Capítulo 28

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Pov.  Tord

Sentí el ardor en una parte de mi cuerpo, aunque lo ignoré debido a que en ese momento mi cabeza dolía tanto que arrancármela era lo que pedía.

Mis memorias se volvían más pesadas en la madrugada y lidiar con el rollo blanco que me había quemado justamente el pantalón me dificultaba concentrarme. Maldije al aire unas cuantas ocasiones para después pasar por alto la pequeña quemadura —no tan grave— en mi pierna y llevar directo el cilindro a mis labios dejando que el humo albergara el fondo de mis pulmones al momento de aspirarlo.

El aire fresco de la ciudad chocaba con mi cara. Podía sentir como las yemas de mis dedos estaban heladas, llegando al grado de que mis articulaciones no fueran las mejores, la mediocre sudadera que llevaba fracasaba en el intento de mantenerme en calor. 

Sin embargo, descarté la idea de querer dejar de fumar, así que con mi adicción siendo más fuerte, volví a posar el rollo entre mis resecos labios.

—¡Diablos, Tord! —Paul farfulló en un pequeño grito a mi lado— Ya has consumido demasiado.

Eché todo al fondo de mi cabeza y dirigí mi vista al moreno, el cual estaba apoyado en aquella vieja y rayada pared. Había estado acompañándome desde todo lo ocurrido con _____. 

Casi una semana. Sí.

Casi una semana desde que me pidió que me alejara, y lo estaba cumpliendo. Eso quería, ¿no? Raras ocasiones yo entraba a las clases con la profesora Molly. La esquivaba en el pasillo, y sí pasaba a su lado solo susurraba "sé fuerte corazón" sin mirarla y alejarme de allí a toda marcha sin voltear a atrás.

Me iba a las gradas a hacer lo habitual, fumar y palpar los bolsillos de mis tejanos, desesperado por no encontrar mi encendedor. Y sabía que, si a mí me dolía, a ella peor, porque la ley de estas situaciones era así; duele más el alma cuando lo pides que cuando lo aceptas.

¿Un encuentro que haya disfrutado? Echarle en cara por segunda vez a Edd que mi prima lo engañó. Que satisfacción fue ver su cara de enfado. Si no fuera por el chico de ojos oscuros de piel pálida, Tom, tendría un golpe, y esta vez no sería por parte de mi padre.

Volví mi mirada hacia el frente. A la nada, sin ningún punto en específico. Relamí mis labios unas cuantas veces con mi lengua y di un suspiro profundo haciendo un mohín.

—Este será el último —divagué con mis propias palabras.

—Sí, claro —ironizó un poco— ¡Hombre! Llevas diciendo eso desde hace rato.

—Paul... —arrastré mi habla, pero di un jadeo cuando una corriente de aire halada acarició la parte trasera de mi cuello.

—No, Tord —él cortó un poco enfadado—. Tienes los ojos demasiados rojos y no es principalmente por el sueño, solo... detente, por favor.

El chico intentó buscar mi mirada hasta que la encontró, sus ojos estaban mirándome suavemente con una pizca de compresión. 

Mierda, Paul. 

Asentí pesadamente y dejé que el rollo se resbalara de mis dedos llegando al suelo, dando por terminado su efecto, lo aplasté.

—Ya —pronuncié.

—Ya —afirmó.

Después de eso todo se quedó en silencio, él no decía nada y yo tampoco, pero nos entendíamos de esa manera, con Paul siempre era de esa manera. Duró el lapso de tiempo que tenía que durar hasta que habló.

—Demonios, ¿cómo pasó? —disparó.

Supe a qué se refería con esa pregunta. Rasqué mi barbilla y miré a sus ojos marrones. ¿Iba a decirle? Claro que lo haría. Paul, la única persona que me entendía demasiado bien, sin embrago, rectificando todo, él nunca ha sentido algo tan serio hacia una chica. Podía confesárselo, ya que Tori, era lo suficiente perra para reírse de mí en mi propia cara de que el gran Larsson "Commie" estaba enamorado.

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⏰ Última actualización: Feb 11, 2023 ⏰

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𝐁𝐨𝐮𝐥𝐞𝐯𝐚𝐫𝐝┃Tord LarssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora