tiembla y sus ojos están cubiertos de lágrimas.

Sabe que cometió un error.

—Vete, Cinthia —le ordena Sejmet, a lo que la mujer sale inmediatamente del lugar.

Cuando cambia a modo jefa es imposible no admirarla.

—¿Puedo hablar con mis padres? —pide inocente Hanae, ignorando por completo al resto de personas en la habitación.

Todos en la habitación queda asombrados por la petición de la niña, pero aún más confundidos. Azami a mi lado me ve inquieta y desconcertada, pero tan solo la ignoró.

«Padres»

Las seis letras se clavan hondo en mi pecho. No obstante, por alguna razón no encuentro la manera de negarme a su petición.

Al fijar mis ojos en Sejmet, ella ya se encontraba viéndome. Sus ojos decían mucho y a la vez nada, desde que había entrado a la habitación me percate de algo extraño en ella, pero no lograba saber que era.

—Oyabun, debemos hablar —se hace presente la voz de Amren, y hasta aquí se nota la dureza en sus palabras.

Muy bien, hermanito.

Haz algo bien para variar.

En eso, una mano extremadamente pequeña toma una de las mías, llevo la vista hacia la niña de impresionantes ojos y es imposible no ver a la mujer a su lado.

Imponente, elegante y joya hecha persona.

Me levanto sin soltar su mano, le hago un simple gesto a Raiden el cual capta enseguida, para después sentir como soy arrastrado fuera de la sala.

No tardamos en llegar a un comedor bastante amplio, dónde sobre la mesa yacían platos con comida recién preparada o eso creía. En total eran tres platos y tres sillas, siendo fácil entender lo que pretendía la pitufina.

—Quiero cenar con ustedes —dice risueña Hanae, para después sentarse en la punta de la mesa con una sonrisa enorme en su rostro.

Por favor, no era un monstruo y ese angelical gesto pedía a gritos que no lo defraudará.

LA SAYÓN | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora