Píldora

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Yuan, un pequeño niño que vivía dentro de 4 paredes grises y ásperas. Le encantaba jugar, aunque no tenía amigos ni juguetes como cualquier otro niño, el solo tenía la compañía de su madre en ese lugar.

Este no era muy comunicativo, pero cuando veía a su pequeño niño hablarle con entusiasmo que es lo que había detrás de esas paredes, el no podía negarse a aquella información, un mundo realmente hermoso y peligroso a la vez.

El pequeño Yuan imaginaba todo, quería salir, pero no quería dejar a su madre en este lugar. Este quería ir con su mamá, tomados de las manos mientras que estos paseaban por aquellos sitios bellos.

Tal vez era mucho pedir, no quería ver a su madre con esas manchas, rojas, moradas y un todo verde en su cuerpo, que eran provocadas por aquel señor. Yuan tenía miedo cuando aquella puerta metálica se abría, el iba corriendo hacia su madre, intentando cubrirla con su pequeño cuerpo, no quería ver ese líquido rojo que salía por los golpes que le daban a su madre. Él miraba la luz atreves de esa pequeña rendija que había en una pared, señalando que era de día y empezaba aquella tortura.

.........

Luo Binghe había logrado capturar a su Shizun, lo iba hacer pagar por todo lo que le hizo cuando este era un pobre niño que no había echo nada malo en este mundo, esas cumbres y esos discípulos iban a pagar todo, realmente todo.

Que mejor idea en matarlos a todos y torturar a su Shizun en su palacio, iba a disfrutar de esta venganza. Y así fue, todas las cumbres alrededor fueron destruidas en un pestañeo, el único que sobrevivió fue su antiguo maestro, pobre de aquel joven, no sabe de lo que le espera.

Cuando capturaron a Shen Jiu este era abusado sexualmente como físicamente. Era una mejor venganza ¿no? Poder destruir aquel monstruo que no tuvo piedad hacia él, que mejor manera que pisotear ese orgullo que tenía, violándolo y golpeándolo todos los días, si alguien lo viera realmente sentiría lastima por él.

Golpeándolo con tanta fuerza, haciendo que su maestro sintiera el triple de lo que le hizo cuando este era solo un niño, torturándolo hasta mas no poder. Aquel maestro se volvió como un juguete para aquel perro, que se desquita con él cuando este no está de humor.

Este era torturado de todas las maneras que una persona normal no lograría pensar. Y una de esas era tener que cuidar ahora del bebé que crecía en su vientre.

-Buenos días Shizun ¿Durmió bien? – dijo aquel joven de ojos rubís- Hmm...Aunque no creo, estar todo él día encadenado es doloroso ¿Verdad? 

-que es lo que quieres...- respondió aquella persona en un estado lamentable

-Oh, Al parecer Shizun está emocionado por esta nueva tortura que le voy hacer- respondió, con una fingida expresión de inocencia.

Aquel sujeto seguía en la misma posición sin moverse y sin emitir un sonido, sus manos levantabas por aquella cadena y su cabeza solo colgaba de su delgado cuello.

-Uhm...con que Shizun no va a decir nada...bien...- Un golpe sonó en aquella habitación, Se trataba de Luo binghe que había pateado con mucha fuerza aquel vientre del sujeto.

Manchas de sangre caían por los labios de aquel sujeto, manchando no solo sus únicas túnicas sino aquel suelo rasposo.

-Oh Shizun ¿Sabes cuál va hacer tu nueva tortura? ¿Uhm...Que te parece quedar embarazado? - dijo con una voz algo siniestra.

Después de tanto tiempo aquella voz habló -¡Que tontería dices!- Shen Jiu estaba desconcertado con lo que esa bestia había dicho ¿Embarazarlo? ¡Que mierda hablaba esa bestia! ¡Está loco!.

-Al parecer Shizun no me cree, pero... conseguí una pastilla ¿Sabes lo que la pastilla hace? Pues...La persona que lo tome puede quedar embarazado- dijo estas palabras mientras algunas carcajadas salían de este. – Vamos Shizun, abre esa sucia boca que tiene- aquellas palabras fueron dichas mientras acercaba aquella pastilla hacia los labios de Shen Jiu.

Shen Jiu obviamente no iba abrir la boca, no quería tener un hijo y mucho menos de aquella bestia. 

Un dolor imaginable comenzó a crecer en su vientre, era esa maldita sangre que esa bestia le había hecho beber ¡Sin ese poder no eres nada! Pensó Shen Jiu, pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando se dio cuenta que había comenzado a escupir mucha sangre.

 Rápidamente la otra persona aprovechó esto, metiendo un par de dedos en aquella boca ajena, abriéndola lo suficiente para que esa píldora entrara, sellando rápidamente aquellos labios, haciendo que aquel sujeto se pasara la píldora con una mezcla de sangre que se había acumulado dentro.

-Oh ... Shizun ... Shizun, ahora creo que si podrás engendrar el hijo de esta bestia- aquellas palabras perversas resonaban en aquella habitación.

La única primavera brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora