Capítulo 13

200 32 17
                                    


Pov. _____

—Esto es basura —susurré al instante que mis pies tocaron el suelo de aquella casa.

—Venga, _____, anímate —Edd chilló por lo bajo.

Me limité a rodar los ojos, entrando completamente con él de su brazo, esquivando a todas las personas para poder llegar a donde fuese el destino que mi amigo quisiera.

—¿Crees que haya venido? —pregunté acercándome a su oído.

—¿Lo dudas? Por el amor a la Coca-Cola, _____ —dijo irónico negando varias veces con la cabeza— Matt no se pierde estas fiestas, aparte nos invitó o, para ser exactos, a ti. ¿Crees que no me he dado cuenta de que solo me está utilizando? Pero realmente no me molesta mientras no te haga daño, claro.

Miraba a Edd con el entrecejo fruncido, no me esperaba que él dijera aquello. Solía pensar que era muy ingenuo con sus amistades, pero creo que estuve equivocada todo este tiempo.

Después de todo yo soy la única ingenua porque no se me había cruzado por la mente de que eso podía ser una razón por la sorprendente amistad que se formó entre ellos dos.

Dejaba de concentrarme en todo y esperaba por Edd, a que se detuviese en algún lugar. A los minutos, llegamos junto a Tom, Patrick y otros chicos.

Matt nos invitó a una fiesta que habían realizado los integrantes de su equipo de baloncesto, al parecer para celebrar algo. No sé qué pretendían estos chicos al hacer fiestas en días de clases pero casi todo el instituto asistió y ni uno tenía cara de que les preocupase que mañana habría escuela. 

Asistí por dos cosas: una de ellas es que Edd insistió en que lo acompañara ya que no salía mucho y con lo estricta que era mi madre prácticamente le rogó para que me diese permiso, y la segunda tenía nombre y apellido: Matthew Hargreaves.

—¡Esto está a reventar! —Tom alzó los brazos un poco mareado por el alcohol.

Podía contar la cantidad de vasos ingeridos con tan solo oler.

—No creo que solamente haya personas del instituto aquí. —opinó Patryck mirando a su alrededor—. Les recomiendo que no vayan al patio trasero, hay chicos vendiendo droga.

—¿Droga? —pregunté incrédula recibiendo un asentamiento de cabeza por parte suya.

Por un instante, Tord vino a mis pensamientos pero fueron borrados cuando Edd habló.

—No te separes, ¿bien? —se dirigió a mí.

—Sé cuidarme —refunfuñé.

Algunos rieron, pero el castaño me miró serio. Odiaba su sobreprotección. Tendría que estar a su margen si quería salir viva de aquí.

Fue todo lo contrario.

Empezaron a platicar sobre cosas sin sentido, como los partidos, equipos, chicas y problemas que algunos tenían con sus novias, comiéndose el tiempo tras vasos y más vasos con alcohol en ellos.

Mi niñero ya perdería la cordura y sería yo quien cuidaría de él, de eso estaba segura. 

Se sumergían en su plática y decidí dejarlos, probablemente Edd se daría cuenta dentro de media hora... o nunca.

Caminé entre todos los chicos que olían a alcohol, sudor, cigarrillos y, puede ser, a semen...¿Acaso el semen tenía olor? Eliminé, en definitiva, aquella pregunta tan absurda y me concentré en mi camino.

Busqué la mesa donde había varios tipos de bebidas y decidí llenar mi vaso con un poco de ponche. Fresa, a juzgar por el color. 

Me apoyé en la mesa mirando al frente, sería parte de todo aquel grupo de chicos bailando si supiera bailar. Observé mi vaso por unos cortos segundos, los hielos chocaban entre sí creando pequeños movimientos en el líquido. Con esto podía confirmar cuán aburrida me encontraba.

𝐁𝐨𝐮𝐥𝐞𝐯𝐚𝐫𝐝┃Tord LarssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora