Capítulo 10

191 27 6
                                    


Pov. _____

Al principio creía que al estar con Tord no presenciaría demasiado verlo consumir tabaco o uno que otro rollo de marihuana, quizás porque se sintiese incómodo o al menos tendría un poco de respeto pero, claramente, me equivoqué. 

Él lo hacía cada vez que tenía tiempo o simplemente cuando nadie lo viese.

Me encontraba de nuevo a su lado en las gradas. La hora de almorzar inició hace cinco minutos y obligué a mi estómago que no me pidiese comida para tener más tiempo con él. 

Me arrepentí. Me arrepentía.

Confirmaba que Tord actuaba demasiado insípido. No me quería quejar, porque bien podría ponerme de pie e irme de aquí sin tener que soportar más el olor de eso y su actitud tan irritable.

No lo hice. Quería seguir allí hasta que pudiese comprender un poco de lo que habitaba en él.

—Esta mierda ya no sabe igual —Tord se quejó tirando el pequeño rollo blanco al suelo y aplastarlo con su zapato, volviendo su vista al frente sin interés alguno—. Me jode.

—Entonces ¿por qué lo sigues consumiendo? —Lo miré con los ojos entrecerrados, sin entender sus palabras ni sus acciones.

—Su efecto es maravilloso —jugueteó.

Llamó mi atención el hecho de que lo haya dicho sin esbozar una sonrisa, como si sus pensamientos estuviesen fuera de lugar o lejos de la conversación en la que nos sosteníamos.

Decidí no responderle y mirar al frente. Repitiendo mi pensamiento que se presentó algunos minutos atrás, tal vez podía admitir que me empezaba a agradar la compañía del chico de algún modo, dejando a un lado todo lo que soltaba con ciertas partes de abruptas y jocosas oraciones hacia mí u otras personas. 

Él me denominaba como su chicle. Ya habían pasado dos semanas que nos hablábamos, seguía sin saber nada de él, simplemente hablaba y se quejaba de todo lo que odiaba. 

Si alguien era bueno para quejarse, ese era él.

—¿Cuál es tu última clase? —De repente preguntó, sacándome de mi burbuja y obligándome a mirarle. Él ahora lo hacía con detenimiento y su rostro neutro.

—Ciencias sociales, ¿por qué? —soné confundida.

—Me tengo que ir —avisó, agarró su mochila y bajó las gradas rápidamente sin darme tiempo de quejarme.

Miré atónita su espalda y un poco abrumada por sus movimientos. Bufé cansada, frustrada y enojada, entre sus derivados. Me puse de pie perezosamente, dirigiéndome a la cafetería.

Probablemente Edd estaría enojado. De acuerdo, realmente no me preocupaba, él siempre solía actuar tan paranoico y dramático. Señor del drama lo apodaban.

"Tú no te quedas atrás", mi subconsciente jugó.

Entré por las puertas pesadas de la cafetería y caminé a la mesa en la cual se encontraba Edd y Tom. Él no estaba tan enojado como su —no tan pronunciado— ceño fruncido aparentaba. Sin embargo, no fue una excusa para darle paso a su sermón acerca de mi irresponsabilidad y lo preocupado que lo ponía al no llegar a desayunar.

—Estoy pensando seriamente en sacar a Eduardo del equipo —farfulló Edd hacia Tom.

—Hazlo, ya es hora —apoyó el chico, engullendo su fritura. Se encogió de hombros dejando en claro que no le importaba la decisión que tomase—. Realmente es molesto.

—¿Por qué lo van a sacar? —intenté colarme en su plática.

—Se preocupa nada más por él —gruñó el rizado, haciendo notar su ceño fruncido—. No ve por los demás del equipo o siquiera coopera, como si tuviese uno. Es solo él y su gran ego.

𝐁𝐨𝐮𝐥𝐞𝐯𝐚𝐫𝐝┃Tord LarssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora