Capítulo 18

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Pov. _____

—En mi lista de sueños tengo resaltado que algún día voy a bailar en un centro comercial sin que me importe absolutamente nada —pronuncié con una sonrisa mirando hacia la nada.

—No sé qué es más ridículo, que tengas una lista de sueños o tu sueño —Tord carcajeó.

Estábamos en camino al boulevard, nos habíamos ido del instituto y aunque eso me costaría muchas consecuencias con mi madre, creía por un segundo que por el chico de cuernos valdría la pena.

Después de lo ocurrido ayer, él y yo nos quedamos en el mismo lugar hablando durante algún tiempo hasta que se calmara y sus ojos dejaran de estar hinchados. La herida de su labio seguía siendo notable, aunque ya estaba cada vez más sano.

—Al menos uno ya se hizo real —presumí con una sonrisa.

—¿Ah sí? Dime, ¿cuál? —inquirió elevando la comisura de sus labios.

—Hacerte reír —confesé.

Por un segundo pensé que su rostro cambiaría por completo a uno serio y sin ganas de seguir escuchándome. Su rostro si cambió, pero en lugar de eso, su sonrisa se hizo más grande causando que su hoyuelo se remarcara con más profundidad.

—Estás demente, Wright. —Volvió a reír.

—¡Y dos veces! —chillé de emoción.

Nuestras carcajadas se unieron creando un perfecto sonido para mis oídos, sabía que la suya hacía de este momento aún más especial. Él se detuvo intentando recuperar su respiración, una vez que lo consiguió habló:

—Interesante, cuéntame, ¿cuáles son tus otros sueños en esa lista?

—¿Estás seguro? Puede ser que te aburra —advertí—. Te conozco, puedo llegar a aburrirte y termines diciéndome algo déspota.

—¿En qué concepto me tienes? —se ofendió—. Vamos, quiero escucharlo.

—Bien —asentí con la cabeza, tocando mi mejilla con la palma de mi mano—. Practicar paracaidismo y buceo, escribir un poema en francés, ir a varias convenciones de anime, viajar en una furgoneta hippie, ser roseada con polvos de hada, ya sabes, esos que son de colores —enumeraba cada uno de ellos con mis dedos.

Tord solo sonreía enternecido, sus ojos tenían una pizca de diversión, me prestaba toda la atención, me escuchaba y eso me hacía sentir feliz

—Crear un columpio como el de Heidi, hacer un muñeco de nieve y dure por semanas sin ser destruido, no dormir durante cuarenta y ocho horas, bañarme en una cascada, me gustaría encender fuegos pirotécnicos...

—Espera —me interrumpió—. ¿Nunca has encendido uno? —Tord preguntó incrédulo, yo negué—. ¡Por Dios, Wright!

—¡Mi madre los detesta! —me defendí—. Ahora te toca a ti, ¿cuáles son los tuyos?

—Yo no tengo sueños —respondió al instante sin pensarlo.

—¿Porqué?

—¿Para qué tener sueños? Muchos suelen romperse, un sueño es algo que es inventado para tener alguna meta con la cual seguir adelante y darle sentido a tu patética vida, ¿de qué sirve vivir a base de mentiras? Lo sueños fueron creados para ocultar la realidad de uno. Los humanos somos imbéciles y crédulos.

—Uno se cumplió y fuiste tú quien lo hizo.

—Claro —dijo en un sarcasmo—. Qué casualidad que lo tenías en tu lista, ¿no?

𝐁𝐨𝐮𝐥𝐞𝐯𝐚𝐫𝐝┃Tord LarssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora