Capítulo VII

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Después de que (Tn) hubo finalizado de comer todo el cojín de mochi, el sonrojado Katakuri recurrió a colocarse la bufanda en el cuello —pese a la protesta de su prisionera—, ya que él era consciente de la rojez de su rostro. Abrió la puerta y la miró caminar a paso dudoso, como si se lo estuviera pensando antes de salir.

Esperaba que no se debiera a que ella estuviese desarrollando algún tipo de síndrome.

La observó asomándose cuidadosamente hasta que puso un pie en la extensa y mullida alfombra del pasillo la cual era de color rojo, y entonces la vio comenzar a correr feliz de aquí a allá a lo largo y ancho.

Había algunos cuadros muy elegantes colgando de las altas paredes de tono crema, y alguna que otra cómoda de madera de tono dorado exhibiendo un lindo jarrón con rosas de muchas tonalidades.

—Todo aquí huele muy bien —dijo (Tn)—, como si se pudiese comer. Bueno —volteó hacia Katakuri y le regaló una sonrisa casi inocente, antes de  comentar sin malicia—: hasta tú eres comestible.

—De-deja de decir tonterías y sígueme.

—¿Por qué tan amargado? —le preguntó mirándolo avanzar.

(Tn) no sabía qué le pasaba a Katakuri o porqué éste había estado actuando tan extraño. Le miró las orejas rojas, de modo que creyó que él estaba molesto.

—No me cambiaron por nadie, tan solo no estoy de humor —dijo, antes de que ella le preguntase por quién lo habían cambiado durante su misión.

«Su maldita costumbre de usar su haki...» Pensó ella.

—Lo siento, lo olvidé —manifestó Katakuri, volteando. Le causaba algo de ternura el mirarla hacia abajo. Ella apenas le llegaba un poquito arriba de la rodilla—. Es la costumbre. Siempre mantengo activo mi haki de observación.

—Pues deberías intentar relajarte —le recriminó (Tn), cruzándose de brazos. Tenía el ceño fruncido—. Además, ¿por qué estás tan molesto? No te veo durante mucho tiempo, ¿y es así como regresas?

Katakuri hizo un gesto de sorpresa e incredulidad. Lo recientemente escuchado le sonó como a una novia enfadada.

Un momento, ¿novia? Nunca había tenido una en realidad.

Consideraba que ya estaba bien de permitirle volar a su imaginación. No podía pasárselo malinterpretando las acciones de la otra y tampoco pensando en cosas indebidas.

Aunque... no se contendría de comentar algo mientras se cruzaba de brazos y se inclinaba muchos grados hasta quedar casi al nivel de la corta estatura de (Tn).

—Vaya, cualquiera creería que me extrañaste.

Ella se sonrojó y reaccionó algo nerviosa, aunque intentó disimularlo.

—¡Ja! —rechistó fingiendo indignación. Se llevó las manos a la cintura, una de cada lado—. ¿Y quién podría extrañarte, idiota?

Katakuri enarcó la ceja.

—Tú.

—Pues estás muy equivocado. ¿Cómo podría hacerlo?

—Pues... —murmuró a punto de sonreír. Le divertía notar lo mucho que ella se esforzaba para dramatizar su negativa, aunque, se preguntaba qué tan en lo correcto estaba esa vocecita que le decía que (Tn) lo había extrañado—, no lo sé. Tú dime.

ESTOCOLMO  ━━ [Finalizado] 《28》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora