Capítulo IX

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Tarareaba una canción que escuchó cantar a los homies el día anterior. Se sentía muy contenta aunque ignoraba el porqué, lo que sí sabía, era que le emocionaba ir a visitar a (Tn).

En realidad nunca había tenido amigas, y fuese o no una prisionera de su hermano, le parecía que relacionarse con ella era lo más cercano a una amistad.

Colocó en una canasta de mimbre, varias donas que acababa de sacar del horno. Las preparó con sus propias manos. Hizo algunas pequeñas para (Tn). Le causaba gracia el tamaño tan compacto de esa mujer que sin saberlo, hacía que los días de su hermano fuesen diferentes.

Sonrió muy contenta al recordar que ella había sido la única testigo de lo lindos que lucían juntos la noche anterior. Se encontraba en el baño cuando decidió echarle un vistazo a la casa de Katakuri, y se preocupó cuando no los encontró por ningún lado, entonces se le ocurrió ver a través del espejo de la habitación que él había estado usando para merendar oculto de los ojos de (Tn), y sintió que debía intervenir justo cuando ésta descubrió al susodicho aunque al final, determinó que la mencionada estaba manejando muy bien la situación.

Se complació en el resultado de todo.

Sin que nadie lo supiera, ella los observó hasta que después de tantas horas de conversación por parte de (Tn) y algunas sonrisas y pequeñas respuestas y escasos comentarios por parte de Katakuri, los dos se quedaron dormidos.

Le causaba ilusión el notar que Katakuri lucía más animado desde el día que pidió su ayuda para que nadie supiera de la llegada de (Tn) a las orillas de la playa, de hecho, fue ella quien le notificó sobre la intrusa.

Recordó lo raro que le pareció el percibir cierta chispa que nunca había visto iluminar la mirada de Katakuri cuando le mencionó el nombre de la pirata que fue arrastrada por las olas y que yacía inconsciente cerca del bosque de la tentación.

«¡Por favor llévame a ella, Brûlée!» Le resonaba en la cabeza la voz de su hermano mayor, quien no pudo ocultar del todo su emoción. Pese a la seriedad que presentaba el rostro del susodicho, el brillo de sus ojos acabó por delatarlo.

Brûlée hizo su tarea, y buscó cosas en casa de Katakuri, que respaldaran sus sospechas. Encontró lo que necesitaba.

Unió los puntos y supo, que su hermano en realidad estaba enamorado de la joven pirata desde mucho antes que ésta llegase a las orillas de su playa.

Ah, pero el pobre sabía tanto del amor como de lo especial que él era.

En resumen, era un tonto obstinado que no actuaría en la manera que debería.

—Mantenerla cautiva fue lo único que se te ocurrió, Oniichan... —murmuró sonriente.

Terminó de colocar lo que necesitaba en la canasta, y se dirigió al espejo de la habitación de huéspedes de su casa, que conectaba con la de Katakuri.

Mientras caminaba por mundo espejo, miró a Pudding, su hermana menor, conversando con algunos homies mientras tomaba un té. También observó a Cracker haciéndose su característico peinado. A ella le parecía que él lucía mejor y más guapo con el cabello suelto.

Vio a su hermano mayor, Oven, frente al espejo cepillándose los dientes. Después, observó a Daifuku, poniéndose gel en el bigote, cosa que la hizo reír silenciosamente. Le pareció gracioso.

En lo que avanzaba, continuaba pensando en que todo fue obvio con Katakuri desde el día que le dijo que la capitana de las piratas Luna Creciente, se hallaba en la playa.

Desde luego que notó la preocupación del susodicho cuando miró las heridas graves que (Tn) presentaba, la manera tan apresurada en la que se quitó el chaleco de cuero para entonces, tomarla delicadamente en sus brazos y así cubrirla y arrullarla. Le enternecía el notar cómo él estuvo al pendiente de ella mientras ésta permanecía dormida.

ESTOCOLMO  ━━ [Finalizado] 《28》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora