Gran momento

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El calor de los rayos de luz comenzaba a quemar el rostro de la única persona en aquella habitación. Este se levantó somnoliento, frotando sus ojos hinchados por las lágrimas de siempre.

Este se levantó de la cama, y se dispuso a desayunar, aquellas comidas que siempre estaban en la mesa. Terminando y dando unos pequeños pasos hacia un lugar, mirando el resto de los pequeños zapatitos, aquel polvo que estaba por todo el suelo. Recogiéndolo lentamente con una pequeña tela para luego envolverlo y guardarlo dentro de un jarrón.


El sol había caído, era tiempo de dormir, pero en una habitación seguía despierta una persona.

 Una única vela alumbraba un poco la habitación, haciendo que esta no esté oscura por completo. Después de haber tejido los últimos hilos de la lana, un hermoso gorrito de lana era lo que ya hacía en las manos de Shen Jiu.

Este lo observó por un largo rato, para luego guardarlo en un cajón oculto. Shen Jiu se dispuso a dormir en su gran nido de almohadas, pero esta vez su cuerpo se sentía algo extraño de nuevo, pero ignorando nuevamente toda esa sensación, durmiendo y comenzando otro día.

Aquel maestro estaba sentado en el suelo leyendo pacíficamente un libro, mientras tomaba elegantemente una taza de té, para luego dejarla en aquella mesa bajo de él.

– Shizun, coma esta sopa, lo preparé yo mismo – habló Luo Binghe que estaba caminando hacia su maestro. Aquel ex discípulo se acercaba, observando aquella espalda de su maestro, tan recta y aquel hermoso cabello negro como la tinta que caía por el suelo.

– No tengo hambre – respondió Shen Jiu. Mientras leía aquel libro de bambú.

– O quieres otra cosa? – habló Luo Binghe, susurrándole cerca del oído con un tono burlesco.

– ¡Jodete! ¡maldito pedazo de mierda! – gritó Shen Jiu.

– Oh, shizun, a quien crees que le estás hablando, en un instante puedo matarte, ¿lo sabes verdad? – habló Binghe, casi riendo.

– Entonces hazlo– dijo Shen Jiu, sus manos apretaban fuertemente aquel libro que sostenía.

– Tanto así quieres morir? Bueno, pero primero aprovechemos ese cuerpo– habló Luo Binghe, sus manos comenzaron a tocar aquella espalda, dándole algunos toquecitos.

– ¡No me toques, bestia! – gritó Shen Jiu, la ira estaba comenzando a crecer dentro de él. 

– Shizun, le recuerdo que solo es una puta más, así que debes de obedecer a tu amo– dijo Luo Binghe, este había acomodado el cabello de su Shizun hacia un lado, dejando expuesto aquel delgado y blanco cuello.

– ¡Vete a la mierda! – volvió a gritar Shen Jiu.

– AJAJA Te enoja que te digan puta?, ¿Por qué? ¿Si ya antes lo eras o me equivoco? – habló Luo Binghe, con su tono tan relajado y burlesco.

La habitación había quedado en silencio, hasta que se rompió por el fuerte grito de aquel maestro que se había volteado hacia la otra persona, gritando fuertemente. – ¡ERES UN HIJO DE PUTA!–

– Shizun, usted lo es más, dejando que otros hombres lo toquen, Hmm...aunque creo que te gustaba, quien lo diría, este maestro que parecía perfecto y de una buena familia, jamás lo fue, solo eras un esclavo que lo violaban JAJAJAJ– Aquella risa resonó por toda la habitación en silencio. 

–¡Solo era un niño...!– Aquellas palabras salieron como un susurro, que claramente fue oído por la otra persona.

– Que tan inútil tenías que ser, tanta atención querías que seducías a ese hombre para que te violara?– Una fuerte carcajada había salido con esas palabras.

– ¡JODETE! ¡TUVE QUE HABERTE MATADO EN ESE MOMENTO QUE PUDE, PEDAZO DE MIERDA! – gritó Shen Jiu, la ira de él ya había llegado a su límite. Sus mejillas fueron sujetadas con fuerza haciéndolo levantar del suelo.

– Las perras como tú lo único que les sirve es su cuerpo, para que sean folladas por su amo...– Habló Luo Binghe, su rostro estaba sombrío y su risa de antes había desaparecido en un instante. 

Aquel maestro fue soltado, cayendo directo hacia la mesa, golpeándose fuertemente.

–Urg!– Se escuchó aquel quejido de dolor. – Ouch!! – se volvió a escuchar.

– Tan débil estas que te duelo solo un simple golpe? – habló Luo Binghe. Este tenía los brazos cruzados, observando a su maestro.

...AGH......Mierda esto...no debe...Ugh...estar pasando...¡¡UGH! A A A...– dijo Shen Jiu, que estaba sudando frió.

Binghe no entendía lo que pasaba hasta observó bien a su maestro, el gran miedo y el dolor que crecía dentro de su maestro era algo satisfactorio para él, era el momento.

–Oh, al parecer ya vas a dar a luz, Shizun–dijo – Que pena, te la tendrás que arreglar tu solo, Adiós. ~ – Luo Binghe salía de aquella habitación dejando a su maestro en aquel suelo. 

Shen Jiu se la tuvo que arreglar llegando al fin hacia la cama, hundiéndose en aquella variedad de almohadas, el sudor estaba por todo su cuerpo y las sabanas siendo apretadas fuertemente por aquellas largas y delgadas manos. Aquel liquido se derramaba demasiado para que el bebé pueda pasar y no se atascara.

Shen Jiu se removió sus túnicas un poco dificultoso por el dolor, pero lográndolo. Demasiados quejidos de dolor salían de los labios de Shen Jiu, este sudaba demasiado y las almohadas era sujetadas fuertemente intentando aliviar el dolor, este maldecía todo hasta al bebé deseando que estuviera muerto, los quejidos aumentaron más y más, algo salía de Shen Jiu, algo muy doloroso, hasta que dio su último aliento. Shen Jiu estaba cansando, algo somnoliento, sus ojos se cerraban tal vez por el sueño o el dolor, pero recordó algo y el pánico se apoderó rápidamente de él, al recordar que el bebé no lloró.

Este se levantó ignorando el dolor y vio aquel bebé bañado en sangre, este lo cargó acunándolo entre sus brazos, este no entendía porqué el bebé no lloró. La desesperación comenzó a crecer dentro de él, sus ojos se llenaron de lagrimas por no saber que hacer, pero por un intento de desesperación golpeó suavemente la espalda de su bebé, haciendo que este llorara, el alivio comenzó a surgir dentro de Shen Jiu y sus lagrimas comenzaron a brotar por todo su rostro.

La única primavera brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora