11

199 25 36
                                    


—Usted miente —dijo Gabe—. Tiene que estar mintiendo.

—Si vuelve a llamarlo mentiroso, no...

Un codazo de Chan impidió que Minho terminara la frase.

—Mi padre y el general Grant fueron compañeros en West Point. Más tarde combatieron juntos en la guerra contra México —le explicó Jinki. No se atrevía a mirar a ninguno de los chicos—. El general Grant es mi padrino.

—¡Es un yanqui! —exclamó Siwon, con su rostro reflejando el odio y la furia que Jinki había visto tantas veces querer salir a la superficie.

—Nací aquí en Texas —informó Jinki con orgullo—. Pero eso ahora no importa —indicó, decidido a no desviarse del tema hasta que hubiera convencido a Gabe y Cato de que atacar a los Choi implicaría un grave riesgo para ellos—. Quiero que me den sus nombres y una copia de la autorización —le exigió a Gabe—. Pienso enviársela al general Grant, junto con su promesa de que no tomarán ninguna medida contra esta familia hasta que lleguen los indultos.

Ellos le dieron los papeles sin protestar.

—Haz una copia —le ordenó DongWook a Siwon.

—Sigo pensando que deberíamos matarlos —insistió Minho.

—Estos caballeros van a regresar a Austin para informar a la oficina del catastro que no hay necesidad de proseguir con la investigación —comunicó Jinki—. Además notificarán que su información era errónea, y se ocuparán de redactar los baremos correctos en los documentos pertinentes. ¿Me dejo algo?

—Creo que eso lo abarca todo —confirmó DongWook, incapaz de apartar su mirada de Jinki.

—¿Desearían ver la carta? —preguntó el, al tiempo que sacaba un sobre de su bolsillo y se lo entregaba a Gabe—. No quiero que quede ninguna duda acerca de la veracidad de mis palabras.

Luego de echarle un vistazo a la primera línea y a la firma, Gabe se puso completamente blanco.

—¿Su padre era el oficial Lee?

—Sí —respondió Jinki.

—¡Santo cielo! Griffin nos despellejará vivos si se entera de que hemos molestado a este doncel —exclamó Gabe entre dientes a Cato, quien asintió luego de echarle una ojeada a la carta.

—Devuélvamela, por favor.

—Por supuesto, señor Choi. Y puede estar segur de que aclararemos el asunto de los impuestos. Lo más seguro es que no haya que pagar más de treinta dólares por esta hacienda. La gente no acostumbra a soltar un céntimo por los predios en los que tienen sus vacas.

—Recuerde que pienso escribir la carta esta misma noche.

—No hay ningún problema, señor. Nadie quiere irritar al general Grant ni al general Sheridan. Todo el mundo sabe que éste tiene muy mal carácter.

—¿Y los impuestos?

—No tienen que pagarlos hasta el año entrante.

—Ese hombre debe tener un muy buen trabajo que proteger —comentó DongWook cuando los funcionarios del catastro se marcharon.

—Desde luego, uno que le permite que el dinero de otras personas llegue a sus bolsillos —añadió Max.

—Sigo creyendo que debimos haberlos enterrado en el primer bajío del riachuelo —reiteró Minho.

—Jinki los ha despachado de manera más eficaz —comentó DongWook.

Todas las miradas se volvieron hacia el.

Jinki ( Libro 1 - serie 7 novios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora