Capítulo 17.

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—ycvm.

Hanae Zhào.

Liv seguía igual que la última vez.

Portaba su cabello color chocolate con unas ondas naturales. Sus atrayentes ojos verdes un poco rasgados, repasaban mi rostro de arriba a bajo, sus labios carnosos de un tono salmón estaban cubiertos por un brillo, mientras una mirada asombrada se reflejaba en su expresión junto a una amplia sonrisa que, no podía ser más encantadora.

—Dije que te llamaría, pero preferí venir —digo afable, pensando seriamente si fue buena idea hacerlo.

—Linda… me tengo que ir —comenta una voz masculina desconocida, para ver después como un hombre delgado, pero en buena forma de tez oscura y ojos afilados, aunque llenos de cariño al dirigirse a Liv, llega por detrás de ella con una sonrisa torcida.

Liv no parece escucharlo ya que seguía enfocada en mí.

A los segundos parpadea y se gira risueña hacía él.

—Cariño, ella es una paciente de hace años —comenta Liv con tranquilidad, aunque al girarse a mi nuevamente podía ver los nervios en su mirada.

¿Solo una paciente?

No jodas, Olive.

El sujeto me mira curioso, pero no deja de ser amigable y me extiende su mano para después presentarse.

—Un gusto, soy Anton Borisov —el leve acento ruso se hace notable al pronunciar su apellido, y es inevitable la mala sensación que me invade.

Observo detenidamente su mano, pero no la tomo provocando que él se aleje aún con la sonrisa intacta en su rostro.

—Lo siento, no me gusta el contacto —suelto con desinterés desviando la mirada hacía Liv, quien portaba de repente una sonrisa tensa.

—Bueno, debo irme —se gira hacía Liv, para después notar sus intenciones de besarla. Sin preverlo giro la cabeza hacía otro lado, justo cuando se escucha el choque de labios. —Nos vemos en la noche, linda —suelta el ruso. Liv asiente sonriente.

Anton pasa a mi lado y se despide con un simple gesto de mano. Segundos después oímos como el motor de un auto se enciende para luego desaparecer.

—Pasa.

Hago cosa a su petición y me adentro a la cálida estructura.

Todo se encontraba exactamente igual, los tonos hogareños, el estilo moderno y rústico, con cuadros artísticos colgados en los muros.

Sin percatarme, me encontraba caminando hacía el estudio en donde muchas veces me derrumbe, llore y la ansiedad me sobrepaso. Una extraña, pero agradable sensación se instala en mi interior dejándome un poco abrumada.

¿Enserio pasaron cinco años?

Pasos se oyen detrás de mí deteniendose, no dudo en darme la vuelta y volverme a encontrar los ojos brillantes de Liv.

Y es cuando lo noto.

Me quedo totalmente quieta, incapaz de mover un músculo mientras veía como una bonita y delicada sortija de compromiso descansaba en su dedo anular, logrando dejarme perpleja.

LA SAYÓN | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora