Capítulo 16.

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Revelación.

«—Hija…

Podía sentir como mi pecho subía y bajaba, mis manos temblaban mientras cada partícula de mi organismo estaba entrando en un colapso inminente.

—Por favor, mi pequeña flor —su voz se pierde en un débil susurro. Su respiración era pesada igual que la mía. Sus ojos vibrantes se encontraban opacos y su tersa piel, ahora estaba pálida al punto de verse azul.

Mi mami estaba muriendo.

Lágrimas salían de mis ojos paseando por mis mejillas, mi vista era nublada por el agua salada mientras no podía hacer más que ver a la mujer que más amaba apunto de dejar de existir.

Sejmet, todo estará bien… Algún día nos volveremos a ver, hija —dice cansada, lágrimas cubrían su vista mientras Syaoran no dejaba de sollozar al sostener la cabeza de nuestra madre en sus piernas.

Mi cerebro decía una cosa que, este era el final, que ya no volveríamos a estar todos juntos; que la parte más especial de nuestra familia se iría. Pero mi corazón pensaba diferente, mi corazón no aceptaba que esto estuviera pasando justo enfrente de mis ojos.

—Mamá… No te vayas —suelta en llanto Syaoran. Madre sube un poco la vista y clava su atención en él dándole una leve sonrisa.

—Nunca me voy a ir. Estaré siempre que me piensen y sientan dentro de ustedes —dice con la voz débil, compartiendo mirada entre nosotros.

Sin más, caigo de rodillas en el suelo a los pies de mi madre, logrando ver aún como en su pecho cabía el aire. Syaoran pasaba sus manos por su rostro en un impulso de desesperación, sin poder asumir al igual que yo que esto realmente iba a pasar.

Desde que empezamos a tener conciencia y a saber diferenciar el mundo en el que nacimos, padre nos dejó algo muy claro.

Va haber un día en el que nos tendremos que despedir de los demás, y ese día podrá ser hoy o mañana o en treinta años, pero sucederá, y habrá que aceptarlo y continuar, porque este lado de la moneda es el peor de todos y sin importar el día, sin importar las probabilidades, puedes morir cuando menos te lo esperes.

Sabíamos que esto pasaría alguna vez, pero no estábamos listos para ver a nuestra madre pasar por esto y que fuera un hecho tan doloroso y asfixiante, totalmente inimaginable.

—Mami… —susurro temerosa.

Sus ojos me ven sonrientes al llamarla, pero estos quedan fijos en mí y en segundos de una forma lenta, se van apagando hasta ver cómo su pecho deja de moverse.

Syaoran comienza a agitarla desesperado y yo solo puedo llorar, y derrumbarme junto a los pies de mi madre. Él abraza a nuestra madre con fuerza mientras yo los abrazo a ambos sin saber que hacer.

Sejmet, Syaoran. Me haré cargo de su madre, por favor es momento de que se vayan, su padre estará aquí en cualquier momento —dice el abuelo haciendo acto de presencia en la escena.

Su traje tenía partículas de sangre al igual que su rostro.

Hombres uniformados pertenecientes al clan venían detrás de él y otros hacían equipos de dos para vigilar el perímetro.

Syaoran niega con la cabeza una y otra vez, ambos nos adherimos a nuestra madre como si fuera lo último que hiciéramos, pero está lucha no dura tanto al sentir como brazos me arrancan de su cuerpo, mis gritos se confundían con los de mi hermano al pedir que nos dejarán con nuestra madre.

LA SAYÓN | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora