Zapatitos

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Shen Jiu estaba observando por la ventana, los pajaritos cantaban y otros jugaban entre ellos, todo era muy tranquilo. Había pasado una semana que su discípula le haya dicho que no volvería a causa de un trato, esto último lo hacía pensar a cada rato ¿Cuál era ese trato? Se preguntaba Shen Jiu.

Este observaba la silla de su al frente, ya no estaba aquella figura que hablaba mucho, aquella cálida persona.

Shen Jiu observó el jarrón de tras, este se levantó de su silla y caminó hacia el jarrón pequeño, tomó el jarrón llevándoselo hacia la mesa. Con un rápido movimiento hizo caer las cosas que tenia el jarrón, aquella lana verde y el zapatito a medio construir cayeron en la mesa.

Este tomó el zapatito y lo comenzó a observar, tomó sus palillos y comenzó a tejer, los movimientos de los palillos eran tan fluidos y limpios, el ambiente era tan tranquilo.


Los zapatitos ya construidos estaban en la mesa, Shen Jiu estaba observándolo mientras acariciaba su grande y redondo vientre. Aquel acto lo relajaba mucho del dolor que sufría por el peso de su vientre, pero al ver los zapatitos ya terminados una sensación cálida creció en su pecho. 

Una sonrisa creció levemente en el rostro de aquel serio maestro, pero rápidamente se esfumó "¡Mierda! ¡Ni siquiera lo voy a dejar vivo para dárselos!" Pensó para si mismo Shen Jiu.

Un dolor suave comenzó a sumergir en el vientre, eran las pequeñas pataditas diarias – ¡OUCH! ¡¿Por qué no eres tranquilo?! ¡Maldita cosa! – habló Shen Jiu. 

Este se levantó de su silla dirigiéndose lentamente hacia su cama, mientras su mano sostenía la parte baja de su vientre y la otra su espalda. Por el pequeño dolor aquel maestro no notó a la nueva persona en su habitación.

– Oh, Shizun– le dijo – Que jodidamente asqueroso te ves – dijo Luo Binghe.

Shen Jiu volteó la mirada rápidamente, el ceño fruncido de este mirando con desprecio a esa bestia.

– ¡Lárgate de aquí! ¡Maldita bestia! – gritó Shen Jiu.

– Shizun, ya le eh dicho que no me gusta ese vocabulario y encima si te estas refiriendo así de mí. – Habló el joven de túnicas negras.

El joven ya estaba detrás de su maestro, volteándolo velozmente, aquellas manos grandes y largas sujetaban fuertemente de aquel delgado cuello de su maestro, levantándolo de la superficie.

Shen Jiu sujetaba las otras manos intentando que lo soltara, pero el aire le estaba faltando, debilitando aún más– Ugh...suelta...me...–

– Entonces se más educado conmigo – Habló Luo Binghe, una sonrisa leve comenzó a formarse en el rostro del sujeto.

– ¡Jodete! – gritó Shen Jiu mientras intentaba con todas sus fuerzas aflojar el agarre, pateando si era posible.

Este fue soltado haciendo que cayera y se golpeara la nuca con la madera del borde de la cama – u...ugh...–

Luo Binghe estaba mirando fijamente a su maestro, pero luego comenzó a ver por toda la habitación. Sus ojos se encontraron con unos pequeños zapatitos, sus ojos rubí brillaron y su sonrisa se extendió mucho más.

– Oh, con que has estado jugando Shizun – dijo Luo Binghe. Este observaba los pequeños zapatitos que ahora estaba en su mano.

Shen Jiu miraba desesperadamente a Luo Binghe, este se había olvidado en guardar los zapatitos – ¡Suelta eso! ¡no es tuyo! – gritó Shen Jiu.

– JAJAJAJAJA Shizun, usted si me hace reír– le dijo – Quien lo diría, mi maestro jugando a ser una buena madre –Luo Binghe comenzó acercaba cada vez más los zapatitos hacia él. Sonriendo siniestramente en el proceso.

–¡No lo toqu...! – gritó Shen Jiu. Sus palabras fueron cortadas al ver los pequeños zapatitos siendo destruidos por una gran llama de fuego.

Los zapatitos habían sido destruidos en cuestión de segundos, haciendo que los diminutos polvos cayeran al suelo.

– JAJAJAJA No lo entiendo Shizun, porqué se esmeró demasiado en hacer eso– Luo Binghe reía de una forma siniestra.

Shen Jiu estaba atónito por unos segundos, pero la ira se apoderó de el– ¡Eres...Eres un pedazo de mierda! ¡maldita bestia asquerosa! – gritó.

–Oh, si, Shizun. Soy una maldita bestia que ahora está sedienta – dijo– No he disfrutado de mi Shizun por unos meses, así que colabore. – La actitud del sujeto era melosa y de burla.

Las muñecas de Shen Jiu fueron sujetadas fuertemente, recostándolo hacia la cama. Luo Binghe comenzó a lamer cada parte de piel expuesta de su maestro.

–¡No me toques! ¡Déjame! – gritó Shen Jiu mientras se retorcía en la sabana. 

Un fuerte ardor dentro de su vientre comenzó a surgir haciendo que este escupiera sangre, este no se detenía, aun peleando hasta el final sin dejar que esa bestia lo volviera tocar, pero su fuerza disminuía a causa del dolor, cada vez más pero más rápido. Sus ojos comenzaron a cerrarse poco a poco, no se escuchaba nada, solo el dolor que podía sentir. 

"¿Hasta cuándo tengo que aguantar? ¿Cuántas veces eh podido sufrir un aborto a causa de los sangrados de siempre? ¿Cómo es posible que no hayas muerto estando tu vida en riesgo? Me siento cansado...tengo sueño...mucho sueño..." Se decía Shen Jiu para si mismo. Su visión se apagó quedando solo en la oscuridad.


Luo Binghe estaba despierto, al lado de su maestro, después de pasar una increíble noche teniendo sexo sin parar, aunque no era tan divertido porque su maestro estaba inconsciente.

Este observaba la ventana, pequeños rayos de luz alumbraron la cama, Luo Binghe volteó a ver a su maestro que seguía dormido en esa posición recta que mostrando su grande vientre, este tuvo un poco de curiosidad como se veía aquel vientre, levantó suavemente la sabana haciendo que estaba solo mostrara completo aquel vientre desnudo. 

Luo Binghe observó como de aquel vientre comenzó a parecer unos bultitos de un lugar a otro. – " Ugh..." – Fue lo que se escuchó de su maestro. Aquel discípulo miró a su maestro este tenía una expresión de dolor mientras dormía. El joven puso su mano en el grande vientre, acariciándolo suavemente. –" Uhm..."– Se volvió a escuchar de aquel maestro. Luo binghe volvió a mirar a su maestro que ahora estaba durmiendo tan pacíficamente al estar siendo acariciado.

Luo Binghe, el gran Rey Demonio, sintió una sensación cálida en su pecho, haciéndolo sonreír gentilmente al ver a su maestro dormir con su ya grande vientre.

La única primavera brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora