La vida que Stella Cromwell tenía siempre fue sencilla y sin tantas complicaciones. Sin contar por el hecho de que todas las noches, mientras duerme, él está en sus sueños, todo cambio desde el momento en que sus ojos lo vieron por primera vez.
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— ¿Qué hacen aquí? — chille al ver a los chicos reunidos.
— Nos enteramos de que ya estabas bien y vinimos a verte.
— No tenían que preocuparse, un momento, ¿cómo se enteraron de que estaba bien?
— Pues un pajarito me lo comentó — contesto Jade viendo a Logan que estaba detrás de mí.
— Chismoso — le refunfuñé — gracias, tonto.
— No hay de que, sabía que lo necesitabas.
Logan sin duda alguna a veces podía llegar a comportarse como un verdadero angelito de navidad.
— Entonces, ¿nos dejas pasar? — señaló Jordán — sé que no querías que te viéramos porque nos decías que íbamos a enfermarnos, pero aquí afuera no sé cuantos grados hay y si seguimos parados aquí, sin duda alguna lo estaremos.
— Cierto, se me había olvidado — todavía no me acostumbraba a que estuviese comenzando la época de frío y nieve.
— Hola muchachos — saludo mi mamá una vez que estábamos de vuelta a la sala — estamos decorando el arbolito ¿Quieren darnos una mano?
— Por supuesto, es mi parte favorita de la navidad — chillo Tony mientras se ponía al lado de mi mamá, a lo que ella le daba las indicaciones de como era su visión que deseaba ver en el árbol.
— Pero todavía no es diciembre — me susurro Jordán.
— Lo sé, pero a mi mamá le gusta poner el árbol antes, siente que un mes es muy poco tiempo para él.
— ¿Acaso tu mamá hablo con el árbol? — bromeó.
— Al parecer sabe lo que siente — le seguí la broma mientras reímos viendo como todos se organizaban.
— ¿Sabes que es lo que falta en esta reunión? — señaló Jade poniéndose a mi lado.
— Ilumíname — respondí.
— Chocolate caliente mientras escuchamos Snowman.
— He visto tu idea y me encanta.
— Que tal si ustedes se encargan del chocolate, Jordán y yo de la música - sugirió Logan.
— Suena bien — asintió Jade — eso si Stella, te quiero lejos de los masmellow, eres un peligro con ellos.
— No es mi culpa que me gusten tantos y que dejes la bolsa abierta frente a mí, soy una víctima de la circunstancia.
— Si claro — entre cerro los ojos sin creerme.
Ya en la cocina esperando que el chocolate se terminara de calentar, Jade y yo nos poníamos un poco al día de lo que me había perdido.
— Jade, tengo algo que contarte — mencioné después de un rato.
— ¿Cuéntame, que sucede?
— Anoche volví a soñar con él y sé que esto va a sonar completamente desquiciado porque claramente paso un límite que nunca antes había cruzado, pero considero que de alguna forma remota ayudo a curarme.