Capítulo XIII

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—¿Eh? —murmuró (Tn), tanto incrédula como nerviosa. Temía estar malinterpretando la petición de Katakuri.

—Que quiero que por favor seas mía —le repitió, tornándose increíblemente rojo.

(Tn) separó los labios antes de sonreír enternecida. Creía haber estado en lo correcto al no precipitarse a saltar en conclusiones que a su parecer, eran producto de su anhelo.

—¿Otra vez? —Inquirió con dulzura—. Acabamos de hacerlo, Kat —liberó una suave risa detrás de la cual ocultaba su desánimo. Ella quería que él le pidiera quedarse—. No creo estar lista para otra ronda —Bajó el rostro. Miraba sus dedos de las manos, cuyas uñas introducía dentro de otras puesto que se había avergonzado por lo siguiente que diría—. A menos de que vuelvas a ser bastante considerado conmigo.

Él la atrajo a su cuerpo y la sentó sobre su regazo. La abrazó alrededor de la cintura mientras la veía a los ojos. Buscaba las palabras adecuadas para darle voz a sus pensamientos.

—No me refiero a eso —dijo con temor de continuar por miedo a obtener una negativa—. Quiero que seas sólo mía.

—Katakuri... —murmuró (Tn) poniéndose de rodillas sobre las piernas de él—. Pero si soy tuya... —Lo tomó de ambas mejillas—. Y seré tuya sin importar el lugar del mundo en el que me encuentre.

Él la besó sin previo aviso, y fue correspondido al instante. La abrazó con desespero al igual que ella lo hizo aferrándose de su cuello.

Sus respiraciones calientes se mezclaban entre sí; sus corazones comenzaban a latir fuerte y rápido. La piel de ambos demandaba el calor del otro.

Con la palma de su mano, Katakuri la presionó de la espalda para apegarla a su pecho. Tenía ganas de hacerla suya nuevamente.

La recostó sobre la almohada y se colocó en medio de sus piernas.

(Tn) lo sujetaba fuerte; como si temiera dejarlo ir.

Katakuri suspiró antes de separarse de sus labios. No deseaba renunciar al momento, pero recordó que había algo que quería tratar con ella.

—No me entendiste (Tn) —le susurró antes de buscar sus ojos—, sé mía, quédate con...

—¡Katakuri Onii-chan! —gritó Brûlée entrando abruptamente por la puerta.

Katakuri y (Tn) voltearon hacia la agitada mujer que había dejado caer la quijada al descubrir la bizarra escena que los otros estaban protagonizando.

—Qué vergüenza —murmuró (Tn) halando la sábana para cubrirse el cuerpo desnudo, a la vez, Katakuri se metía con ella debajo del edredón.

—¿Por qué no tocaste, Brûlée? —preguntó el sonrojado hombre.

La otra no respondía. Todavía estaba boquiabierta, con los brazos caídos. Su gesto era indescriptible.

—¡Brûlée! —hablaron (Tn) y Katakuri al unísono, logrando que la mencionada por fin reaccionara.

— ¡Perdón por entrar sin avisar! —exclamó sonrojándose al apartar la mirada. Les dio la espalda—. ¡Te estuve llamando por el espejo de mano que siempre llevas en tu bolsillo y también por el den den mushi pero no respondías!

—¿Sucede algo? —inquirió Katakuri, sentándose al igual que (Tn).

Brûlée no sabía si hablar sobre lo que acontecía en frente de (Tn). Le preocupaba la manera en la que ella fuese a reaccionar.

—La marina actualizó el cartel de recompensa de (Tn), de seiscientos a ochocientos millones bajo la advertencia de: «sólo viva».

—¡¿Qué?! —exclamó Katakuri. Volteó hacia (Tn), consternado.

ESTOCOLMO  ━━ [Finalizado] 《28》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora