Capítulo 19

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Pov. _____

Tord me dejó pasar a su casa, mis ojos escanearon todo a mi alrededor, me removí incomoda al sentir el vacío que habitaba en ella. Pasé un mechón de mi cabello por detrás de mi oreja y me giré hacia el chico.

—Es cálida —dije y luego me quedé desconcertada por mis palabras.

—¿Gracias? —dudó, acompañado de su ceño fruncido y una sonrisa lánguida.

Estúpida.

Sonreí sin despegar mis labios. Palpé mis mejillas intentando desvanecer un poco la vergüenza que sentía en esos momentos. A veces decía cosas solo para romper el silencio o dejar la tensión a un lado, en ocasiones simplemente no funcionaba. Esta, era una de esas.

Miré al frente de mí donde un poco más al fondo se podía apreciar un piano, caminé con pasos laxos hasta el instrumento y pasé mis dedos por encima. Tenía polvo, demasiado.

—¿Tocas el piano? —pregunté curiosa a Tord sin siquiera voltear a verlo.

—No —respondió cerca de mi oído—. Mi hermano solía tocarlo, cuando no tenía sueño lo hacía, según él, calmaba su estrés, nerviosismo o solo para que se sintiese mejor. Cada quien tiene sus técnicas, ¿no es así?

Asentí automáticamente. Su forma de hablar tan pausada y sin apuros resultaba ser relajante. Miraba a Tord directamente a sus ojos y en cortos segundos recorría cada extremidad de su rostro. 

Sus muecas faciales trasmitían varias líricas emocionales. Tord era demasiado apuesto y aquello nadie lo podía negar.

—¿Nunca has intentado tocar? —murmuré más para mí que para él, aunque pudo escucharlo. 

—No me relaciono bien con los instrumentos —respondió suave, pasó una mano por detrás de su cuello y suspiró—. No me gustan, prefiero escucharlos, ¿tú tocas alguno?

—¿La flauta cuenta? —Hice una mueca.

El empezó a reír y me encogí de hombros.

—Creo —musitó entre risas.

—Dijiste que querías mostrarme algo, dime, ¿qué es? —inquirí elevando una de mis cejas.

—Tsss —mencionó. Cerró los ojos durante unos segundos y cubrió con ambas manos su rostro— Si te confieso algo, ¿prometes no enojarte?

—Tengo la intuición de que tratará tu confesión, pero quiero oírlo por ti, así que adelante, te escucho. —Me crucé de brazos elevando la comisura de mis labios.

—No hay nada que mostrarte —confesó, separó sus dedos para mirar entre ellos. Su ojo rojo me observaba y quería morir de la ternura que me ocasionaba— ¿Esa es tu cara de enojada?

—¿Tú qué crees?

—No te ves enojada.

Y no lo estaba, era imposible enojarme con él cuando actuaba como un niño asustado que está a punto de ser regañado.

—Me has decepcionado, Larsson —vacilé.

Él bajó sus manos. Dio un pequeño paso hacia mí y sonrió.

—Me gusta cómo suena mi apellido en tu voz —admitió.

Sus mejillas se pusieron en un tono más carmesí y por un instante las mías también.

—No puedo decir lo mismo —mentí.

En verdad me gustaba como sonaba el mío cuando él lo decía, y más si lo mencionaba en un tono divertido.

𝐁𝐨𝐮𝐥𝐞𝐯𝐚𝐫𝐝┃Tord LarssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora