Capítulo 14

229 31 12
                                    


Pov. _____

—Joder, mi cabeza ya no la soporto —Edd se volvió a quejar por décima vez mientras sobaba su sien con las yemas de sus dedos.

Al parecer tenía resaca y no quería ver ni la luz del día. 

Sus ojos estaban cubiertos por unas gafas de sol, sus ojeras se apoderaban de su cara y, a pesar de que intenté ponerle un poco de maquillaje, no se ocultaban. Como era de esperarse me había regañado por haberme ido y dejarlo solo sin avisar; según él, me buscó hasta en el más mínimo rincón de la casa. 

No siguió, pues tan fuerte se volvió la jaqueca que decidió darle punto final a su propia discusión.

—Solo falta una clase, trata de no caer rendido al suelo —lo animé, bromeando.

—Y es Andrea, la maestra con la voz más chillona del instituto —dramatizó.

—¡Hola, plebeyos! —Patryck saludó en un grito golpeando a la mesa. Venía con Tom.

—¿Qué te ocurre, imbécil? —Edd gritó cabreado y apretó con sus brazos su cabeza.

—Hola Tom, hola Pat —saludé a los recién llegados en una sonrisa agradable.

—Creo que a alguien no se le quita la resaca imperdonable —el chico de cuencas rió y lo apoyé—. Te vengo avisar que el entrenador ha llamado a todo el equipo. —miró a Edd—

—¿Ese hombre quiere matarme? No tengo humor de soportar sus gritos de mujer menopáusica. —Mi amigo levantó la cabeza y gimió.

—Al menos te has salvado de Andrea —pronuncié en una risita por lo bajo.

—Prefiero arrancarme la cabeza antes de elegir entre ellos dos —gruñó levantándose de la mesa—. ¿Me esperarás?

—Oh no, iré a otro lugar —murmuré apenada.

Y sí, iría con Tord.

Había pasado casi toda la noche pensado sobre lo que me propuso. Después de darle vueltas al asunto, decidí que lo mejor sería tratar de convivir con el chico.

Desde el día en que habíamos cruzado palabras eso es lo que quería: saber más de él a pesar de los insultos que me dirigía o lo grotesco e insípido que se comportaba. 

Sí, demasiado esfuerzo estaba haciendo al intentar amoldarme a sus cambios de humor. Lo peor de todo es que yo misma me contradecía. 

Este es el efecto Tord.

—¿Con quién? —Edd inquirió, sin quitar su cara de mal humor que se podía ver a kilómetros con un claro letrero: tócame y lo último que verás y sentirás será mi puño en tu rostro.

—Con Tord. —Mi voz sonó tan firme, transmitiéndole que lo que dijera él no haría que cambiara de opinión.

No me gustaba mentirle y muchos menos para esconder algo que no le hacía daño a nadie.

—Solo porque tengo una resaca de los mil demonios no discutiré, mantente al margen —bufó con molestia, tomando su mochila del suelo.

—Oh vamos, Edd, tú sabes que el chico no es tan malo —Patryck susurró haciendo que lo mirase extrañada.

—Cállate, Patryck, tu voz aumenta más mi dolor —mofó Edd, tendiendo su mano y luego cubrir sus ojos.

—¿Has intentado tomar una aspirina? —preguntó Dudulewicz—

—¿Tú crees que no? Me tomé la caja entera —gruñó.

Los dos siguieron discutiendo mientras se alejaban del lugar al igual que Tom y sus voces se hacían cada vez inaudibles, dejándome sola en aquella mesa con una sola pregunta dando vueltas en mi cabeza: ¿por qué dijo eso Patryck?

𝐁𝐨𝐮𝐥𝐞𝐯𝐚𝐫𝐝┃Tord LarssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora