Capítulo 5

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Pov. _____

La mirada de mi madre me pedía a gritos que le diese una explicación. 

Era incapaz de desviar mis ojos de los suyos tan penetrantes. Me veía como si los míos fuesen una cueva oscura, buscando un poco de luz en ella.

—Es increíble que me llamen del instituto diciéndome que estás faltando a clases —replicó con un tono de voz duro.

Bajé mi vista tímidamente hasta los dedos de mis manos que estaban encima del banco de la cocina, entrelazándose nerviosamente. Inflé ambas mejillas tratando de restar la tensión que se esparcía por todo el ambiente en el que nos encontrábamos ambas.

Al parecer el maestro Spencer me reportó por mi falta de ayer y la directora le llamó avisándole de mi ausencia en clases. 

Ahora estaba en medio de una discusión con ella en la cocina, exigiéndome un porqué que valiera la pena, por el cual había faltado a clases. 

Lissa Wright era muy estricta a la hora de hablar de mis estudios, siempre me repetía que eso sería lo único de lo que dependería mi futuro. 

Había estado trabajando tanto para poder pagar mis estudios y cada gota de sudor debía recompensárselo con el instituto.

No podía esconderme de su campo de visión en lo más mínimo.

Apoyó su mano sobre la mesa y empezó a tocarla con las uñas de sus dedos, creando un sonido rítmico, haciéndome saber que esperaba una respuesta. 

Aquello solo aumentaba mis ganas de querer volverme chiquita y rodar en el suelo.

—_____  _____ Harker Wright: estoy esperando una explicación —demandó enojada con mucha autoridad.

Mi nombre completo. Bien, siempre que usaba ese tono de voz junto a mi nombre completo es que el asunto iba en serio.

—Ese instituto está peor que preescolar. —Fue lo único que dije en un tono bajo recibiendo una mirada de desaprobación por parte de suya.

—_____ . . . —mi madre reprendió con poca paciencia.

La estaba sacando de sus casillas. Tenía mucho temperamento y la perseverancia era algo que nunca perdía en medio de una discusión, fuese cualquier tema o conflicto.

—Lo siento mucho, ¿sí? —Me arrepentí.

Y no mentía... O tal vez algo.

—Eso no basta, _____ —suspiró relamiendo sus labios—. Sabes perfectamente que no me gusta que andes perdiéndote las clases.

—La primera vez el profesor Spencer no me dejó entrar, él me odia —me excusé, creando un mohín.

—Ay, _____, según tú a ti todos te odian.

Ella puso los ojos en blanco.

—¡Él me odia aun más! —Alcé los brazos y dejé caer mí cabeza en la mesa.

—Claro —mi madre habló irónicamente—. Dime, ¿por qué has faltado ayer a literatura? Ni siquiera te apareciste en la puerta del aula.

—Porque obviamente no lo haría, ya era un cuarto de hora tarde y solo son cinco minutos de tolerancia. No quería otra humillación, ya van tres en la semana y tengo permitida dos.

—Ah, ¿te permites humillarte? —se burló.

—A veces me reto, —respondí.

Parpadeó varias veces y elevó su mano a la altura de su hombro.

—Eres difícil.

A pesar de que no entendiera el sentido de sus palabras, le sonreí orgullosa. Mamá prefirió guardar silencio y coger su bolso, buscando algo dentro.

—¿Qué haces? —pregunté.

—Busco mi celular —respondió mirando hacia los lados, dibujando un ceño fruncido.

Me levanté del taburete y comencé a ayudarla, dirigiéndome a la sala.

No tuve que perder tanto tiempo en encontrarlo, porque el famoso sonido de su celular era un ringtone demasiado antiguo. Sonó en uno de los sillones.

—¡Creo que ya lo encontré! —le avisé.

—¡Contesta! —me ordenó acercándose.

Rápido lo cogí entre mis manos y deslicé mi dedo por la pantalla. Sin embargo, no hablé, estiré mi brazo hasta que ella lo alcanzó, llevándoselo a su oreja.

—¿Diga? —preguntó. 

Me quedé parada justo en frente de ella mientras oía todo lo que hablaba, al parecer era sobre su trabajo.

—Oh, pero yo he dejado todos los expedientes y documentos en uno de los cajones. —Arrugó el entrecejo—. Está bien, voy para allá.

Colgó el celular y volvió a la cocina.

—¿Te vas a ir? —pregunté siguiéndole el paso.

—Sí, se han perdido documentos de unos pacientes —bufó de mala gana e hizo una mueca—, pero ni creas que te has salvado —advirtió— No lo vuelvas a hacerlo o me veré obligada a castigarte. En verdad, _____.

—Bien —mascullé.

—Te preparas algo de comer y si vas a salir con Edd, avísame. Te quiero aquí en casa antes de las ocho —ordenó mientras se ponía su saco de color crema.

—¿Antes de las ocho? Oh, eso me dará tiempo para mmm... ¡Nada! —espeté sarcástica—. Igual no creo salir con Edd.

—¿Siguen peleados? —Mamá preguntó, cogiendo las llaves.

Ella estuvo cuando el chico vino por mí para ir a su entrenamiento, así fue como escuchó los insultos y gritos de nuestra parte. Sin embargo, a regañadientes subí a su auto haciéndole gestos.

¿Infantil? Lo sé.

—Es un idiota —bufé.

—Así funcionan las amistades, cariño. Él te quiere —agregó—. Ya, me tengo que ir, cuídate.

En la puerta, a punto de irse, solté una pregunta fuera de lo común:

—Mamá, ¿por qué las personas se drogan?

Ella se detuvo y me miró con el gesto más confundido, saliéndose de su órbita.

—¿A qué se debe tu pregunta?

—Me ha dado curiosidad. Hemos tenido una plática sobre las drogas hace unos días, ya sabes, las campañas de prevención —mentí encogiéndome de hombros.

Su rostro se suavizó.

—Bueno, a veces es por problemas familiares, privados, un trauma en su niñez, falta de comunicación con sus padres o llegan casos en que sienten que el problema son ellos —explicó fluidamente— En algunos casos solo porque quieren hacerlo sin ningún porqué. Hija, recuerda que esto de la drogadicción es un problema serio.

Mamá trabajaba en una clínica, en donde ayudaba a la gente con sus problemas, mayormente eran adolescentes y uno que otro adulto. Solía decir que psicología era para cuando tenías tu alma perdida y no te encontrabas a ti mismo.

—De acuerdo. —Fue lo único que dije y mordí mi labio.

—Bien, ya me tengo que ir —se despidió agitando su mano en forma de despedida y salió. 

Me quedé en el sillón recostada y miré hacia el techo sumergiéndome en mis pensamientos. La casa estaba en un completo silencio, uno que se sentía tan triste. 

𝐁𝐨𝐮𝐥𝐞𝐯𝐚𝐫𝐝┃Tord LarssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora