Cuando Catra atravesó la puerta de su casa, sus pupilas se cruzaron con dos brillantes ojos verdes que parecían atravesarle el alma. Su cuerpo se erizó, sus manos comenzaron a sudar y su corazón latía tan fuerte que el ruido le tapaba los oídos. Tuvo la sensación de unas grandes manos recorriendo su cuello y sofocando su boca, sintió como si el peso de algo o alguien limitase sus sentimientos y contuvo un grito que hubiese roto el cristal de las ventanas. Una gota de sudor corrió por su espalda, no controlaba sus manos temblorosas, sus propia respiración parecía dejarla sin aire. ¿Por qué se sentía atrapada en su propia piel?
Al verlo avanzar hacia ella con esa sonrisa, una imagen fugaz –sin forma ni color– le sacude la mente y le hace dar un paso atrás. Es una sensación sin explicación, una que la obliga a apartar la mirada, como si al enfrentarlo estuviera tocando algo que prefiere enterrar, algo que le provoca el mismo frío que una sombra en plena noche.
Aunque Catra no era capaz de recordarlo, su madrastra recitó la presentación de Hordiano Primero tal como la primera vez, pero había un diferencia importante, nadie lo sabía, pero la morena ya no era la misma. No pudo simplemente aceptar la intromisión de un tipo cualquiera ni la osadía de su madrastra por querer controlar el rumbo de su vida, lo que no necesariamente la salvaría de verse obligada a encontrar nuevamente a ese hombre rondando en su vida.
La morena conocía a Hordiano, su reputación lo precedía, pues, era el pretendiente perfecto para cualquier persona que asistiera a esa secta a la que llamaban religión. Escuchaba las risitas y suspiros que las chicas dejaban escapar por él, como si el simple hecho de su presencia les bastara. Todas las palabras que rodeaban la existencia de hermano Hordiano se limitaban a elogios y engrandecimiento, pero Catra ya no podía ver en él la perfección de los rumores; algo en su mirada la inquietaba, como si conociera un rostro que él se esmeraba en ocultar.
Una voz áspera la sacó de sus pensamientos.
-No es secreto para nadie. - intervino Shadow sin ningún pudor y con los ojos brillando tras de su máscara. -... que Hermano Hordiano ha venido aquí para oficializar su interés por ti. Los dejaré solos para que conversen.
-Tu madre tiene razón, Catra. Me encantaría salir contigo si tú dices que sí, por supuesto, sería una gloria para mí llevar a mi lado a una chica tan linda como tú. - Catra apretó los labios, contrayéndose con un leve gesto de desagrado al escuchar su tono almibarado. No se molestó en disimularlo; era casi un reto, esperando a ver cómo reaccionaría él.
-Sabes, Catra, hay algo realmente fascinante en ti.
Su voz es suave, como un susurro que se desliza con demasiada comodidad en el aire entre ellos. -Hay una fuerza en ti que es... rara, como si pudieras ser mucho más de lo que eres ahora. Me encantaría ser el hombre que te ayude a descubrirlo. Juntos podríamos lograrlo, tú y yo... imagina lo que podríamos hacer. - concluye.Su sonrisa es calculadora, pero con un toque que parece genuino, como si realmente creyera que ella podría ceder.
Catra lo observa, sus ojos se desvían brevemente hacia el suelo, buscando algo que no está allí. Su mente da vueltas, un ruido incómodo en su cabeza. ¿Debería decir algo? ¿Sonreír? ¿Aceptar?
Un susurro de duda la atraviesa como una flecha afilada: ¿Sería tan difícil?En su mente, el rostro de Adora aparece, nítido y claro. "Ella me necesita..."
Es una sensación extraña, como un peso en el pecho. No puede evitarlo. La imagen de Adora, el modo en que su presencia de pronto la hacía sentir... ¿Realmente debe elegir a Hordiano? El pensamiento parece intruso, pero la memoria de Adora se cuela, como si deseara que las cosas fueran diferentes. ¿Es esto lo que debo hacer para avanzar? Para encajar...- Podrías ser alguien grandiosa, Catra. Me imagino a tu lado, y todo a tu alrededor brillando. Estaríamos en la cima. Sólo tienes que decir que sí. - La insistencia de Hordiano asquea a la morena.
Su tono no ha cambiado, sigue suave y persuasivo. ¿Lo haría por Adora? La pregunta llega a su mente sin ser invitada, irrumpiendo en el flujo de sus pensamientos. Interrumpe sus propios pensamiento ¿Qué rayos tiene que ver Adora en todo esto? Concéntrate, Catra.
- Lo... lo pensaré. - responde al fin.
No sabe si es porque realmente lo va a hacer o si simplemente no sabe cómo rechazarlo sin enfrentarse a todo lo que le grita en el pecho.
El cansancio embargó cada ápice del cuerpo de Catra, el día había sido agotador y realmente no recordaba cuándo había sido la última vez que tantas emociones la visitaban. Ni siquiera notó en qué momento su cabeza tocó la almohada, ni cuando el mundo de los sueños la atrapó.
El calor de la arena abrazó los pies de Catra, pero no se comparaba con la calidez de la mano que sostenía la suya. Estaba mirando al mar, y en su rostro aterrizaban pequeñísimas gotas el el viento arrastraba desde el mar. Aquella mano tan suave abandonó la suya para posarse a la altura de su ombligo, mientras sentía como su espalda recibía un dulce abrazo. De pronto, un aliento aterrizando en los vellos de sus orejitas.
- Este es uno de los momentos que más disfruté en nuestro viaje, gatita.
- ¿Adora?
- ¿Sabes por qué... por qué disfruté tanto este momento?
- ¿Por qué?
- Porque este momento fue la primera vez en mucho tiempo en que me sentí... completa. Aquí, contigo, como si no necesitara nada más. Acabábamos de hacer el amor y nunca había probado algo tan dulce como tú.
- ¿Conmigo? No crees que te estás confundiendo, yo me siento... confundida.
- Yo también lo estoy Cat. Pero cuando te tenía así, como ahora, observando el mar de Serenia, con el cuerpo completamente relajado, todo tenía... sentido.
Catra movió su cabeza hacia atrás para recostarla en el hombro de Adora.
- Quiero besarte ¿Por qué quiero besarte? Eso no está bien ¡Nada de esto está bien!
- No creí que volvería a oírte decir cosas como esa. Ojalá pudieras compartir mis recuerdos para no sentir que estoy completamente loca.
Catra dirigió su mirada a los ojos de Adora, pero la rubia habló antes de que ella pudiera hacerlo.
- Te extraño, gatita.
El despertador de Catra anunciaba el comienzo de un nuevo día. Quería sentirse asqueada por el sueño que había tenido, pero muy por el contrario, no podía dejar de pensar en él como un lugar seguro. No le sorprendieron las declaraciones de Adora, tampoco sus propias palabras. Lo único que le sorprendía eran las sensaciones nuevas recorriendo su cuerpo.
Mientras manejaba camino al trabajo y veía el paisaje envolvente de Luna Brillante sintió cosquillas en su vientre, una sonrisa que no podía deshacer y un hormigueo agradable en los dedos de sus manos. Quería volver a verla... pero al llegar a la oficina se sintió decepcionada al recordar que Adora debía tomarse un par de días para descansar.
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Tempus Fugit - Catradora AU
FanfictionCatra experimenta una rara situación, no sabe si lo soñó, si es real o si tiene daño cerebral. Algo no parece andar bien, pues es imposible que esté volviendo a vivir días que ya habían pasado. El tiempo le da segundas y terceras oportunidades, sobr...