Capítulo 31.

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«Tu amada»

No sabía que pensar, que creer o sentir. Me sentía engañada, y por alguna razón, una parte de mi creía que esto era el maldito karma. Tal vez el universo quería que supiera lo que se sentía que te mintieran por tanto tiempo, que quedas a la deriva sin saber que hacer, como reaccionar o actuar. Solo me fui sin poder soportarlo más, deje a mi madre en la orilla del mar con un millón de emociones pasando enfrente de nuestras narices.

¿Cómo había sido capaz? No la juzgaba, no me interesa lo que ella haga con su cuerpo, es su vida, pero jugar así con la mía, ¿acaso era necesario? Ahora entendía muchas cosas, a mi abuelo nunca le cayó mal, solo estaba celoso. Era un hombre necesitado de lo que era suyo y simplemente consiguió la forma de tenerlo sin hacer tanto escándalo, haciendo de mi hermano y de mi una triste infancia, pero un futuro amoroso con mi madre.

Mi padre, o quién creí mi padre, en realidad era mi medio hermano.
¿Y Syaoran? Era mi hermano, porque venimos de la misma madre, pero también era ¿mi sobrino? La cabeza estaba apunto de estallarme, el cuerpo me temblaba, no había derramado lágrima alguna, no lo merecía. Sin embargo, mi mente y cuerpo estaban cobrando todo lo que se iba acumulando, solo esperaba no colocarse. No tenía tiempo para desmayarme, no tenía tiempo para ser inútil, aún debía hablar con quién se supone era mi padre.

Llego de regreso a la sala donde Amaya y Amren ya no se encuentran, pero V y Hanae estaban devorando la bandeja de comida que habían traído en un principio. V posa sus ojos en mi y la angustia cruza por su rostro, no sabía que estaba por caerme hasta que mía rodillas golpearon el suelo. V se levanta con rapidez y me carga en sus brazos, dejándome caer con delicadeza sobre el mueble más grande.

—Mami, ¿estás bien?

—Si, si. Eh… solo estoy un poco mareada, es todo —Hanae me sonríe y se sienta enfrente del plato que contenía diferentes postres.

Cuando vuelvo en dirección a V, todo menos calma adornaban su rostro.

—Es normal, sí. No puedo tratar con tantas emociones a la vez —susurro, para que solo él sea capaz de oírme.

—¿Qué tan grave es esto? —Pregunta acariciando mi pierna en un tranquilizador vaivén.

—El avión está listo —Entra Amren, sin poder responder a V, y por la situación que ve ya habrá deducido que se la verdad, pero me negaba a verme débil. Me levanto como puedo con un poco de ayuda de V, y estoy de pie en segundos —. Está todo preparado, Amaya se irá contigo —Observo a V de reojo y tan solo asiento.

Me agachó hacia Hanae tomando un sedoso mechón de su cabello, el cual me recordaba al mío cuando era más joven.

—Me iré por un día, ¿está bien? El gruñón se quedará contigo.

—¿Volverás? No me vayas a dejar aquí —responde nerviosa.

—Volveré, preciosa —La abrazo sin querer soltarla y le susurro al oído, deslizando por el bolsillo de su vestido el anillo que me había dado Ben —. Cuídalo, ¿si? —A lo que asiente y me abraza más fuerte antes de soltarme.

—Antes de irme, ¿me das tu teléfono? —inquiero hacía Amren, este arquea una ceja, pero no pone objeción alguna, sacando de su bolsillo un teléfono y entregándomelo —¿Es seguro?

—Lo es.

Enseguida anoto las siguientes coordenadas E 178°0'0" Latitud: S 8°0'0", y aprovecho, mando de manera rápida un mensaje y lo borro al ver que se envía. Sabía que le llegaría sin importar qué. Le extiende el teléfono a Amren, dejando abierto la aplicación de notas dónde escribí la ubicación.

LA SAYÓN | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora