Capítulo XVII

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Su temblorosa mirada se fijó en el techo blanco donde permaneció distante de la realidad por un momento, hasta que los recuerdos de una sonrisa dulce invadieron sus sentidos haciéndolo sentarse abruptamente. Apenas notó que se encontraba en el mismo cuarto de enfermería que ella había usado, cuando le pidió al doctor Lovegood que por favor tratara sus heridas y que mantuviera tanto su ingreso, como su estado, y también permanencia en secreto.

Miró hacia la mesa auxiliar donde se hallaba un sombrero negro que cogió con su enorme mano. Frunció los labios viendo el espacio vacío del objeto, ese que se suponía que una cabeza debía llenar.

—Monkey D. Luffy —murmuró para sí, antes de ver hacia la ventana que se encontraba abierta de par en par. La suave brisa se filtraba haciendo ondear las cortinas blancas. Miró que era de noche—, vuelve, alguna vez...

Se cuestionó su accionar, dado que el dejarlo ir desató una cadena de acontecimientos inesperados.

Inhaló una cantidad de aire que retuvo en sus mejillas por unos segundos. Después exhaló muy despacio. Meditó en las palabras de Brûlée antes de que se marchara de la habitación.

Se preguntaba si y había dado y hecho mucho por la familia Charlotte, cosa que lo conllevó a responderse que en efecto, su hermana tenía razón, aunque tampoco tenía idea de cuándo «suficiente», sería suficiente.

Colocó el sombrero en el lugar de donde lo cogió, antes de recostarse al lado contrario de la herida de su costado.

De nuevo, su tormento llegaba para cobrarle factura tal como sucedía cuando se hallaba solo, o bueno, acompañado por el silencio.

Sonrió mirando a la mujer que se acostaba a su lado.

—Kat, deberías estar descansando, no pensando en mí.

—Quiero estar contigo por un momento —dijo muy suave.

—No, lo que deberías hacer es buscar ayuda. Estás mal, ¿sabes?

—No me importa —dijo, mirándola detenidamente—. Te extraño.

—Lo sé, pero, es tiempo de que me dejes ir, ¿no lo crees?

—No —murmuró bajando la mirada por un instante. Cuando quiso ver esos ojos nuevamente, ella ya no estaba—. ¿Por qué siempre te vas, antes de que pueda preguntarte porqué lo hiciste?

Katakuri acarició esa parte de la almohada donde (Tn) había estado acostada hacía un instante, o mejor era decir: donde la imaginó a su lado.

Una vez más comenzó a recrear lo sucedido. No comprendía cómo fue capaz de matarla.

Se preguntaba: ¿por qué? ¿Por qué ella lo hizo? ¿Por qué optó por atacar por la espalda a Big Mom si ésta ya había dado el consentimiento para que se casaran?

Lo estaba matando por dentro el recuerdo de su mano atravesando el pecho de (Tn) como un reflejo de protección para con Linlin.

Se odiaba. Se odiaba por ser consciente de que amaba a (Tn) mas que a su propia vida, cosa que inició mucho antes de haberla encontrado a la orilla de la playa, y que pese a esto y al hecho de que jamás se creyó capaz de lastimarla, acabó sosteniendo su corazón con la mano derecha, mientras que con la izquierda la apretujaba contra su pecho.

Sus ojos se humedecieron; su quijada temblorosa cayó justo cuando recordó que (Tn) iba a atacar a Linlin que le daba la espalda para retirarse con destino al château.

Todavía no concebía el haberle quitado la vida a la única mujer que ocupó su corazón, quien lo amó tal cual, y que volvió por él sin importar nada.

ESTOCOLMO  ━━ [Finalizado] 《28》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora