Star Mccall, es lo único que recuerda cuando despierta dentro de una caja.
Una adolescente que llega a un lugar donde las mujeres no existen, y donde tendrá que aprender a vivir rodeada de hombres con las hormonas disparatadas.
Conocerá a personas q...
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THOMAS SE TERMINABA DE COLOCAR SU CHAQUETA cuando se encontró a su amigo supervisando al resto de los jóvenes, parecía muy concentrado, por lo que se acercó despacio para asustarlo.
— Ni siquiera lo intentes. — Le dijo con una media sonrisa, mirándolo de reojo para volver su vista al frente.
El castaño pareció sorprendido, pero solo rió y se puso a su lado viendo a sus amigos que estaban sentados en unas rocas, mientras el resto de la manada conversaban y reían con las demás personas.
— No ha sido fácil. — Comentó Scott. — Pero al final lo logramos.
— Lo siento.
El Alfa se giró con el ceño fruncido, pero su amigo solo miraba sus pies. Scott puso su mano en el hombro de su hermano para que esté lo mirara, y funcionó.
— ¿Por qué...?
— Recuerdo lo que les hice. — Lo interrumpió suspirando y mirándolo a los ojos. — Aún puedo escuchar sus gritos, sus gruñidos, yo...
— Hiciste lo que tenías que hacer, nos salvaste. — Le dijo abrazándolo por los hombros. — Si no fuera por ti no hubiéramos logrado escapar. — Thomas lo miró confundido, a lo que el otro lo observó sorprendido. — ¿No lo recuerdas?
— Scotty, ¿Qué parte de que nos enviaron al laberinto no entendiste? — Le preguntó irónico.
Scott chasqueó la lengua y asintió.
— Cuando lograste hacer la conexión entre nosotros. — Señaló a su cabeza, y el chico abrió los ojos entendiendo. — Sabíamos que se llevarían a varios de nosotros a los laberintos, que nos borrarían la memoria, debían separarnos. — Su rostro se puso serio. — Pero no importaba, nosotros sabíamos que nos volveríamos a encontrar y así fue. En fin. — Suspiró y bajó la mirada. — Hicimos un plan, pero no salió de acuerdo a cómo debía.
Thomas corría por los pasillos de las instalaciones con su arma en mano, debía avisarle a los demás.
Con su tarjeta abrió la puerta y vió a su amigo sentado en el suelo con las manos en la cabeza y miraba hacia abajo.
El castaño tragó grueso recordando las veces que se ponía así por las sustancias en su organismo.
— Scotty. — Lo llamó y el hombre lobo se levantó de inmediato iluminando sus ojos rojos. — Tranquilo, amigo. Soy yo, tu hermano. Stiles.
El latino pareció reconocerlo por lo que dejó de estar a la defensiva y se acercó a el con rostro preocupado.
— ¿Qué sucedió? ¿No se supone que debe ser en unas horas? — El castaño soltó un suspiro.
