El comienzo

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Hace algún tiempo atrás, o más bien dicho, varios años, Catra creyó experimentar lo mismo que sucedió aquel día. Ocurrió en sus primeros años de universidad, tuvo un día pesado y fue particularmente desagradable con Scorpia, una chica que no le agradaba del todo; tras un pequeño accidente, le gritó, la insultó e incluso la empujó. Al final del día, muy cansada y avergonzada por su comportamiento, se durmió y pasó una de las peores noches de la vida.

Al despertar, su madrastra Shadow, le preparó el exacto desayuno del día anterior, le tiró de manera desagradable la misma cantidad de dinero del día anterior y se despidió con la misma bendición del día anterior, lo cual resultaba extraño, pues la "señorita religiosa estrella" siempre variaba en sus oraciones.

Todo se repitió de la misma manera, hasta que se cruzó con Scorpia... Catra reflexionó un segundo y cuando la alta chica la empujó de manera accidental,  Catra no se alteró, recordó el arrepentimiento de su actuar y decidió mostrarse amable.

-No te preocupes. - dijo. -Soy Catra.

-Lo sé, he sido tu compañera en las mismas clases desde el principio de la carrera, soy Scorpia. Lamento mucho haberte chocado.

Ese día, fue el principio de una amistad con la que, en un comienzo, Catra no se sentía muy cómoda, pues su amiga de pelo blanco era extremadamente afectuosa, sin embargo y con el tiempo, se transformó en la más cercana que poseía. 

Lo que dejó pensando a Catra por mucho tiempo, fue qué paso, estaba loca por creer que ya había vivido aquel día, o es que acaso estaba destinada a ser amiga de Scorpia y la vida le había dado una segunda oportunidad. Había pasado ya tanto tiempo, que lo ignoró y se convenció a sí misma de que fue solo un sueño o algunos cables cruzados en su loca cabeza de estudiante.

En la actualidad, Catra trabajaba en una oficina con muchos otros periodistas, cada uno con sus propia especialidad o área de interés, en aquel piso, también había otra gente trabajando para que el funcionamiento de la revista diera frutos. Había compañeros que le agradaban mucho, como su amiga Scorpia y aquella chica Entrapta que siempre lograba arreglar todo en la oficina; personas que le eran irrelevante y gente que le parecía desesperante, como brillitos, el chico flechas y aquella rubia con aires de princesa. 

Catra culpaba a Shadow Weaver, su madrastra. Antes de la muerte de su padre, Shadow no era tan estricta con su religión, ni obligaba tanto a Catra para respetarla y seguirla, pero con el tiempo y sin su padre presente, se le fueron impregnando esas creencias y costumbres que no eran parte de su personalidad antes de que su papá no estuviera más con ella. Como era de esperarse, con años y años de la doctrina impuesta bajo su techo por esa mujer, encontraba de muy mal gusto que aquel trío hablase tan fuerte, riera tan fuerte o básicamente demostraran felicidad con actos tan vulgares, si Shadow Weaver los viera, les daría la clásica mirada de desaprobación, al igual que se las daba a ella cada vez que  hacia ruido o, como le decía su madrastra, se mostraba "indisciplinada e insoportable". Por ello, en cada oportunidad que tenía, la gata se quejaba de lo mucho que le molestaba lo boba risa de Adora, que sonaba como un cerdito cuando sus carcajadas la ahogaban.

Era casi final de la jornada laboral y Catra, cansadísima, fue por una café bien caliente para despertar, al pasar por al lado de Glimmer, Bow y Adora, esta última rió fuerte con aquel particular ruido que tanto odiaba, lo cual asustó a la morena que caminaba con el café e hizo que se le derramara encima. Adora, al notar esto, corrió a asistir a Catra que tenía una fuerte cara de dolor y que sobre sus mejilla, el rojo de la rabia hacía desaparecer las pecas que adornaban su rostro.

- ¿Estás bien? - Preguntó Adora, intentando secar a la morena con su propia ropa.

-¡Lo estaría si no fueras tan ruidosa todo el tiempo! - gritó Catra -Esto es un oficina, por si no te habías dado cuenta. La gente necesita paz y tranquilidad, no rubias idiotas que se dedican más a parlotear que a trabajar. Realmente no sé cómo tú y tus estúpidos amigos se han salvado de que los despidan. 

Tempus Fugit - Catradora AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora