El pequeño Yuan

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 En aquella habitación se escuchaban los fuertes llantos de aquel niño. "–Ugh...kuh... ¡déjeloo! ¡Por favor!...ugh... ¡déjeloo! Ya no le golpees –"tartamudeó aquel niño. Mientras sollozaba aquel pequeño niño.

Las lágrimas se desbordaban de esos pequeños ojitos esmeraldas, al tan solo ver como aquel monstruo golpeaba a su madre sin parar.

Yuan tan solo observaba la grande espalda de aquel hombre de vestimentas negras, mientras escuchaba los golpes que recibía su madre una y otra vez. El miedo se había apoderado de él, haciendo que este no se pudiera mover, sus pequeñas piernas temblaban al igual que su cuerpo.

Yuan observaba una y otra vez la misma escena de su madre siendo golpeada, sus piernas temblaban. Y su cuerpo se movió por si solo, corriendo hacia aquel hombre.

Sujetando con sus pequeñas manos aquella fina tela del hombre, con un desesperado intento en que este se detuviera. Este seguía apretando la tela hasta que todo el movimiento se detuvo, los ruidos pararon y la adrenalina terminó.

Yuan levantó la vista hacia arriba, observando a aquel hombre que había volteado con furia, observando al niño y sin pensarlo golpeó fuertemente el pequeño rostro, haciendo que este diera un pequeño rebote para luego caer fuertemente al duro suelo.

"– NO ME TOQUES CON ESAS MALDITAS MANOS SUCIAS!–" Gritó. Luo Binghe ardía en furia. Este volvió a voltear para observar como aquel maestro seguía en aquella estúpida posición de siempre.

Luo Binghe odiaba ver como su maestro no hacía nada para defenderse o al menos emitir algún gemido de dolor. Lo único que hacia su maldito maestro era observarlo con una mirada fulminante, de odio y asco en su totalidad.

Esta simple reacción hacia enfurecer a Luo binghe. Que golpeaba sin cansancio a esa basura de maestro, intentando que este por lo menos le suplicara y llorara por él.

"–Ya basta...! Ugh...por...favor, señor! –" Aquel niño se arrodilló ante aquel hombre. Este aun llorando, con la desesperación y miedo dijo:" –Se lo suplico!...ya pare... – "Pequeñas gotas de sus lagrimas caían al suelo, haciendo que comenzaran a manchar el suelo.

Aquella habitación había quedado en silencio por unos instantes. 

Luo Binghe sonreía de oreja a oreja, sintiéndose algo satisfecho por aquel pequeño acto que había hecho esa basura para su madre.

Una voz completamente neutra sonó:"–¡Levántate! ¡maldito niño estúpido!–" Después de un largo rato, aquel maestro había hablado. Su rostro estaba golpeado. Y la sangre caía de su nariz y al igual que el de sus labios. Este después de todo, aún mantenía un rostro serio y sombrío.

Aquel maestro ya no era como de hace algunos años. Después de haber perdido todo, aun así, tenía una ropa decente y su orgullo seguía alto. Pero ahora era simplemente como un trapo, sucio y desechable. Los fuertes afrodisiacos que le hacían tragar diariamente, eso hizo que su mente se rompiera poco a poco. El odio por sí mismo y el placer inundaban su mente, que no permitía otro sentimiento diferente.

Vistiendo unas túnicas completamente sucias, rotas, que siempre eran parchadas con otras de su misma ropa. Aquella bella piel blanca ahora estaba algo sucia; su cabello estaba suelto y desordenado. Sus brazos, sus piernas estaban llenos de moretones y heridas.

Ambas muñecas tenían cadenas, el rojo vivo que se podía notar por la presión de aquellas gruesas cadenas en la piel. 

Las grandes y pesadas cadenas que conectaba hacia la pared de piedra.

En estos 3 años que pasaron aquel maestro había sido humillado y torturado de las peores formas posibles. Su mente fue dañada miles de veces, sus recuerdos iban y venían, simplemente Luo Binghe jugaba con él. 

Aquel maestro tenía que pagar todo lo que le hizo; una pisca de sentimiento humano hacia él y no el odio que recibió por partes de toda aquella asquerosa secta. 

Aquel maestro aún no pagaba todo.

Aquel maldito maestro no sintió las llamas en su cuerpo cuando fue lanzado al abismo, la desesperación y el terror que se apoderaba de un pequeño discípulo que tenía que combatir con gigantescos demonios, tener que asesinar a gente inocente para poder salvar su pellejo era un recuerdo torturador.

Aún de rodillas y con la cabeza baja, Yuan dijo otra vez: "–¡Se lo suplico señor! Por...favor...ya no le golpee a mi mami. –"Habló mientras su voz se quebraba más y más. 

Yuan al no escuchar una respuesta y al notar que todo había quedado en silencio, comenzó a levantar lentamente su rostro hacia aquel hombre. Este fue recibido con un fuerte golpe en su cuerpo, haciendo que este cayera de nuevo al suelo, mientras se retorcía del dolor.

"–Quien te dijo que podías levantar la cabeza?!–"habló Luo Binghe. Este observaba con gran desprecio a aquel niño.

"–¡¿Realmente creíste que iba a perdonar a tu madre, así de la nada?!–"Volvió a hablar Luo Binghe. Aquellos ojos rubí brillaban en la oscuridad. Este golpeaba con más fuerza en aquel pequeño niño que estaba ya en el suelo, casi inconsciente. 

Su pequeña nariz sangraba al igual que sus pequeños labios, sus mejillas estaban hinchadas por los golpes al igual que su cuerpo. Este estaba extendido en el suelo mientras gemía de dolor "–UGH!–"

Sus ojos inexpresivos observaban a su madre, como aquel estaba tirado en el suelo sin moverse.

 Después de un rato los golpes se habían acabado. Yuan realmente no sabía cuánto tiempo había pasado, tal vez horas o un par de minutos.

El pequeño Yuan aún recostado en aquel helado suelo notó los pequeños rayos de sol de la mañana que entraban por aquella rendija. Este volteó el rostro para observar a su madre a lo lejos.

Este con todas sus fuerzas y aun gimiendo del dolor, se arrastró poco a poco hacia su madre, llegando después de un doloroso rato. Este lo observó un rato, para luego acomodarse entre los brazos de su madre, acurrucándose.

Yuan lanzó una pequeña sonrisa al sentir la calidez  de su madre, que lo envolvía en un débil abrazo.

La única primavera brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora