Capítulo 26.

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Face of an angel, mind of a killer.

3 horas después.

—¡Sube ahora! —Grita Renzo al llegar con el auto, entro enseguida y salimos volando del lugar. En pocos segundos nos encontrábamos a más de dos cuadras, cuando una explosión es escuchada a lo lejos. Se siente la vibración de la misma y tan solo seguimos alejándonos.

—¿Qué fue lo que pasó? —inquiero sin dejar de controlar mi respiración. Una llamada entrante interrumpe el momento, atiendo al instante.

—Estamos bien —dice Syaoran en la otra línea.

—Más te vale, imbécil, ¿qué mierda hiciste? Y ni se te ocurra mentirme, lo sé todo —vocifero sintiendo la adrenalina correr por mis venas.

Un bufido se oye desde la línea provocando que ruede los ojos.

—No fui yo, estúpida. Fue tu novio.

¿What?

—Explícate —suelto tajante.

—Iremos al búnker, hay que tener cuidado.

—Por fin desde que sabes caminar te escucho decir algo coherente —cuelgo la llamada, y le doy las indicaciones a Renzo.

¡Damn!

¿Y ahora qué?

Mando un mensaje corto a Mijaíl, el cual responde enseguida.

«Tu vuelo está listo, iré yo mismo en persona».

Algo menos de que preocuparme.

—Sejmet —dice Renzo y con un simple gesto le indico que hablé —. Te lo tendría que haber dicho antes, pero ahora es importante que lo sepas, no se ha sabido nada de Amaya desde hace un mes.

—¿Y qué es lo que si saben? —pregunto. Un mareo me ataca haciéndome recostar del respaldo del asiento.

Ella está bien, siempre lo está.

—La información la obtuve por mi mismo, como pediste. Se involucró en la ESAF por orden del Señor Zhào y el Señor Albazzi. Por unas semanas le estuvo dando datos cruciales en contra de la ESAF, pero días después no se supo más de ella, lo único que se cree es que fue descubierta.

—Ella sabe que hacer, sino sabes de ella en dos días yo misma la buscaré.

El viaje se vuelve largo y cansino, hasta que llegamos a una de las islas olvidadas de Tokio, era antigua, perfecta para llevar a tu pareja y desaparecer unos días, pero gracias a mi padre, era un lugar prohibido para los habitantes de las zonas más cercanas y por ende, pocos sabían de su existencia. Estaba escondida, cerca de algunos viejos templos que ya nadie habitaba.

Renzo estaciona en uno de los templos. Bajamos del auto y lo guío hacía dentro de éste, subimos las escaleras con urgencia hasta dar con la entrada. Abro las puertas y ante mi se muestra un panel digital dónde se debe introducir un código con diez dígitos, el cual cambia cada siete minutos.

Saco mi teléfono y llamo a Syaoran.

—2345729047 —dicta e introduzco los números. Un sonido seco se oye desde adentro, el panel se hunde desapareciendo y la puerta de acero inoxidable es abierta.

Los pasos de Renzo se escuchan detrás de mi al pasar al interior del lugar. La puerta se vuelve a cerrar dejándonos a oscuras, pero sabía exactamente a dónde ir. Avanzo derecho hasta dar con una perilla, la giro y empujó dejando a la vista un ascensor con espacio para dos personas. Me adentro con Renzo y unas puertas dobles se cierran, dejando a la vista otro panel, pero este era diferente. Necesitaba autorización por retina y dedo anular.

LA SAYÓN | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora