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—Hace una noche agradable —comentó Max.

Jinki estaba sentado en la cerca. Max, de pie, miraba la bóveda celeste tachonada de estrellas. Habían permanecido en silencio hasta que los ecos de la discusión que tenía lugar dentro de la casa bajaron de improviso, convirtiéndose en un murmullo apenas audible.

—Así es —asintió el, tratando de concentrarse en conversar con Max, en lugar de intentar darle sentido a los fragmentos de frases que se escapaban por la ventana de la cocina—. Antes de venir aquí, nunca había vivido fuera de una ciudad. Temía echar de menos la gente, las tiendas y el bullicio.

—¿Y no ha sido así?

—No era feliz en Austin. Muy mal tendrían que irme las cosas para que decidiera regresar.

—¿Es que están mal? Creí que todos se doblegaban ante sus órdenes.

Jinki se rió con ganas, descubriendo tanto la gracia como la sorpresa que le producía el comentario.

—Tiene que observar mejor. Me tratan con amabilidad, especialmente cuando olvido cuál es el lugar que me corresponde y empiezo a dar órdenes, pero soy un extraño en esta familia. Siempre lo seré.

—Al menos DongWook le tiene en alta estima.

Jinki no tenía la más mínima intención de explicar cómo estaban las cosas —o cómo no estaban— entre DongWook y el. Pero antes de que pudiera pensar en una respuesta para desarmar la curiosidad de Max, la puerta de la cocina se abrió de golpe.

Se volvieron hacia la casa a tiempo de ver a Siwon salir a grandes zancadas para luego desaparecer en la oscuridad.

—Supongo que eso significa que seguirá preparando el desayuno por algún tiempo —vaticinó Max, volviéndose de nuevo hacia Jinki—. Imagino que DongWook vendrá a comunicar el veredicto de un momento a otro.

DongWook no tuvo oportunidad de hacerlo. Sehun salió corriendo de la casa, prácticamente pisándole los talones a Siwon.

—¡Te quedas con nosotros! —gritó, lanzándose en brazos de Jinki—. Siwon está tan furioso como un toro castrado. ¿No te alegras?

Jinki abrazó a Sehun con todas sus fuerzas.

—Me alegra que quieras que me quede, pero siento que Siwon esté disgustado.

—Siwon no importa —afirmó Sehun—. No mientras DongWook te quiera para que te quedes.

Incapaz de pensar en una respuesta sensata, Jinki decidió ignorar el comentario de Sehun y su mala gramática. Tampoco quería darle demasiada importancia al apoyo de DongWook. Bastantes problemas le había causado ya.

—Será mejor que empiece a lavar los platos —afirmó, poniéndose de pie. Cogió a Sehun de la mano y se dirigió a la casa.

—Me tengo que ir a la cama —anunció Sehun cuando entraron en la casa. Remilgadamente se soltó de la mano de Jinki y dio la vuelta hacia el dormitorio de los hombres—. Chan dijo que me contaría un cuento si prometía no fastidiarlo demasiado mañana.

Jinki dudaba si Sehun corría para que le contaran un cuento o huía de los platos.

Pero la pregunta no ocupó su mente por mucho tiempo. DongWook estaba quitando la mesa cuando el entró en la cocina.

—No tienes por qué hacer eso —señaló, apresurándose a quitarle los platos.

—Si no te hubiéramos sacado de aquí, ya hace mucho tiempo que habrías terminado.

—No tardaré mucho.

—Te ayudaré.

—De acuerdo —asintió Jinki. La emoción que le embargaba le revolvía el estómago. DongWook no le había ayudado desde aquella primera noche en que el arrojó la cena al suelo.

Jinki ( Libro 1 - serie 7 novios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora