Final

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Tienen que estar por aquí —indicó una voz.

—A lo mejor se han marchado a Austin. Han tenido toda la noche para huir.

—Sí, mientras nosotros cavábamos la mitad de su jardín.

—Nunca pensé que hubiera oro, pero papá se niega a escuchar. Quiere atrapar a ese hombre para que le diga dónde lo escondió. Dijo que si era necesario le arrancaría el pellejo a ese doncel centímetro a centímetro.

DongWook había sentido rabia antes, pero lo que experimentaba en aquel momento era algo completamente nuevo. Podía sentir que la sangre le hervía de furia, como olas rompiendo en una costa rocosa, impulsadas por una fuerte corriente a golpear cada vez con más fuerza. Así debía sentirse su padre cuando perdía los estribos.

Pensar en ello asustó tanto a DongWook que su rabia empezó a disiparse.

—Tenemos que ponerles algún señuelo para que se alejen de aquí, o no tardarán en encontrarnos —le susurró DongWook a Jinki—. Max y yo los confundiremos. Sehun y tú quedaros aquí. No os mováis por muchos disparos que se oigan.

—¿Por qué disparos? —preguntó Jinki.

—No podemos alejarlos sin atraer su atención, ¿no crees?

Jinki no se quedó tranquilo con la explicación.

—No nos esperéis hasta que anochezca —repuso DongWook.

—Ten mucho cuidado.

En la cueva tenían que andar a gatas, pero DongWook se las arregló para abrazar a Jinki.

—Nunca había tenido una razón para regresar, pero ahora la tengo. Puedes estar seguro de que se necesitan más de unas cuantas docenas de McClendon para alejarme de ti —besó a Jinki con vehemencia—. Sehun y tú acostaos un rato. Así el día se os pasará más rápido.

—¿Qué piensas hacer?

—No lo sé, pero voy a convencer al viejo McClendon de que no es una buena idea venir por aquí.

—¿Cómo?

—Ya encontraré la manera.

Guiñó el ojo para quitarle importancia, salió de la cueva a gatas y desapareció.

Jinki estaba inquieto. DongWook no era el de siempre. Había en él una fiereza que no había visto antes. Conocía su determinación y contaba con el. Pero aquello era diferente. Lo asustaba.

—¿Podemos al menos ver qué está sucediendo? —le rogó Sehun.

Habían pasado todo un largo, tenso y aburrido día, ocultos en lo más profundo de la cueva esperando que DongWook regresara. El había permanecido despierto, mientras Sehun dormía. Ahora él rebosaba de energía y el luchaba desesperadamente por mantener los ojos abiertos.

—Ni se te ocurra acercarte a la entrada —le dijo Jinki—. Uno de ellos podría estar cruzando el riachuelo. Y no hables tan alto.

—Pero no me descubrirán. Tú nunca pudiste encontrarme —adujo Sehun—. DongWook tampoco.

—Eso es verdad —admitió Jinki—, pero no estamos jugando al escondite. Si esos hombres te atrapan, sabes que DongWook se entregaría, ¿o no?

El niño asintió con la cabeza.

—No creerán que no tenemos ese oro. Nos matarán a todos. ¿Entiendes?

Sehun asintió de nuevo.

—Muy bien. Ahora ¿por qué no me cuentas un cuento? No creo que yo pueda pensar en otro ni aunque me apunten con una pistola en la cabeza.

Jinki ( Libro 1 - serie 7 novios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora