El verdadero rostro

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Faltaba cada vez menos para el viaje a Serenia y poco más de una semana había pasado desde la reunión en la oficina de Hordak. Los últimos días, Catra había pasado mucho tiempo con su compañera, incluso más de lo lógico, pues, cada vez que la morena decía o hacía algo indebido para con Adora, esta se veía forzada a repetir la situación.

El anterior jueves, por ejemplo, Catra sintió envidia de la idea de Adora: un tour de buceo que guiara a los turistas entre las ruinas submarinas aledañas a Serenia. Intentó echarla abajo y le comentó que ese recorrido era ridículamente complejo, aun cuando sabía que era una idea millonaria, pronto, Catra se dio cuenta que Adora no reaccionaba de lo mejor a sus críticas, y contando aquel jueves, la había hecho llorar por lo menos tres veces.

Lo que tenía de especial ese momento, es que al despertar una vez más en el mismo día, Catra no cambió nada, estaba harta de ser condicionada por esa locura. Sin embargo, al hacer todo tal cual al día recién vivido, nuevamente se repitió... No quería llegar a repetir el maldito día cuatro veces, así que esta tercera vez varió en algunas cosas pero vio llorar a la rubia una vez más, fue allí cuando Catra se atrevió  a aceptar que esa imagen le encogía el pecho, y ya, la última vez que ese día inició (sí llegó a una cuarta), Catra no solo apoyó sino que elogio la idea de la rubia. "Su risa es mucho más satisfactoria que mi orgullo" pensó la morena sin profundizar en sus reflexiones, aunque no pudo evitar sentir que la suma de cuatro días al final valieron la pena.

Con los días pasando y amenazando con el cercano viaje, la morena reconoció el encanto que rodeaba a su compañera, su estúpida risa de cerdo, de pronto, la ponía en plan risitas; su forma tan torpe de andar de pronto dejó de ser un estorbo e incluso era capaz de alegrar su día.

El tiempo  a su lado también permitió que Catra notara pequeños detalles que nunca antes habían llamado su atención. Los ojos de Adora, dentro de su intenso azul contenían pequeños lunares negros, como si su pupila se separara un poco en partes dentro de su iris. Notó también que, al igual que ella, Adora tenía unas pequeñas pecas salpicadas sobre la nariz. Pero lo que más la cautivaba era la emoción de la rubia, cuando su cabello se volvía aun más claro, sus ojos pasaban de azul a celeste zafiro y su piel emitía un brillo atrapante. 

incluso Chispitas y Bow ya no le parecían desagradablemente insoportables, algunos de los tiempos compartidos con Adora venían acompañados del "escuadrón de mejores amigos", lo que Catra creí nerd y estúpido, aun cuando ya se llevaba mejor con ellos.

Ya era viernes, y solo hacía falta el fin de semana para partir a Serenia y aunque Catra hacía grandes esfuerzos para ignorarlo, estaba realmente emocionada por el viaje.

Iba disimulando su entusiasmo, esperando el ascensor de la oficina para buscar su moto en el estacionamiento, tenía muchas cosas que hacer, era un largo tiempo en Serenia y además de preparar todo para el viaje, debía descansar.

De pronto, una mano tocó su hombro muy suavemente, aunque no evitó que los pelos de su cola se erizaran.

- Me parece adorable que no puedas evitar mostrar tus emociones. - rió tierna Adora.

- Creo que a cualquiera se le notaría si casi  lo matas del susto como  a mí. - dijo Catra con las mejillas rojas e intentando esconder su cola con las manos.

- No deberías avergonzarte, realmente es tierno. - Adora siempre achinaba los ojos cuando elogiaba a Catra, lo cual, si la felina lo pensaba... era bastante a menudo. Ambas estaban compartiendo una mirada profunda y silenciosa cuando la campana del ascensor avisaba su llegada, lo cual provocó que la rubia bajara su mirada con rapidez.

- ¿Al estacionamiento? - preguntó la rubia aun evitando la mirada de la aludida.

- Síp. - contestó Catra extrañamente nerviosa.

Tempus Fugit - Catradora AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora