La vida que Stella Cromwell tenía siempre fue sencilla y sin tantas complicaciones. Sin contar por el hecho de que todas las noches, mientras duerme, él está en sus sueños, todo cambio desde el momento en que sus ojos lo vieron por primera vez.
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Habían pasado cuatro días, por suerte era viernes otra vez, los últimos días fueron caóticos, para lo único que tenía tiempo era para estudiar y hacer tareas.
Logre entregar a tiempo el manuscrito, no conto con muchas páginas, debido a que me apague a lo que la profesora Adams había pautado. Termine nombrando el manuscrito Colores al Alma, creo que acertaba justo en el clavo.
Por el hecho de que era un título que lograba hacer referencia a la trama de la historia, supuse que quedaba bien, no obstante, la semana siguiente descubriría si mi elección de historia y título habían sido correctas.
Me senté en una de las mesas de la cafetería, yacía un tiempo que no veníamos a este lugar a causa de los deberes y el instituto, mis hora de sueño se reducían a casi nada, lo que en efecto me hacía estar como un muerto viviente arrastrándose por los pasillos del instituto, nada bonito debo decir.
Logre visualizar a Tony atravesar el umbral de la entrada, en la medida que lo iba conociendo más me agradaba, conectamos en muchas cosas, era como de esas personas que cuando conoces te preguntas ¿donde habías estado toda mi vida?
En lo esencial Tony era grandioso, desde el momento que llegó logro conectar con todos nosotros de alguna forma, volviéndose uno de nosotros.
- Hey, Stella - anunció al descubrir donde me encontraba - ¿los chicos aún no llegan?
Negué con la cabeza mientras el se sentaba frente a mi.
- Jade me escribió hace unos minutos diciendo que ya estaban por llegar - informe - al parecer la práctica de Jordán se había alargado más de lo previsto.
- Ohh ¿y cómo llegaste?
- Con mis pies - señale de forma irónica.
Soltó una risa mientras apretaba el puente de su nariz con la mano.
- Claro - se burlo - la chica que se quejo por ver educación física y lo llamo una matanza instantánea.
- A veces me gusta caminar, me ayuda a pensar con claridad - argumente defendiendo.
- Vale, te creo - alzó la manos en son de paz.
- ¿Vas a ir a la fiesta de mañana? - averigüe.
- Eso creo ¿y tu?
- De hecho, si voy a ir, aunque de todas formas si me niego a estás alturas, Jade me asesina.
- Ella me da miedo a veces - bromeó a lo que ambos reímos.
- Tienes razón, el anterior domingo me dio el susto de mi vida.
- ¿Que hizo? - pregunto entre risas.
- Me despertó con un megáfono.
- ¿De donde carajos saco un megáfono? - chillo estallando de risa.
